Sociedad

Bertran Cazorla: “No intenté agredir a nadie ¡Y menos a policías!”

El periodista Bertran Cazorla, detenido la madrugada del sábado, denuncia haber sufrido malos tratos por parte de varios mossos. La policía lo acusa de lesionar a tres agentes con un juego de llaves, lo que niega rotundamente

BARCELONA// El periodista y politólogo Bertran Cazorla, conocido por documentar abusos policiales, denuncia haber sido víctima de una agresión de los Mossos la pasada madrugada del viernes al sábado en la comisaría de la policía catalana de Ciutat Vella, en la calle Nou de la Rambla de Barcelona.

El trabajo de este colaborador del semanario Directa y de Mèdia.cat había destacado recientemente por dar a conocer la noticia de la condecoración a miembros de la División Azul por parte de la delegada del Gobierno en Cataluña, María de los Llanos de Luna, y por realizar un crítico reportaje sobre el aumento de las muertes bajo custodia policial.

Asimismo, hace tiempo que Cazorla actualiza un mapa interactivo en el que se recogen las agresiones y declaraciones xenófobas de la formación Plataforma per Catalunya.

La detención de Cazorla ha provocado múltiples reacciones en los últimos días. Tras el incidente en Ciutat Vella, fue trasladado al centro de detención de la comisaría de Les Corts, donde, ya en la mañana del sábado, acudieron para interesarse por su situación diputados de ICV-EUiA, la CUP-AE, y el PSC. Precisamente, este mes, el periodista ha entrado a formar parte del equipo de prensa de EUiA.

Más de diez horas de detención

Tras más de diez horas de detención, Cazorla fue puesto en libertad con cargos de atentado a la autoridad y lesiones. Estos son los únicos hechos que coinciden en las versiones ofrecidas por la policía y el reportero. Los motivos de la detención y lo que sucedió en comisaría, sin embargo, son completamente opuestos en los dos casos.

Cazorla asegura que fue arrastrado a la fuerza dentro de la comisaría cuando se quedó mirando en la calle a dos agentes que se dirigían a una persona “de una forma que no parecía la correcta”. Denuncia que, una vez dentro, fue abofeteado por un agente al que había pedido el número de identificación policial (TIP), que no llevaba a la vista. Cuando, tras ser denunciado, le dijeron que podía irse, explica, trató de encontrar al agente que le había pegado para denunciarlo. Fue entonces cuando varios policías se habrían abalanzado encima de él, esposándole y dándole golpes por todo el cuerpo, con un trato vejatorio constante.

Tras visitar un Centro de Atención Primaria, fue trasladado a los calabozos de la comisaría de Les Corts, donde continuó recibiendo un trato vejatorio y donde los agentes hicieron caso omiso de sus palabras denunciando los malos tratos sufridos. Cazorla ya ha anunciado que denunciará a los agentes por maltrato y lamenta no haberlos podido identificar puesto que no llevaban el TIP visible. ICV-EUiA y el Grupo de Periodistas Ramón Barnils ha pedido al Departamento de Interior que abra una investigación para aclarar los hechos, un extremo que ha descartado hoy el conseller Ramón Espadaler, que se ha reafirmado en la versión policial.

«Invitados» a entrar en la comisaría

El gabinete de prensa de los Mossos d’Esquadra emitió el sábado un comunicado en el cual se explicaba que Cazorla fue detenido por insultar a unos agentes que “estaban hablando con un ciudadano delante de la comisaría de Ciutat Vella”. Cazorla y un amigo suyo, prosigue el comunicado, fueron «invitados» a entrar a la comisaría para identificarlos. Cuando se les comunicó que ya se podían ir, afirma la versión policial, el reportero “cogió un juego de llaves y se lanzó encima de uno de los policías, mientras lo golpeaba”. Según la policía, Cazorla se habría “resistido activamente” a la detención y, fruto del forcejeo, “tres agentes resultaron heridos leves”.

El periodista defiende  que «no son dos versiones contrapuestas, es alguien que dice la verdad y alguien que dice falsedades». Asegura que aún está dolorido por las agresiones sufridas en comisaría, y niega todas las acusaciones que se le imputan.

