Internacional
“Allende nos dio lecciones sobre el valor de no claudicar en lo esencial”
El historiador y periodista Mario Amorós reclama en 'Allende. La biografía', la "trayectoria excepcional" del presidente chileno de cuyo suicidio, inducido el 11 de septiembre de 1973 por los golpistas, se cumplen hoy 40 años.
MADRID //»Trabajadores de mi patria: tengo fe en Chile y su destino. Superarán otros hombres este momento gris y amargo donde la traición pretende imponerse. Sigan ustedes sabiendo que mucho más temprano que tarde se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor: ¡Viva Chile! ¡Viva el pueblo!». Salvador Allende (Santiago de Chile, 1908, idem, 11 de septiembre de 1973) fue un hombre libre hasta ese final que él mismo decidió para no entregar el poder a quienes habían incurrido en «la felonía, la cobardía y la traición» encarnadas en el golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973, hace hoy 40 años. Su coraje, el bello y postrer discurso que dirigió a esos chilenos que se referían a él como «el compañero presidente»; esa muerte de tintes épicos, han hecho, sin embargo, que a menudo su legado quedara relegado a un segundo plano ante la fuerza de la lección moral que ofreció Allende en su últimas horas. El historiador y periodista Mario Amorós (Alicante, 1973), autor de Allende. La biografía (Ediciones B), reclama precisamente en esta obra, que incluye 115 documentos inéditos, no sólo el valor de la muerte del presidente chileno, sino sobre todo el de su vida.
Usted sostiene que el mito ha impedido en ocasiones medir lo que fue el hombre, ¿por qué?
Allende es recordado de forma recurrente para hablar de su muerte. Se diría casi que nació y murió aquel 11 de septiembre. Es cierto que ese día dio lugar a algunas imágenes icónicas del siglo XX: el bombardeo de la Casa de la Moneda (la sede de la Presidencia chilena), el discurso de Allende en Radio Magallanes en el que anunció su muerte, una promesa que luego cumple al suicidarse. Es entonces cuando se convierte en un mito, lo que ha oscurecido una trayectoria política muy rica, que se extiende durante 40 años y que es muy singular en la historia del siglo XX.
En el libro se resalta, por ejemplo, el trabajo de Allende como médico, que mucha gente desconoce.
Siendo muy joven y de una familia burguesa, Allende empezó a trabajar como médico en el servicio público, colaboró con los sindicatos y participó en la fundación del Partido Socialista de Chile. Son casi 40 años de trayectoria extraordinaria; por ejemplo, fue ministro de Sanidad con 31 años y en ese puesto desarrolló una lucha importante y pionera. Tenía una concepción muy interesante de la sanidad pública; decía que para la gente humilde era más interesante un buen plato de lentejas que todos los tónicos.
Fue pionero también en la unidad de la izquierda chilena.
Como líder del Partido Socialista, fue quien inició la primera aproximación al Partido Comunista de Chile y, en el año 48, criticó la persecución a los comunistas en su país. Ya entonces tuvo también la capacidad de entender las graves insuficiencias democráticas del modelo soviético y de mantener una visión crítica sobre la Unión Soviética sin ser anticomunista: eso era lo inusual. En aquella época, en su país, los que criticaban a la URSS eran muy reacios a acercarse al Partido Comunista, que era la segunda fuerza política de Chile.
Ello no le impidió viajar a la URSS en varias ocasiones
En absoluto. Incluso presidió la delegación chilena en el XX Congreso del PCUS, en el que, por cierto, se reconoce que la vía pacífica al socialismo es posible. Eso fue muy importante, porque permitió al PC chileno teorizar sobre ello. En Chile siempre se hablaba de “la muñeca” de Allende, en alusión a su capacidad de buscar consensos, en ocasiones muy complicados. A partir de la Revolución Cubana, en los años 60, la izquierda se radicaliza en América Latina. En Chile, el Partido Socialista, al que pertenece, también lo hace. En esos años, surge el MIR (Movimiento de Izquierda Revolucionaria), expresión de la Revolución Cubana en Chile, que sostenía que la vía pacífica al socialismo era imposible. Pero Allende nunca perdió el tiempo en disquisiciones ideológicas; creía que las diferencias entre PC y PS eran legítimas pero que lo importante era la unidad de la izquierda en torno a un programa político que planteara amplias transformaciones democráticas en Chile.
¿Qué papel tuvo él en ese programa?
Fue el arquitecto de lo que constituyó uno de los programas políticos más interesantes de la Guerra Fría. En ningún otro país occidental se dio durante un cuarto de siglo una experiencia semejante, que pivotaba en torno a la unidad de socialistas y comunistas. La singularidad del experimento político chileno propiciada por Allende y por la estrategia política del PC se basó en la apuesta por un frente amplio; por una coalición abierta el centro político: de ella surgió la Unidad Popular, con la que Allende alcanzó la Presidencia.
Antes de llegar a la Presidencia, perdió tres veces.
Sí, ganó las elecciones con el 1,3%: 36.000 votos. Era la cuarta vez que se presentaba y tenía 62 años. Esa era su última oportunidad. Y aunque hacía gala de las credenciales revolucionarias que le daban su amistad con el Che y con Fidel Castro, así como haber visitado el Vietnam de Ho Chi Minh, para entonces ya había presidido el Senado durante tres años y ante los jóvenes revolucionarios aparecía como un político tradicional, anticuado en sus discursos.
