Cultura
Draft.inn: un teatro con responsabilidad social
El dramaturgo José Manuel Mora y el músico Javier Bastías ponen en marcha el proyecto Draft.inn, un laboratorio para la creación teatral que pretenden mantener mediante inversiones de socios
MADRID // “La vida es una aventura para los valientes”, les dijeron una vez al dramaturgo José Manuel Mora y al músico Javier Bastías. “Seamos capaces de gestionar el pesimismo”, apuntó en otra ocasión Walter Benjamin. Y los dos se tomaron ambos mantras al pie de la letra: hace un año alquilaron un local en el barrio de la Concepción de Madrid –un vecindario obrero madrileño- y pusieron en marcha el proyecto Draft.inn, “un laboratorio de teatro, un lugar donde sembrar los gérmenes que originen futuros espectáculos sin la presión del resultado final, un espacio propio para la creación que pretende tender puentes con la exhibición”, define Mora. Parafraseando a Virginia Woolf, una habitación propia de tres plantas y 600 metros cuadrados en lo que antes era una imprenta y para la que tuvieron que desembolsar entre 50.000 y 60.000 euros de su bolsillo. Do it yourself en tiempos de recortazos en la cultura, “y con la posibilidad de generar empleo, aunque el problema es la carga fiscal que tenemos, del 21%, y como nosotros, hay muchas empresas que se encuentran asfixiadas”, apostilla Bastías.
Los dos creadores, que desde 2005 tenían su propia productora teatral, vieron la oportunidad de este “lugar de encuentro de borradores” (Draft.inn en español) como el camino lógico a seguir después de encontrarse con un panorama en el que se han cerrado salas teatrales y cada vez hay menos producciones (o estas emplean cada vez a menos personas).
“Hay un divorcio entre el tejido institucional, el privado y el teatro off, y después de haber pasado por muchos sitios tenía la necesidad de tener este espacio como antesala de la creación. Quiero un teatro que nos haga vivir la experiencia del teatro. Además, aquí parece que llegar a una edad y ya tienes que dedicarte a producir tú”, apunta Mora, que ahora tiene 34 años. Para el proyecto consiguieron reunir a un buen grupo de colegas y amigos como los dramaturgos Borja Ortiz de Gondra y María Velasco, y directores como Fernando Soto, Carlota Ferrer, Salva Bolta y Paco Montes, a los que se sumaron nombres como los de Juan Mayorga e Ignacio García May. Con todos ellos prepararon un programa de actividades, que empieza este mes de mayo, doce meses después de arrendar el espacio, en el que se incluyen representaciones, talleres y cursos. Y no sólo de teatro, puesto que como manifiesta Bastías, “también tenemos un programa de responsabilidad social con acciones que reviertan en el colectivo de la zona”, como, por ejemplo, cursos de inglés para niños. Aire cultural para un barrio obrero, cuando las instituciones parecen desentenderse de las preocupaciones ciudadanas.
Draft.tinn se enmarca también en el movimiento que se ha denominado como ‘procomún’, con su apertura a la participación de los socios de forma activa. Mediante la inversión por parte de todo aquel que lo desee se puede obtener un 50% de descuento en el precio de las entradas, pero también formar parte de las actividades que se lleven a cabo.
Vida en medio de funerales
Esta forma de trabajar es para Salva Bolta, que hasta la fecha ha dirigido Escena Contemporánea, festival que a día de hoy se encuentra en la cuerda floja –la Comunidad de Madrid aún no se ha pronunciado sobre si habrá una próxima edición- “un regalo del cielo, ya que es encontrar vida en medio de tantos funerales”. Bolta, que anteriormente trabajó junto a Gerardo Vera en el Centro Dramático Nacional, se ha implicado en este proyecto “cuando ya sé que todo lo que existía antes se ha acabado”. “Es imposible estar parado y trabajar sin comer. Ya no hay condiciones para nadie. Y si estamos hablando de que se han demolido los servicios básicos, imagínate la cultura”, añade el director, quien afirma sentirse “un día con un pie en un sitio y otro día con un pie en el otro” con respecto a la frustración por no poder trabajar, “pero no tengo más remedio que evolucionar porque de lo que he estado viviendo hasta ahora no va a regresar”, añade.
Ahora, tanto a Mora como a Bastías les toca mantener el proyecto. Además de la participación de los socios, también han abierto las puertas para el mecenazgo privado. “Buscamos la viabilidad y la sostenibilidad de este proyecto, aunque me he dado cuenta de que de nada vale la gestión de un espacio si todos no estamos felices”, resume Mora. Aunque los dos saben que de la felicidad tampoco se come. Hora de arrimar el hombro.