¿Por qué le detuvieron?

Era de madrugada, yo iba con unos amigos por la calle Nou de la Rambla, y vimos que delante de la comisaría de Ciutat Vella dos mossos d’esquadra se dirigían a una persona de una forma que parecía que no era la correcta. Entonces decidí una cosa que, entiendo, corresponde a un comportamiento que deben tener los ciudadanos, que es, cuando ven una escena que puede suponer un abuso, quedarse mirando, para que, como mínimo, quien la esté protagonizando no tenga un sentimiento de impunidad. La reacción de uno de los mossos fue venir hacia mí, decirme que qué miraba, que me fuese. Cuando me iba, me cogió de los brazos y me llevó hacia dentro de la comisaría.

¿Entonces no le invitaron a entrar?

Es falso lo que dice el Departamento de Interior, que se me invitó amablemente a entrar a comisaría para identificarme preservando mi intimidad. A mí el agente me cargó en brazos y me llevó hacia dentro. No son dos versiones contrapuestas, es alguien que dice la verdad y alguien que dice falsedades, y es fácilmente demostrable porque supongo que en la puerta de la comisaría hay cámaras.

¿Qué le dijeron los agentes cuando le llevaron a comisaría?

Me recriminan que intentase fiscalizar su actuación. De malas maneras y utilizando una fuerza desproporcionada.

¿Le pide el número de placa a los policías?

Yo no les falté al respeto pero lo que sí que hacía era hacerles notar cuando hacían una cosa que no era correcta, por ejemplo no identificarse. Cuando entraron varios agentes a la sala de detención, la mayoría de los policías no llevaban la TIP. Cuando les pedí que me la facilitasen, la respuesta de uno de ellos fue darme una bofetada.

¿Por qué a usted le mantienen detenido pero dejan libre a la persona que le acompañaba?

Una vez ya nos han puesto las denuncias salimos de la sala de detención y nos dicen que ya podemos recoger nuestras cosas. Recupero las llaves, el móvil, y todo. Y hago el gesto de querer ir a la oficina a la que ha ido el mosso que me ha pegado para pedirle la TIP y poderlo denunciar. Al instante, el mismo mosso que me había detenido me coge, me hace volar por el pasillo, voy a parar al suelo, se me tiran encima, me esposan y me apalean. Intuyo que me detienen por el hecho de querer ir a buscar al policía que me ha dado la bofetada para poderlo denunciar. Al otro compañero lo dejan ir.

¿Es entonces cuando sufrió los peores abusos?

Cuando me tiran al suelo y se me lanzan cuatro mossos encima me esposan. Una vez en el suelo, esposado y reducido, me siguen pegando. Mientras yo grito y les digo que ya está bien, que ya está bien, me siguen pegando. Y después me llevan de malas maneras a la sala de detención y allí me siguen pegando. Me pegaban por el gusto de pegarme, y por la rabia que tenían encima. No sé de dónde venía esta rabia. Ellos me han acusado a mí de ir pasado de vueltas, yo no acusaré de nada, pero me parece muy raro que de buena mañana agentes que acaban de empezar su turno estén tan alterados. En un momento pienso que no me romperán nada ni me harán más daño porque no se les puede ir de las manos, y eso es lo que me tranquiliza.

¿En algún momento piensa que lo que le está pasando tiene algo que ver con el hecho de ser un periodista crítico?

No creo que me detuvieran sabiendo que yo era periodista. Eso lo supieron cuando me registraron la cartera y vieron el carné del sindicato de periodistas. El comentario del policía fue: “¡Ah! ¡Eres periodista! Entonces con razón salen las cosas que salen de los Mossos en la prensa”. En aquel momento no me detuvieron como periodista sino como ciudadano. Si me ha pasado a mí, y yo lo he podido denunciar, me inquieta que le haya podido pasar a mucha gente que no ha podido denunciar.

¿Recuerda si había cámaras en la sala de detención?

No lo recuerdo. Espero que hubiese cámaras para que quedasen registradas las bofetadas y la forma de reducirme que tuvieron.

