Sociedad

Cuanto más inteligentes, menos creyentes

Un exhaustivo repaso a los estudios publicados en el último siglo muestra una correlación negativa entre inteligencia y religiosidad. Los autores sugieren que un mayor intelecto suple las funciones que suele cumplir la fe

MIGUEL ÁNGEL CRIADO // La ciencia tiene cada vez más claro que existe una correlación entre inteligencia y religiosidad pero es negativa: los más inteligentes tienen tendencia a ser menos religiosos. Al menos esa es la conclusión principal de una investigación que repasa todos los estudios que han analizado esta relación entre intelecto y fe desde comienzos del siglo XX. Para los autores de este metaanálisis, la religión cumple una serie de funciones para el ser humano que explican su pervivencia a lo largo de la historia. Pero, para un número creciente de personas, sus mayores habilidades intelectuales hacen innecesario a dios.

El trabajo, publicado en Personality and Social Psychology Review, ha recopilado todos los estudios que han encontrado sobre religión e inteligencia. Consultaron los archivados en la base de datos de la Asociación Americana de Psicología que se ajustaran a términos de búsqueda como coeficiente de inteligencia, IQ, inteligencia o habilidades cognitivas y, también temas como religión, espiritualidad, o creencias religiosas. Además revisaron uno a uno los artículos aparecidos en revistas científicas especializadas en religión y consultaron en Scholar, el buscador académico de Google, con la combinación de palabras religión + IQ + inteligencia.

Encontraron 62 estudios. La mayoría medían la inteligencia con alguno de los test IQ o, en particular en el caso de investigaciones con estudiantes, mediante exámenes de aptitud. Las mediciones de la religiosidad eran más heterógeneas, desde escalas de creencias religiosas a preguntas del tipo ‘¿Vas a misa? Los científicos codificaron todos esos valores para permitir una comparación estadística.

“53 estudios mostraron una correlación negativa mientras 10 presentaban una correlación positiva”, dice el estudio. Es decir, desde un punto de vista estadístico, altos valores en la variable A (inteligencia) se corresponden con bajos valores en la variable B (religiosidad). Además, en 33 de ellos la correlación negativa era significativa: los valores difícilmente se pueden deber al azar o a un error en el muestreo.

Pero correlación no significa causalidad. ”No sabemos si hay una relación causal y no descartamos otros posibles factores que puedan influir en la correlación”, dice el profesor del departamento de psicología de la universidad de Rochester (EEUU) y coautor del trabajo, Miron Zuckerman. Pero analizaron otras variables como edad, sexo, raza o educación. Las tres primeras no afectaban a la correlación y, en la última, sólo un estudio establecía que sí, pero también era negativa.

La historia de esta problemática relación entre inteligencia y religiosidad la inicia una serie de estudios de la universidad de Iowa en 1928. Dos científicos examinaron por separado correlatos entre sentidos, capacidades motoras y cognitivas con la religión. Se incluyeron test de inteligencia en la batería de tareas a realizar por los sujetos a estudio. Ambos trabajos encontraron que, a mayores niveles de inteligencia, menores grados de religiosidad.

30 años después, el investigador Michael Argyle recopiló todos los estudios publicados hasta entonces realizados con estudiantes y jóvenes. Su conclusión fue similar: “los estudiantes inteligentes tienden a aceptar menos las creencias ortodoxas y tienen una menor probabilidad de tener actitudes pro religiosas”. Sin embargo, los años 60 concentran la mayoría de los estudios que encuentran una correlación positiva o inexistencia de ella entre religiosidad e inteligencia. En varios de los trabajos se destaca el papel mediador del ambiente social en el que uno crece para explicar el ateísmo o teísmo.

En la última década la ciencia ha vuelto a poner sus ojos en la cuestión, y la práctica totalidad de los estudios apuntan a una mala relación entre habilidades intelectuales y creencias religiosas. En 2009, un amplio estudio en 137 países mostró una relación de nuevo negativa entre niveles medios de inteligencia y religión.

La inteligencia sustituye a la religión

En la segunda parte del trabajo, los investigadores, sin afirmar que exista una relación causal, intentan explicar porqué los inteligentes suelen ser menos religiosos. Tres son las hipótesis que se plantean. Por un lado, el ateísmo sería una expresión de inconformismo. Los inteligentes tienen una menor probabilidad de conformarse con la ortodoxia religiosa. Una segunda posibilidad tiene que ver con las habilidades cognitivas. Al inteligente no le basta, no puede aceptar las creencias que no están sujetas a examen empírico o el razonamiento lógico. Su estilo cognitivo, más analítico que intuitivo, les hace refractarios a la religión. Esta es la tesis más aceptada en la actualidad.

