Opinión
Cruzar la ventana de oportunidad
La eventual apertura de un proceso constituyente hace necesaria la construcción de unidad popular frente a la reacción. Las izquierdas comparten ampliamente un programa de mínimos.
IRIA MELÉNDEZ y DIEGO GONZÁLEZ// Hablar de proceso constituyente no es, a diferencia de hasta hace muy poco, un mero deseo. La crisis económica ha provocado una crisis de dominación en la que la clase dominante tiene cada vez más dificultades para hacer valer sus intereses como universales. El cóctel resultante, en el que se mezclan elementos a veces contradictorios como el “que no nos representan”, “PP y PSOE lo mismo es”, “para qué voy a votar si son todos iguales” o “voy a votar a otros porque estoy cansando de que me tomen el pelo los de siempre”, supone la apertura de una ventana de oportunidad que permite una redefinición de los márgenes entre lo posible y lo imposible. Ahora bien, que la hegemonía neoliberal se resquebraje no significa que automáticamente se forje una nueva mayoría popular transformadora. El resultado de la ventana de oportunidad que se cruce dependerá de la correlación de fuerzas existente y se sintetizará en un punto del eje entre la reacción, el gatopardismo y la trasformación radical de las relaciones sociales. De ahí la urgente necesidad de construir un frente de unidad popular con tal de que entre los diferentes actores sociales en pugna el elemento transformador sea hegemónico.
Con este artículo, animados tanto por los últimos sondeos electorales como por los resultados de las elecciones catalanas y gallegas, nos hemos propuesto contribuir a la construcción de un frente amplio huyendo del –acomodado- sectarismo y evidenciando algo que todo el mundo conoce: las izquierdas, a pesar de concurrir divididas a las elecciones, comparten, en esencia, los mismos puntos de vista sobre cuestiones clave. Los veinte puntos que hemos analizado, conformadores de lo que a nuestro parecer es parte de un programa de mínimos de ruptura, así lo demuestran: el nivel de coincidencia, como señalamos en la tabla, es de 91,65%. Es cierto que existen numerosos matices, y que se dan distintos grados de intensidad entre el anticapitalismo y la socialdemocracia, pero ante una situación de emergencia como la que nos encontramos se hace urgente tender puentes y focalizar esfuerzos en los puntos de unión.
Desde luego, como se ha planteado desde Cataluña, no se trata de llevar a cabo pactos entre las cúpulas de las diferentes fuerzas políticas sino de emprender un proceso participativo en el que los movimientos sociales jueguen un rol central haciendo de la multiplicidad de reivindicaciones concretas un universal que se identifique con la propuesta aglutinadora de activación del poder constituyente. Como lo resume Žižek, “la situación se politiza cuando la reivindicación puntual empieza a funcionar como una condensación metafórica de una oposición global contra Ellos, los que mandan, de modo que la protesta pasa de referirse a determinada reivindicación a reflejar la dimensión universal que esa específica reivindicación concreta contiene.”
Somos conscientes, como tantas veces se ha advertido, que de poco sirve el acceso al poder institucional si no está respaldado por el poder popular. Como así lo demuestran las recientes experiencias latinoamericanas, ha de producirse un entrelazamiento dialéctico entre poder constituyente y poder constituido de tal forma que mientras el primero se convierte en el elemento dinamizador (antiestático) del segundo a través de mecanismos de participación y de control democráticos, el segundo se erige en garante de los derechos y del ejercicio democrático del primero. De ahí la importancia de la toma del poder institucional y de emprender una estrategia de ruptura constituyente que permita la construcción de un nuevo bloque histórico, de una nueva hegemonía cultural, de una nueva cotidianidad. Pero también, en lo inmediato, para ser el freno de emergencia a las políticas neoliberales y garantizar no únicamente los derechos civiles y políticos sino también los sociales, económicos, culturales y medioambientales, replanteándonos radicalmente un modelo de crecimiento basado en una estrategia imperialista de obtención de recursos a precios irrisorios y en la devastación del medioambiente.
Queda únicamente por preguntarse si nos atrevemos a dar el paso e iniciar un proceso de transformaciones sociales profundas no sólo desde la calle sino también desde las instituciones. Si entendemos que la victoria de Syriza en Grecia es fundamental, ¿por qué no iba a serlo la de un Frente Democrático en España? En las próximas elecciones al Parlamento Europeo en 2014, de circunscripción electoral única, tenemos una primera prueba. ¿Cometeremos el error de las anteriores concurriendo divididos? ¿Volveremos a buscar sin éxito, como advirtió en su momento Isaac Rosa, la papeleta de Izquierda Unida Anticapitalista Internacionalista? De la puesta en marcha inmediata de reuniones entre partidos, movimientos sociales, ciudadanía interesada y sindicatos (no olvidemos a los anarcosindicalistas) dependerá. La correlación de fuerzas que se establezca determinará si caminamos hacia la salida democrática o al autoritarismo. El tiempo apremia: el régimen se hunde a pasos acelerados y los progresos de las fuerzas transformadoras son todavía muy lentos.
* Iria Meléndez Pérez es investigadora en Psicología en la Universidad Autónoma de Barcelona y Diego González Cadenas es investigador en Derecho Constitucional en la Universidad de Valencia.
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Porque solo nos preocupamos de buscar la unidad de cara a las elecciones. La unidad debe estar en la lucha, y como reflejo de esta lucha unida, un frente de lucha más sería el electoral. Pero hacer una unidad tan solo para lograr sentar a algunas personas en escaños no creo que sea lo correcto, seguiriamos por el mal camino.
Estoy comprometido y dedico algo de tiempo a promover el Procés Constituent y una candidatura unida de izquierdas, pero si al final no es posible voy a votar Escaños en Blanco, para que al menos sea visible mi cabreo.
En esa tabla faltan dos cosas fundamentales que no permiten el pacto entre muchos partidos entre los que segun esa tabla si que sería posible el pacto: salida de la Unión Europea y reforma o abolición de capitalismo. Y si no mirad el caso de Grecia y la imposibilidad de lograr un pacto SYRIZA-KKE.
Sería lo suyo, pero dudo mucho de la plena Lealtad y Colaboración por parte de los Partidos Nacionalistas.
… y viceversa
Discrepo con la posible denominación de Frente Democrático que tiene connotaciones militares y recuerda a la guerra civil y al Frente Popular
EHBildu sí está por la salida de la OTAN.
En su programa electoral no lo mencionan: http://ehbildu.net/programa/programa-es.pdf
Los de PACMA sacaron 100.000 votos en las últimas elecciones: ¿la cosa no va con ellos o qué?
Una rápida lectura de su programa electoral contesta a tu pregunta: http://www.pacma.es/p/81