En el libro se le presenta como un caballero un poco chapado a la antigua
Quienes lo conocieron destacan que tenía unos modales casi decimonónicos; se inclinaba ante las señoras y nunca se le oyó decir una palabra malsonante.
En las imágenes aparece a menudo con gesto hosco pero, en la biografía, se le describe como un padre tierno.
Sí, lo era, aunque es cierto que la mayoría de las personas son tiernas con su familia, con sus hijos.
¿En qué momento empieza el divorcio de la Unidad Popular con la Democracia Cristiana que crea el caldo de cultivo del golpe de Estado?
En junio de 1971, un grupo de ultraizquierda, la Vanguardia Organizada del Pueblo (VOP) asesina al exvicepresidente Edmundo Pérez Zujovic. Este hecho trágico abre un abismo político entre la izquierda y la DC. A partir de ese momento, se forja la alianza de este partido con la derecha que bloqueará la transformación socialista en Chile. Esto ayudó a crear las condiciones para el golpe de Estado. Además, a partir de 1964, la DC había estado recibiendo millones de dólares de la CIA, que pretendió primero impedir la victoria de la izquierda y, más tarde, facilitar su derrota.
¿Cuáles fueron los motivos por los que EEUU decide derrocar a Allende organizando el golpe que ejecutaron los militares? ¿La nacionalización de las minas de cobre que explotaban empresas norteamericanas?
El principal motivo de Nixon y Kissinger no fue el cobre, sino el ejemplo político que la Unidad Popular representaba para Europa Occidental. Hay que tener en cuenta que en 1948 EEUU interviene las elecciones italianas con propaganda negra para impedir la victoria del PCI. Washington no podía permitir que cundiera el ejemplo. Temía la luz que representaba la Unidad Popular, la alegría, la movilización popular que, pese a todas las dificultades, recababa cada vez más apoyo. El proyecto de la UP era muy peligroso para Nixon y Kissinger pues podía romper con la división en bloques de la Guerra Fría. Allende convirtió a su país en un ejemplo entre 1970-73 al reclamar el derecho de los pueblos a disponer de sus riquezas y también al denunciar el imperialismo norteamericano sobre los pueblos del Sur. El presidente chileno cometió el error de no medir la magnitud de las implicaciones de su vía al socialismo. No tenía la convicción de la enorme magnitud de la vía chilena, que representaba un gran peligro para EEUU.
¿Midió también mal el grado de democratización del Ejército chileno?
En uno de sus discursos, el presidente había presentado a las Fuerzas Armadas como una excepción, como un ejército democrático respetuoso de sus obligaciones constitucionales. Y el Ejército, y Pinochet, a quien Allende había nombrado, incurrieron en el abc de la traición, que es faltar a la confianza de quien confía en ti. El día del golpe, a las 07.30 de la mañana, Allende todavía parecía tener la esperanza de que alguna facción del Ejército lo apoyara; a las 09.25 ya habla de traición y pronostica que “esas iban a ser sus últimas palabras”. En ese momento asume que el proyecto político al que había consagrado su vida había sido derrotado. En Chile, se sufrió una derrota durísima, una represión brutal, que oficialmente causó unas 3195 muertes, entre ejecutados y desaparecidos, pero que representó para muchas más personas la tortura, la prisión política y el exilio: el primer crimen de Pinochet fue precisamente el de Allende. El presidente chileno nos dio lecciones a España, y a los europeos, tan soberbios a veces, de cómo derrotar al neoliberalismo, de la importancia de la unidad de un pueblo para sacar adelante un programa político y de no claudicar en lo esencial.
¿Qué representó este golpe de Estado para la izquierda?
La derrota que representó lo que pasó en Chile en 1973 marcó a la izquierda, sobre todo a la europea. Con Chile, todo el Cono Sur, Uruguay, Brasil, luego Argentina, quedó sometido a dictaduras. En Italia, el Partido Comunista Italiano (PCI) era muy fuerte y en Francia, la alianza socialista que luego llegó al poder en 1981, tenía entonces aspiraciones serias de ganar las elecciones. La de Chile fue una derrota amarga, que abrió reflexiones sobre la vía pacífica del socialismo. Los partidos socialistas llegaron a la conclusión de que era imposible que la burguesía aceptara ésta, aunque en Chile en realidad la vía no había sido pacífica.
¿Hasta qué punto son herederos los actuales regímenes socialistas en América Latina del pensamiento de Allende?
Varios gobiernos en América Latina se reclaman herederos de Allende y de su vía al socialismo. Desde 1998-99, empezando por Venezuela, la izquierda ha conquistado el poder en varios países, Ecuador, Bolivia, y se ha logrado incluso aprobar una nueva constitución en Venezuela. En Chile no fue posible, aunque es cierto que el de ahora es un mundo diferente; ya no estamos en la Guerra Fría.
(La imagen de Salvador Allende y de la portada de su tesina doctoral, que incluye la biografía de Mario Amorós, han sido facilitados por el autor)
Allende ganó la batalla.
La historia en esta ocasión creo que ha colocado a cada uno en su lugar. Salvador vive y vivirá en todxs los que queremos un mundo más justo.
Gracias Salvador.