Pidió que le llevaran al CAP para que le hicieran una revisión…

Cuando ya estoy oficialmente detenido y esposado en la sala de detención, se me comunica que tengo derecho a pedir un abogado y a informar a alguien, pero no de que tengo derecho a asistencia médica. Yo soy conocedor de ese derecho, y la pido. Entonces me llevan al CAP, y de allí ya me trasladan directamente al centro de detención de Les Corts.

¿Qué trato recibe en Les Corts?

Allí la cosa se va calmando con el paso de las horas, sobre todo cuando gracias a la concentración de personas delante de la comisaría van tomando conciencia de que la han liado un poco gorda, de que se les ha ido de las manos. Lo primero que yo hago, delante de los agentes de la autoridad, es denunciar las palizas que he sufrido por parte de otros agentes. Esta denuncia no se toma en serio, evidentemente, sino que la respuesta es: “Somos una policía democrática, ¿qué te inventas? Alguna cosa habrás hecho”. Sufro un trato vejatorio contra el cual manifiesto mi discrepancia y el resultado es un trato aún más vejatorio. Muchos de los agentes me hablan en castellano, y yo les pido por favor que me hablen en catalán, que, como ciudadano de Cataluña, el Estatut me ampara para que las administraciones me atiendan en cualquiera de las dos lenguas cooficiales. La respuesta es negarse a cambiar de lengua y hacer mofa, incluso un agente llega a decirme: “Y viva España, para que te vayas enterando”.

¿Cuantas horas pasa en los calabozos?

No sé, porque en los calabozos se pierde el sentido del tiempo. Cuando me meten dentro, había dos personas más. Lo primero que me pregunta uno de los compañeros de calabozo es ¿a qué hora te han detenido?, porque llevaban ya unas horas allí y habían perdido la noción del tiempo.

¿En qué condiciones se encuentran las celdas?

Los calabozos están sucios, la pintura ha saltado, hay goteras y charcos de agua en el suelo, huelen muy mal, porque las cadenas de los retretes no se tiran, huele a humanidad, las mantas y los aislantes no los cambian después de cada uso. Es un lugar muy oscuro. No hay ningún reloj, y eso es importante, perder la noción del tiempo es realmente inquietante. Todo es demasiado tenebroso y siniestro para una policía democrática.

Finalmente llega su abogado y le dejan marchar…

Cuando llega mi abogado decidimos no declarar en sede policial sino delante de un juez. Me cogen las huellas y me vuelven a poner en el calabozo unos 20 minutos. Después me devuelven los objetos personales y me dejan ir. Entre otras cosas, me devuelven los dos llaveros, el de las llaves de casa y el del coche, sin hacerme ningún tipo de comentario sobre la posibilidad de que yo los haya utilizado como arma y que se lo tienen que quedar como prueba en un proceso en el cual se me acusa de lesiones.

Una vez fuera, se entera de que se le acusa de agredir a los policías…

Sí, la gente que estaba a las puertas me informa de que se me está acusando de agredir a tres agentes con las llaves. Yo no intenté agredir a nadie en ningún momento, ¡y menos a policías! En primer lugar, porque agredir físicamente no es la forma de solucionar las cosas; segundo, porque mi interés estaba en no dejar que la situación fuera a peor y, por tanto, intentar no responder a las provocaciones continuas que me hacían los agentes; y tercero, porque no tiene ningún sentido que una persona de mi tamaño se encare con seis o siete policías altos y fornidos. Es absolutamente falso que en ningún momento intentase oponer algún tipo de resistencia.

Esa tarde decide ir a hacerse un análisis de orina, que da negativo en todos los tóxicos. ¿Por qué?

Porque desde el gabinete de prensa de los Mossos se estaban difundiendo muchas falsedades, entre otras cosas que yo iba muy “pasado de vueltas”. Yo sí que había bebido aquella noche, pero era plenamente consciente de lo que hacía, y era plenamente capaz de ser consciente de mis responsabilidades y de mis actos. El quedarme parado mirando la actuación policial no era un efecto de ir pasado de vueltas sino todo lo contrario, un efecto de mi conciencia, de mi responsabilidad como ciudadano de no mirar hacia otro lado cuando ves que puede que se esté produciendo un abuso. Ellos no me hicieron ningún tipo de análisis, ni de sangre ni de orina. Como se estaban difundiendo falsedades sin contrastar, fui al hospital a hacérmela.

