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¿El yate regalado al rey por los empresarios baleares?

Hay frases e ideas que, a fuerza de repetirse en variados lugares por diversas personas, adquieren la fuerza y el poder de convicción de los eslóganes publicitarios, aunque sean igual de ciertos. Uno de estos conceptos míticos escasamente fundados en la realidad es “el yate regalado al rey por empresarios baleares».

Aunque, como suele ser habitual en estos asuntos relacionados con la filantropía, las informaciones de primera mano son escasas. La Fundacion Turística y Cultura (Fundatur), entidad creada ad hoc para gestionar este menester no dispone ni de página web, nos es posible rastrear, hasta cierto punto, en el ingrato tema de la financiación del regalo real.

Al parecer, el yate Fortuna acabó costando un total de 21 millones de euros (3500 millones de pesetas), donados generosamente por los 25 empresarios que constituyen lo más granado de la industria balear y que, supuestamente, contribuyeron con 600.000 euros (100 millones de pesetas) por barba. Y, en efecto, se habrán ustedes dado cuenta, como yo, que las cuentas no cuadran.

Y esto es así porque el principal contribuyente individual a la embarcación acabó siendo el gobierno balear, que aportó una cantidad que algunos sitúan en 2,7 millones de euros (450 millones de pesetas) y otros en el entorno de los 3 millones de euros. Pero no fue ésta la única aportación pública al barco de recreo real, porque, si repasamos la lista de donantes, encontramos entre ellos a las entonces cajas de ahorro Sa Nostra y la Caixa, con una cantidad no conocida.

Pero, además, y como siempre en estos casos de utilidad pública, las donaciones gozaron de las oportunas y más que merecidas exenciones fiscales, por lo que, a la postre, la Hacienda Pública se convirtió también en mecenas de la magna obra, y, dado que ahora aquellos generosos empresarios exigen su restitución por haber renunciado el monarca a su uso, parece buen momento para, al igual que ocurre, por ejemplo, con los planes de pensiones, demandarles aquellas desgravaciones.

No dudo, en fin, que Patrimonio Nacional tendrá en cuenta todos estos aspectos a la hora de estudiar esta “restitución», pero dudo mucho, en cambio, que se revise ese concepto tan extendido de “empresario que regaló un yate al rey».

Texto enviado por Raúl Rodríguez Mateos a la dirección cartas@lamarea.com

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