Internacional

Los Hermanos Musulmanes llaman a un alzamiento popular en Egipto

Una manifestación de apoyo al derrocado presidente islamista termina con 42 muertos después de que el Ejército abriera fuego

El CAIRO (ENVIADO ESPECIAL) // Los partidarios del derrocado presidente egipcio, Mohamed Morsi, han llamado hoy a un «alzamiento» después de que el Ejército abriera fuego contra una manifestación de apoyo al presidente. Al menos 42 personas han muerto, según un alto responsable de los servicios de urgencia. Los Hermanos Musulmanes rechazan de plano todo nuevo gobierno mientras que el antiguo director del Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA) Mohamed El Baradei sigue siendo el más firme candidato a primer ministro.

«No estéis tristes porque vosotros sois los mejores…¿Creéis que accederéis al paraíso sin que Dios ponga a prueba vuestro corazón?» El pasado viernes, el día santo del islam, el tono subió en el umbral de la mezquita Rabaa Al Adawiya, en el barrio Ciudad Nasr, en el noreste de El Cairo. Bajo un cielo blanco y ardiente, miles de fieles escuchaban los versículos del Corán salmodiados en bucle por un joven y afligido imán que reclamaba la vuelta del presidente Morsi.

Entre la multitud,  miembros de los Hermanos Musulmanes, pero también partidarios de Morsi originarios del gobernorado de Al Charquiya, en el que creció el presidente islamista. «Hemos venido para mostrar a nuestro presidente que nunca le abandonaremos», explica Ahmed, mientras deambula en torno a una fila de botellas vacías de Coca-Cola.

«Esto es árabe», sonríe. Y señala una pintada que dice «Legitimidad y sharia, Morsi mártir de Alá». Un poco más lejos, tocado con un casco de albañil y provisto de una barra de hierro, Suleiman, ingeniero mecánico, se ocupa de la seguridad en la entrada a la que da paso una barricada improvisada: «Vas a ver, después de la oración, el pueblo va a levantarse», se inflama mientras blande un retrato del líder islamista: «Nadie quiere regresar al anterior régimen»

Bajo el régimen de Hosni Mubarak, los Hermanos Musulmanes fueron las principales víctimas de la represión del Ejército durante más de treinta años. Encarcelamientos masivos, desapariciones, amenazas…El miedo que suscitaba un Estado militar sigue en el recuerdo de todos los egipcios, como Hassan, canadiense de origen egipcio: «Llegué ayer. No soporto ni a los Hermanos Musulmanes ni a Morsi; soy un liberal, sin embargo, la intervención del Ejército es un golpe terrible asestado a la democracia», explica. Un discurso muy similar al de Awad, cirujano vestido con ropa deportiva: «He venido para defender mi voto. Morsi me ha decepcionado pero habrá que darle una oportunidad ¿no?»

Un pueblo dividido
Al día siguiente, sábado, tras una noche de violencia, cuatro ataúdes aguardaban en el escenario que se ha improvisado ante la mezquita. El imán llama a orar por quienes define como «mártires de la legitimidad», asesinados la víspera. Unos niños portan banderas verdes donde se lee la inscripción «Lâ ilâha illa Allah!» (No hay más Dios que Alá). Un grupo de mujeres llora en voz baja. Fatma, profesora en una escuela coránica, es una de ellas. Velada íntegramente, sus ojos negros desprenden fuego «¿Por qué no se le ha permitido acabar su mandato? ¿Es esto la democracia?», grita. «Yo me manifestaré hasta el final para que Morsi vuelva. No temo ni al Ejército ni a la policía; sólo temo a Dios».

A su lado, otra mujer velada la interrumpe: «Dicen que los islamistas son terroristas. Hay tres edificios del Ejército en este barrio: ¿los estamos acaso asaltando? Son ellos los terroristas. Nosotros, llegamos aquí gracias a las urnas».

El domingo, el acto de la mezquita Rabaa Al Adiwiya prosiguió con más calma. El doctor Gamal Abdel Sattan Mohamed, teólogo en Al Azhar, acudió para aplacar a los miles de manifestantes: «Hay tres puntos en los que los manifestantes de Rabaa deben apoyarse, explica: el primero es que Dios lo sabe todo, segundo, que los egipcios somos un único pueblo y, tercero, que sólo una acción pacífica traerá una solución».

Sin embargo, cuando sólo han pasado unos días del derrocamiento del presidente Morsi por parte del Ejército, el pueblo egipcio parece sin embargo muy dividido. A pocas horas del inicio del Ramadán, los rebeldes de Rabaa no parecen dispuestos a abandonar su particular plaza Tahrir.^

[Este artículo ha sido publicado en la web del diario L’Humanité]

 

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