¿Cuál fue su reacción al leer el comunicado de prensa?

Mi primera reacción en caliente fue de indignación. La segunda, ya en frío, fue pensar si se pueden tomar acciones contra esas falsedades. Y la tercera es un sentimiento de desolación, porque constato que el gabinete de prensa de los Mossos d’Esquadra, corporativamente, para cubrir una noticia negativa lo que hace es difundir falsedades en lugar de investigar a fondo. Creo que la función de un gabinete de prensa no es mentir para cubrir las irregularidades que se puedan producir en un cuerpo policial, sino fiscalizar, investigar y pedir responsabilidades por estas malas conductas.

Supongo que, como periodista, había contactado en anteriores ocasiones con este gabinete de prensa…

Sí, cuando yo trabajaba para la ACN en el Baix Llobregat, hablaba con el gabinete de prensa de la policía, y también con jefes policiales de la región, y son unas personas encantadoras, que tratan de hacer su trabajo lo mejor posible. El dolor emocional más fuerte era pensar en todos aquellos que hacen bien su trabajo y tienen que aguantar este tipo de personajes en el cuerpo.

¿Qué conclusión saca de la experiencia?

Pasar por los calabozos de Les Corts y poder contrastar cómo están estos calabozos ha sido una experiencia interesante. Como periodista, mi función es investigar las denuncias de abusos y mirar si hay responsables de estas denuncias, para que se les pueda pedir después responsabilidades. Como ciudadano, a nivel personal, es triste poder constatar que las denuncias que muchas veces como periodista he oído y se me han formulado por parte de los afectados, que son una de las versiones, una de las partes de la historia, sobre los abusos de ciertos policías, y sobre las conductas impropias de ciertos agentes, existen.

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Comentarios
  1. Ánimo, Beltrán, espero que no quede impune lo que has sufrido en tus huesos, parece que has hecho todo lo posible para defender tu caso contra la neo-dictadura.

    Pensando en mi país dan ganas de llorar.

  2. Es lo que tiene vivir en un Estado policial donde quienes monopolizan la violencia no están acostumbrados a que se les recriminen sus actuaciones ilegales. La impunidad de la policía en este país no es nueva solo que ahora la gente no se calla y sobre todo, que ahora es en todo el Estado.

  3. En la pequeña ciudad oscense donde resido, aún no hace un més, me retiraba a eso de las doce de la noche y en mi calle me encontré con 5 ó 6 furgones policiales, algunos circulando contra dirección en plan suicida, para llevarse a un chaval que tenían reducido en el suelo y que gritaba que le hacían daño en el brazo.
    Sin saber lo que había hecho el chaval me pareció una fuerza desproporcionada y me acerqué para que vieran que había testigos observándolos.
    Se me acercó un policía gritándome que estaba entorpeciendo su labor, que me fuera. (Yo tambien le respondí gritando que por qué no perseguían así a los evasores de capital, y a los ladrones de alto copete).
    Mientras, se llevaron al chaval y me quedé intranquila por su suerte pués sabido es, a través de Asoc. de DDHH, que en España se sigue torturando y pensando en que tal vez no tuviera a nadie que se preocupara por su paradero.
    No he podido saber nada más al respecto. Ni por los medios de comunicación, ni por la asistenta del barrio, nis por los grupos de la oposición. NADIE SABE NADA.
    En esta misma ciudad, en la última huelga general, la policía detuvo a tres jóvenes que se manifestaban pacíficamente con sus bicicletas. Uno de estos jóvenes les increpó que no tenían derecho a hacerlo por lo que salió de la comisaría con un ojo morado.
    En Artieda (Zaragoza) hace unos meses, en una manifestación completamente pacífica contra el recrecimiento del pantano de Yesa, la guardia civil de Zaragoza cargó (ver el vídeo) contra indefensos manifestantes que estaban sentados en la carretera con sus pancartas y sus canciones reivindicativas.
    Así que lo que le ha pasado a Bertrán Cazorla a mí no me sorprende.

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