Política
El liberalismo ibérico de Esperanza Aguirre y sus emprendedores amigos
Publicamos el artículo de Marco Schwartz sobre Esperanza Aguirre, que hoy ha recibido la medalla de oro de la Comunidad de Madrid. "Me gusta navegar con viento contrario", ha asegurado la expresidenta madrileña
MARCO SCHWARTZ// “Sí hay alternativa”, clama Esperanza Aguirre en su blog, imbuida del espíritu libertario de Margaret Thatcher. La presidenta del PP madrileño y eterna aspirante a dama de hierro mediterránea propone “acometer una reforma radical y sin precedentes de las administraciones públicas” y “reducir el peso del sector público para que llegue el dinero a empresarios y familias”.
Aguirre encarna una variante ibérica de liberalismo que desprecia al Estado, pero que lleva toda la vida acunándose en su cálido regazo. Que reclama que el Estado transfiera a manos privadas sus sectores más apetitosos, pero manteniendo al mismo tiempo el músculo suficiente para cofinanciar -y, si es necesario, salvar con dinero de todos los contribuyentes- a los intrépidos “emprendedores”. Estos liberales no son Bill Gates o Steve Jobs, que amasaron fortunas asumiendo riesgos reales y vendiendo sus productos a millones de consumidores. Tampoco son esos pequeños empresarios que se ganan el pan vendiendo un electrodoméstico o un par de zapatos al cliente del barrio.
Estos liberales son Manuel Lamela, exconsejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid bajo la presidencia de Aguirre, que, después de abandonar el cargo, entró en el consejo de administración de una empresa que gestiona un hospital público que él adjudicó. O Juan José Güemes, sucesor de Lamela, que al dejar el puesto fichó como consejero del laboratorio que acabó controlando la gestión, privatizada durante su mandato, de seis hospitales públicos. (Güemes dimitió al saltar el escándalo). Esos liberales son el exvicealcalde Manuel Cobo, el exalcalde Álvarez del Manzano y el exvicepresidente de la Comunidad de Madrid Luis Eduardo Cortés, que al concluir su etapa de desinteresado-servicio-a-los-ciudadanos, en vez de montar un Microsoft español o una tienda de ropa, se atrincheraron en el asquerosamente público IFEMA.
O la propia Aguirre, cuya campaña con la que consiguió en 2003 la presidencia de Madrid fue financiada, en buena parte, por una fundación del PP que se nutría de aportaciones de empresarios que, a su vez, recibían suculentos contratos de la repugnante administración pública. El caso Fundescam -una de las ramificaciones de la trama Gürtel- fue archivado por la fiscalía, pues la financiación ilegal prescribe a los cuatro años. Y no tuvo la menor consecuencia política. Uno de los mayores contribuyentes a las arcas de la fundación era ese paradigma del liberalismo adamsimthsiano llamado Gerardo Díaz Ferrán, autor de la frase memorable “¡Esperanza Aguirre es cojonuda!”, que cuando presidía la patronal clamaba contra el sector público y hoy se encuentra en prisión por alzamiento de bienes y blanqueo de capitales. Otro era el también insigne liberal Arturo Fernández, vicepresidente de la patronal, cuyos negocios han florecido al amparo de jugosos contratos con el Estado… al que encima no pagaba.
[Artículo publicado en El Mono Político]
Bien el artículo, pero Bill Gates y Steve Jobs tampoco han asumido todos sus riesgos y también han obtenido gran parte de su riqueza a costa de los contribuyentes. Las denuncias del capitalismo español anudadas a la admiración paleta del capitalismo extranjero a mí empieza a hartarme un poco. Sin obviar las diferencias, no hay ni ha habido sobre la faz de la Tierra ningún gran capitalista que no se haya nutrido del Estado.
Querrá ser Margaret Tatcher, pero 30 años después el paraíso que prometía la bruja del Oeste tampoco ha llegado. Solo consiguió que los británicos vivieran hacinados a precios insoportables, sin buenos trenes y sin buena sanidad.
Eso si, los pocos de la city viven cada vez mejor.
Futuro de miseria para la mayoría.
Acaba de aparcar su escoba en la Puerta del Sol para recibir de Ignecio la Medalla al Tamayazo con banda gurtelera escudo chorizos en campo de azur, peperos rampantes y roeles de sobres B.
Está preparando una pócima potente para enviar a Rajoy a pastar en los Campos del Señor.