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La lucha diaria contra las fronteras en nuestros hospitales
Y nos liamos a golpes juntas, golpes de desobediencia, golpes de dignidad, golpes de solidaridad… y el mostrador desaparece, la puerta se abre y la frontera, esa que mata, se muere
Grupo de Acompañamiento y Visibilización del Barrio de Austrias
El 1 de septiembre se cumple un año de la entrada en vigor de RDL 16/2012 que fulminó, a golpe de real decreto, nuestro modelo de sanidad universal y nos sumió en un modelo de aseguramiento, excluyente e injusto, que niega el derecho a la atención sanitaria a una parte importante de nuestras vecinas. Desde ese momento, miles de fronteras se levantaron en nuestros barrios, los centros de salud y hospitales pasaron a ser lugares accesibles solo para algunas, el derecho a la salud se mercantilizó convirtiéndose en un objeto al servicio del mercado neoliberal, se tejió una telaraña burocrática sólida y arbitraria … un panorama desolador. La gran victoria del sistema hubiera sido hacernos creer que no había nada que hacer, inmovilizarnos, resignarnos y no actuar…
En octubre de 2012, un grupo de vecinas del barrio de los Austrias entró en contacto con la plataforma Yo Si Sanidad Universal, decididas a reaccionar y ser parte activa de una sociedad civil comprometida. Desde entonces, nos reunimos todas las semanas, en asambleas donde debatimos, pensamos, compartimos, discutimos y formamos parte de una lucha contra una ley injusta, inmoral y asesina, que permite el ejercicio del legítimo derecho a la salud solo a unas pocas. Nosotras, las personas, en nuestros barrios, creando redes de apoyo mutuo que funcionan, y mucho. Ante una política que mata, invisibiliza y niega… nosotras combatimos. Ante este ejercicio político de poder y violencia… nosotras nos cuidamos. Ante la ley que intenta fragmentar la sociedad en categorías excluyentes…. nosotras nos juntamos, nos re-conocemos y nos acompañamos.
Y día a día trabajamos juntas, dando a conocer el brutal y devastador alcance del real decreto, promoviendo la desobediencia, asesorando y acompañando a personas que están siendo violentadas, excluidas y negadas. Enfermas que necesitan atención médica. No somos una organización caritativa. Es un asunto de derechos, no de asistencialismo. Creemos en el apoyo mutuo y la cooperación, en la salud como un bien común, en una identidad colectiva que determina que los derechos de una son los de todas.
Y a veces nos desesperamos, porque la atención médica para una persona negada por este decreto está detrás de una burocracia insoportable. Una travesía por un laberinto de ventanillas, papeles, noes (y cada “no” cuenta, y mucho), gestiones, días, horas, colas… Y siempre nos miramos, y en los ojos, el papel, la ley, se materializa en miedo, angustia e incertidumbre. Y nunca estamos solas, nos apoyamos, pasamos de la desesperación a la acción, a la reclamación, a la desobediencia. Y nos llenamos de fuerza, de fuerza bonita y colectiva… sola no puedes, con amigas sí.
Y siempre nos preocupamos, porque sabemos que hay personas que están sufriendo la exclusión en silencio. Hay miedo, mucho miedo. El miedo es un discurso que circula libremente, alimentado por los intereses de una política que pretende robar y vender nuestros derechos, con un estatus de verdad que parece incuestionable. Y alto y claro gritamos ese “No estás sola” para que nadie, en ningún rincón de nuestro barrio, de nuestra ciudad, sienta que este es un asunto privado, una cuestión personal, que le toca afrontar a solas. Tu derecho a la salud, mi derecho a la salud… es lo mismo.
Y muchas veces sonreímos, cuando al otro lado del mostrador, al otro lado de la puerta de la consulta, vemos cómo la confusión, la frustración y la desinformación que sufre el personal de los centros sanitarios se transforma en acción, en toma de conciencia y postura activa, en síes (y cada “si” cuenta, y mucho). Y nos liamos a golpes juntas, golpes de desobediencia, golpes de dignidad, golpes de solidaridad… y el mostrador desaparece, la puerta se abre y la frontera, esa que mata, se muere.