Pero los investigadores apuestan por lo que llaman equivalencia funcional. Si la religión ha pervivido durante tantos milenios es porque cubre una serie de necesidades humanas. Para los autores del estudio, la inteligencia también las puede cubrir. Así, la religión permite un encaje emocional, ofrece la visión de un mundo ordenado y predecible. También ayuda a autorregular los impulsos, ajustando la conducta en pos de objetivos. Otra de sus características es que eleva la autoestima. Por último, ofrece un rincón, un sistema cohesionador que da seguridad en tiempos de incertidumbre. La inteligencia, según este trabajo, también puede prestar estos servicios.

“Una de las funciones de la religión es ofrecer respuestas a las cuestiones existenciales. Yo creo que una alta inteligencia también ofrece estas respuestas”, opina Zuckerman. Pero hay una de las funciones que cumple la religión en la que la inteligencia no la puede sustituir y por eso los investigadores no la han incluido en su concepto de equivalencia funcional: “La única reserva que tenemos sobre esto es que la religión, al responder a las preguntas existenciales, alivia en cierta medida, el miedo a la muerte. Como decimos en el estudio, no tenemos constancia de investigaciones que demuestren que la inteligencia proporciona una función similar”.

[Artículo publicado en Materia]

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Comentarios
  1. Porque muy inteligente no puede ser alguien que cree que una zarza ardiente envió a una paloma extraterrestre a fecundar a una virgen judía, para que el fruto de esta absurda relación zoofílica deba morir y así expiar un pecado frutal cometido en el principio de los tiempos por dos analfabetos desnudos que se encontraban bajo la influencia de una serpiente parlante. http://diario-de-un-ateo.blogspot.com.es/2013/06/ateismo-entre-la-elite-cientifica.html

    • Una cosa es que el CI tenga sesgos sociales, económicos, culturales. Los tiene, y algunos de ellos son conocidos. Esto le quita valor a tesis geneticistas como las que se mencionan en el artículo que citas.

      Pero, que yo sepa, hasta ahora no se ha argumentado que los tests de CI estén sesgado hacia el ateísmo, y tengo curiosidad por ver si a raíz de este metaestudio será posible mostrar algo así.

      Por otro lado, también se menciona una correlación negativa entre el sentimiento religioso y el nivel de estudios. Aquí sí que hay amplio espacio para argumentar que los estudios, especialmente los superiores, matan el sentimiento religioso. Esto es, seguramente se podría hablar de un «sesgo ateo» o una «educación antirreligiosa», Pero ¿me vas a decir que esto también es geneticista?

      • Lo que te voy a decir es que esto son caricias en el lomo para que los ateos nos sintamos más durante los pocos minutos que dura la lectura del artículo pseudocientífico.

        La inteligencia, y más como se mide, no es otra cosa que entrenamiento para realizar ciertas actividades (IQ) muy concretas. Esto es, mera educación. La religión, lo mismo.

        Meras correlaciones (¡y además sesgadas! -no corrigen sesgo alguno-) y cuando intentan explciar lo hacen a partir de suposiciones, sólo. Con ello, deducir o querer leer que los ateos somos más listos, es sinceramente de tontos.

        • Hay una correlación directa entre la desapariciónd e los piratas en el mar con el calentamiento global en la tierra. Te lo aseguro (en cuanto empieza a bajar uno, aumenta el otro).

          Ahora ya tenemos la correlación matemática, perfecto. Ponte luego a lanzar suposiciones al aire que justifiquen tus prejuicios. Y llamale artículo científico. Los piratas se pondrán a aplaudir. Que lo hagan los ateos que se suponen más inteligentes dará como más risa.

        • Coincido contigo en que para la mayoría el efecto será el que indicas, porque la mayoría no sabe estadística, y no se leerá el artículo en serio. Obviamente, lo que no significa es que los ateos tengamos razón en nuestro ateísmo porque seamos más listos.

          La seudociencia no la acabo de ver.

          Por otro lado, creo que estoy muy en desacuerdo con lo que dices, y por partida doble. Aunque el CI (y la religiosidad) dependieran exclusivamente de la educación, lo que es patentemente falso, el metaestudio seguiría siendo interesante, pues nos diría algo sobre la educación: correlacionaría la educación que resulta en un CI alto con la educación que resulta en un sentimiento religioso bajo. Y de hecho el estudio habla explícitamente de nivel educativo, y también lo correlacionan negativamente con el sentimiento religioso.

  2. Una persona inteligente descubre los hilos que mueven al títere. Lo mismo pasa con las religiones: la gente inteligente se da cuenta del verdadero propósito de todas las religiones sin excepción. Todas son organizadas por un grupo de gente con inteligencia superior al promedio pero sin escrúpulos y lo que buscan es sacar ventaja sobre los demás. Control, manipulación, mentira, pedir sumisión a un supuesto dios o precepto son solo algunos de sus métodos.

  3. Y una cuarta causa y creo que muy importante es que las personas medianamente inteligentes nos damos cuenta de que las religiones están construidas sobre farsas. Son ilógicas, manipuladoras, mentirosas y en muchas ocasiones, incluso estúpidas.

    No soy religioso en absoluto, soy totalmente ateo y no me considero excepcionalmente inteligente.

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