Internacional

Hollande viste a Merkel de conciliadora de cara a las elecciones alemanas

Los dos líderes se prodigan en llamamientos para "relanzar el empleo" en la UE pero sin anunciar medida alguna // La canciller, criticada por su política de austeridad ciega, pretende mejorar su imagen en Europa

Andrés Pérez / SanchoPanza presse coop // El presidente francés, François Hollande, ha acogido este jueves en París a la canciller alemana, Angela Merkel, para una puesta en escena de lujo que incluyó visitas al Louvre y una conferencia de prensa conjunta en el Elíseo. Además, ambos celebraron reuniones en torno a una supuesta iniciativa de relanzamiento y empleo en la UE que, en realidad, no hace más que retomar eslóganes sobre los inexistentes 120.000 millones de euros del plan europeo aprobado hace casi un año.

La visita de Merkel, cuyo fuerte perfil de relaciones públicas y de publicidad ni siquiera fue ocultado, se produce curiosamente en el momento en que los grandes partidos alemanes calientan motores de cara a las elecciones generales de septiembre. Al ofrecerle tribuna amigable en París, Hollande viene así a mejorar la imagen de la canciller, candidata a la reelección frente al SPD y frente a Die Linke. Y lo hace precisamente en el momento en Merkel y los conservadores empezaban a tener que asumir el coste electoral derivado de la mala imagen de Alemania en Europa, por su severidad en la imposición de políticas de austeridad.

Durante la rueda de prensa, Merkel y Hollande insistieron en que llevarán una posición común al Consejo Europeo de finales de junio, como si ese mero hecho (de una reunión más para una moción más para una cumbre más) representara en sí un avance. «Queremos una Europa más atenta al empleo» y «que ponga en marcha políticas de crecimiento y de competitividad», dijo Hollande.

La única novedad real fue el anuncio de que los 6.000 millones de euros de dotación del paquete empleo joven de la UE, según Merkel, podrían ser desbloqueados no en los siete años inicialmente previstos (2014-2020), sino en los dos primeros. Cosa que, dado que el plan no tiene objetivos cifrados de creación de empleo, sino sólo de ayudas al aprendizaje, a la movilidad y a las pymes, tampoco cambia radialmente las coordenadas.

El misterio de un François Hollande cada vez más enrocado en su Chateau (Castillo, apodo que se suele dar al Elíseo), repitiendo eslóganes sobre el relanzamiento y el empleo, concentrado casi exclusivamente en su rol protocolario de socio del eje franco-alemán, y dando bazas a la conservadora Merkel, tiene su clave en los datos internos de Francia.

Más paro=más «reformas»
En el mismo minuto en que se iniciaba la conferencia de prensa franco-alemana, la última estadística sobre empleo cayó como una guillotina. Por tercer mes consecutivo, el paro sube tan abrumadoramente en Francia que pulveriza el récord histórico de 1997. Con un +1,2% en marzo, el número de parados, sólo en la categoría A (inscritos, y que no lograron trabajar o estar en formación remunerada ni una sola hora) se eleva ya a 3,264 millones de personas.

Un año después de su elección, el candidato del PS que prometía «reencantar el sueño francés» y «torcer la curva del paro», dirige una Francia que ha entrado en recesión. Y ello pese a que el conjunto de medidas con las que prometía relanzar el país (empleos de futuro, contratos de generación, Crédito Impuesto Competitividad, Acuerdos de Flexibilización), su célebre «caja de herramientas», están en marcha desde hace meses.

Hollande acaricia ahora el proyecto de recortar el sistema público de pensiones (las pistas son desindexar las jubilaciones de la inflación, o alargar los períodos de cotización obligatorios), empezar a retocar el llamado «coeficiente familiar» (para empezar a excluir a familias de clase media de la generosa política de subsidios familiares de esta nación) y cambiar el sistema de subsidios de desempleo (para aumentar la presión sobre los parados).

La presencia de Merkel y los conservadores partidarios de la austeridad en los mandos de Berlín aparece, para Hollande, como el contrapeso ideal, la única justificacion, para poder seguir aplicando su política en Francia, donde es cada vez más cuestionado su liderazgo.

De la misma manera, las recomendaciones de la Comisión de Bruselas a Francia ayer, calificadas de «guerra social contra los franceses» por el Frente de Izquierdas, permitieron a Hollande una serie de declaraciones altisonantes para presentarse como defensor de la Nación. Cuando en realidad el Elíseo se dispone a aplicarlas casi a pies juntillas, eso sí con su propio calendario.

Una mayoría que se tambalea
Con una popularidad que ronda la aprobación de sólo entre un tercio y un cuarto de los franceses desde hace meses, Hollande se encuentra ya en dificultades políticas graves. Los diputados del ala izquierda del PS, que ya han votado con el Frente de Izquierdas en varias ocasiones, han presentado mociones para su «Conferencia Europa» del PS del 15 de junio. Reclaman que Hollande cumpla el «compromiso número 11» de su programa electoral, esto es la denuncia y renegociación del Tratado Merkozy de austeridad, cosa que va totalmente contra la orientación actual del Elíseo.Europa Ecología Los Verdes, partido que cuenta con tres miembros en el Gobierno socialista, acaba de votar una moción exigiendo una reorientación de la política gubernamental.

El presidente de la Asamblea Nacional, Claude Bartolone, partidario de «la confrontación» con la oligarquía alemana, y otros dirigentes socialistas han evocado la necesidad de formar un nuevo Gobierno, que esta vez sí incluiría a ministros del Frente de Izquierdas.

Tras la moción votada hace quince días por los Verdes, de hecho ya existe una mayoría parlementaria posible para ese posible nuevo Gobierno. «Este inicio de mandato de François Hollande recuerda el final del segundo mandato de François Mitterrand, una época en que sólo le apoyaban ciertos socialistas», indicó el politólogo Frédéric Dabi, del Instituto IFOP.

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