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La costa catalana continúa degradada, cierto. ¿Qué hacemos?
El alcalde de Altafulla muestra las acciones que se están llevando a cabo para revertir la situación costera a la que ha llevado el 'boom inmobiliario' de los últimos años
FÉLIX ALONSO (ALTERNATIVA ALTAFULLA) // El informe anual de Greenpeace vuelve a subrayar que el litoral catalán es, después del valenciano, el más castigado de España. Desgraciadamente no es un dato nuevo, ya que la mayoría de las construcciones se derivan de planeamientos urbanos previos al ‘boom inmobiliario’. Lo que deberíamos plantearnos las administraciones y la ciudadanía es: ¿qué hacemos para mejorarlo? La población de Altafulla es un ejemplo del continuo urbano que es la costa catalana, desde Blanes a Cambrils, con pequeñas islas que son producto de alguna figura protectora, de una utilización industrial y portuaria o del escaso interés económico que en su momento tenía aquella zona. Altafulla es de esas poblaciones que tiene el 100% de su litoral construido, con un frente marítimo de poco más de 1 km. Lo realmente extraño es que las playas de Altafulla de la roca del Gaià i de Tamarit (dentro del término municipal de Tarragona) sean uno de los pocos espacios vírgenes de la costa y no hayan sucumbido a la fiebre del tocho que durante los últimos años asoló el país. Gracias al ‘plan de protección del sistema costero’, aprobado por el primer gobierno catalán de izquierdas, esas últimas franjas vírgenes quedaron protegidas.
Para un ayuntamiento que se encuentra en una situación como la de Altafulla, lo que toca no es lamentarse de la herencia recibida sino de cómo invertirla. Se trata de mejorar las deficientes infraestructuras, compatibilizándolas con lo ya modificado desde una visión integradora. Y, si aún es posible, recuperar espacios naturales. Tampoco debemos olvidar que, en urbanismo, el crecimiento en forma de ‘mancha de aceite’ y el relleno de los espacios vacíos en según qué circunstancias es un modelo sostenible, necesario y económicamente viable.
En nuestro caso como en el de otras poblaciones, los defectos urbanísticos son una lacra: constantes inundaciones durante los episodios de tormentas en el otoño, calles con aceras minúsculas y espacios pensados para aprovechar las plusvalías y que obligan al movimiento en vehículo de motor. Todas estas hipotecas urbanísticas tienen una solución difícil y más cuando no se aprovecharon ni los años de bonanza ni se exigió a las promotoras un mínimo de habitabilidad del espacio público. Pasados los años y los beneficios para unos pocos, nos encontramos con problemas endémicos. Ya se han programado obras de unos 300.000 euros para minimizar los problemas de las inundaciones. También se potencia al peatón por delante de vehículo privado. Pero la mayor de las veces se hace con una opinión pública dividida y muy influenciada por el particularismo y las ganas de desplazarse en coche hasta el rellano de casa.
El que conozca Altafulla sabe que es una población única en la Costa Dorada y que su fachada marítima aún conserva los aromas y las construcciones de lo que un día fueron casetas de pescadores. Mantener esa armonía también forma parte de la defensa del litoral.
¿Cómo renaturalizamos?
Hace dos años, junto con el ayuntamiento de Tarragona y a instancia suya (es su término municipal), evitamos el bochornoso espectáculo de ver cómo todos los veranos y fines de semana centenares de vehículos aparcaban en la arena de la playa de Altafulla, entre el Club Marítim i la Roca de Gaià. Hoy ese espacio se está recuperando y en poco tiempo formará parte de un espacio de dunas dentro de una zona de marismas recuperadas. Una iniciativa liderada por el ayuntamiento de Tarragona y que al que firma le ha supuesto pasar por el mal trago de ser inculpado por abuso de poder, pero con la satisfacción de haber sido reconocidos con dos premios consecutivos de Ecologistas en Acción (el 2012 y este 2013) por la renaturalización del espacio.
Respecto al entorno marítimo, junto con la vecina Torredembarra, llevamos dos años costeando los trabajos de una barca tipo ‘pelícano’, antes pagada por la Generalitat, para recoger los residuos que vierten las embarcaciones y aquello que no hemos limpiado durante el año de las rieras del municipio. A ello se le debe sumar el acuerdo de colaboración con REPSOL, que hará posible la instalación de biotopos marinos para la regeneración de espacios naturales dentro del mar. Es por eso que creemos oportuno que en los imprescindibles informes de Greenpeace se recojan aquellas experiencias de municipios y litorales que parten de una situación negativa, y trabajan día a día para mejorar un espacio ya transformado, pero que puede ser igualmente bello.
Félix Alonso es alcalde de Altafulla, municipio de Tarragona.