Amanecer morado

Vale, ya sé que el color de UPyD no es el morado republicano sino el magenta, pero ante un chiste malo servidor se ha encontrado siempre incapaz de resistir. Aun suerte que no he titulado “Amanecer Rosa-do” por lo de la Díez…Perdón pues a los espíritus estéticos. (Nota extra: el populista y xenófobo UKIP del Reino Unido también tiene el color magenta como bandera. Nada, por informar)

Al lío. Desde hace ya un año bien bueno mucha sociología española se ha preguntado por el retraso que lleva la Península en el tema de los populismos y los extremismos. Como en el relato de Edgard Allan Poe La carta robada, esa formación que buscábamos por las alcantarillas de las redes y los conciliábulos conspiranoicos resulta que se encontraba a la vista de todos nosotros. El partido populista/antipolítico del Reino es/será UPyD. La reciente encuesta de El País junto con otra del CIS nos dan las condiciones perfectas para que esto sea así: desgaste del sistema Cánovas/Sagasta y una creciente voluntad estatalista sobre todo del centro peninsular. O lo que es lo mismo en España, centrípeta y centralizadora.

A pesar de esa voluntad unificadora, el país no tiene talento como para generar un salvapatrias que contenga todas las virtudes que necesita el papel. Así que se ha ido parcheando el trabajo. Rosa Díez hace de Belén Esteban. Madre-trabajadora de pocas verdades pero simples. Por la Consti, ma-ta. El papel de Beppe Grillo se reparte en una troupe al estilo Hermanos Tonetti. Cantó, Pombo y Savater. Uno contra las feminazis, el otro requiriendo el concurso de un dictador y el tercero, a lo que surja, que para eso es filósofo.

¿Y cuál es la gramática parda de los magentas? “Back to the imperial basics”, la inmutabilidad eterna de España y la traición exterior. Lo de siempre pero con nuevo envoltorio, eso sí. No es el rancio nacionalcatólico del franquismo (régimen que por cierto siguen sin querer condenar). Ahora le llaman patriotismo constitucional. Se trata, básicamente, de sustituir a Dios Padre por la Constitución del 78. Es como si la constitución estuviese, en lugar de papel, escrita en una hoja de guillotina y su utilidad más eficaz fuese descabezar a los tibios, renuentes  y sospechosos a su inmaculada bondad.

Como Amanecer Dorado, los de UPyD sostienen que los españoles deben ir primero. Lo que ocurre es que su afirmación no va dirigida contra los inmigrantes sino contra los “malos españoles”, esto es, los nacionalistas. ¿Y qué es el nacionalismo?

Como afirma Rosa Díez en la revista conservadora Jot Down, el nacionalismo no es una ideología, es una religión y la nueva curia Consti-patriótica debe exterminar toda herejía ¿CiU, PNV, ERC, CC, CUP, BNG, SI, CHA, BNV, BILDU, ANOVA, PSM, EA? Da igual. Todos lo mismo, todos nacionalistas. Periferia centrífuga. Malos españoles. Los buenos españoles primero.

¿Y los otros asuntos? Da un poco igual. Doctrina grillista: un poco de ecologismo, caña a los oligopolios, amor al pueblo así en general y mucho apoyo a esos que llaman “emprendedores”, que no son más que los patronos pero con tablet. Es como el zapaterismo pero de derechas: una mezcla de opiniones de bar, encuestas e ideas comunes empaquetadas para que suenen bien.

¿Y cuál es el peligro? Más allá del daño neuronal y la vergüenza torera que producen los magentas, el gran peligro de estos movimientos es la desactivación de los núcleos de politización que, a duras penas, se están creando a partir del 2008. Parte de las mareas y del 15-M se puede adscribir a lo que ya se conoce como ciudadanismo. Es decir, colectivos irritados pero no comprometidos con una impugnación al sistema productivo. Con una reforma del representativo, con aquello que llamábamos “restauración socialdemócrata” se darían por satisfechos. Una España sin diferencias, sin problemas de territorio es una ciberEspaña, un paraíso de circunscripción única donde el ruido de la diferencia se mutea y el pantone territorial se simplifica. Para la joven protesta, que aún no ha llegado a ser política, la antipolítica es un suave colchón de simplezas. Para los que queremos fibra política y nervio en las ideas, son un poderoso enemigo.

[Artículo publicado en el nº 6 de la revista La Marea a venta en kioskos y aquí]