Cultura

El debate de la redacción: Nuestra apuesta por el trueque

Empresas y profesionales han cedido bienes y servicios a La Marea a cambio de publicidad en las páginas de la revista

Sacar adelante un proyecto periodístico independiente conlleva la dificultad de tener que hacer frente a numerosos gastos sin el respaldo de ningún gran grupo empresarial. Las nóminas de los trabajadores, el pago a los colaboradores, el alquiler de la redacción, la impresión y distribución de la revista, son partidas imprescindibles para que La Marea llegue a tus manos.

En este periódico, además, nuestro código ético–propuesto por un socio y aprobado por la Asamblea– nos impide aceptar publicidad de empresas que contravengan nuestros principios editoriales, o bien anuncios concretos que vayan en contra de nuestro ideario. Ello reduce nuestras posibilidades de financiación.

Este mes hemos rechazado de nuevo una propuesta de publicidad, en este caso, de una empresa inmobiliaria. Tras hacer las comprobaciones pertinentes, averiguamos que esta compañía pertenece a un banco que ejecuta desahucios e invierte en empresas de armas.

Es obvio que una apuesta ética tan clara hace que nuestros ingresos por publicidad sean muy reducidos. Mientras encontramos a anunciantes –que sabemos que los hay– que se adhieran a nuestros principios y que quieran contratar publicidad en nuestra revista, nuestra cooperativa ha optado por promover una política de trueques mediante intercambios con empresas y profesionales que no contradigan nuestro código ético. Éstos nos proporcionan bienes y servicios a cambio de anuncios en La Marea.

Una de las primeras colaboraciones de este tipo fue con el local de coworking Garaje 30, que destinó un espacio para la redacción en Madrid a cambio de publicidad y de que pagáramos nuestros gastos.

También, previamente al nacimiento de La Marea, el diseñador freelance Andreu Balius nos cedió la tipografía “Barna” a cambio de un anuncio. “Accedí al intercambio por una cuestión de feeling con la revista. En lugar de cobrar lo que sería el precio de una licencia me parecía más lógico contribuir al proyecto de alguna manera”, explica Andreu, que con TYPEREPUBLIC diseña tipos de letras y fuentes digitales. “Yo no puedo contribuir haciendo artículos pero sí con una pequeña parte, con lo que yo me dedico. La propuesta del intercambio me parecía justa”, añade.

Esta sinergia positiva se ha dado también con Un Rincón en tu Oficina, una empresa de venta on line de material de oficina que ha empezado a funcionar este mismo año. “Somos lectores de La Marea, y sabemos lo que es empezar y llevar adelante un proyecto”, cuenta una de sus responsables.

A cambio del anuncio que aparece en la contraportada de este número, la empresa nos suministró sillas, papeleras y otros materiales necesarios para la redacción de la revista.

Mediante un acuerdo similar, la publicidad de la agencia de viajes a Islandia Boreal Travel, que apareció en la contraportada del número 4 de La Marea, y que también ocupa una página en éste, nos permitirá acceder a billetes aéreos para hacer un reportaje en ese país.

Desde que empezamos esta andadura, tratamos de conjugar la sostenibilidad del proyecto con la fidelidad a nuestros principios éticos. En el trueque hemos encontrado una vía para seguir creciendo y consolidando la revista.

El número 5 de La Marea ya está en los kioskos. Si lo prefieres, puedes hacerte con él en nuestra web.

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Comentarios
  1. El trueque puede ser un buen método para ir poco a poco rompiendo, como de una forma práctica, con el capitalismo.
    Como socio de La Marea, estoy oorgulloso de potenciar un medio de comunicación independiente y profesional que busca sistemas alternativos de financiación, oomo el trueque, y que no acepta cualquier tipo de publicidad, como forma de garantizar su independencia y de ser congruente con su principios éticos.

  2. La publicidad debe pagar espacios, no contenidos, mientras así sea cualquiera (que publicite actividades, bienes o servicios legales) es válida. La publicidad no enfanga el contenido si la dirección editorial no lo permite. No creo que sea función de ningún medio «proteger» a los lectores de determinada publicidad. La prueba del algodón sería contratarla y hacer un reportaje profundo sobre la empresa en cuestión.

    • La dependencia económica -en forma de publicidad, o en la forma que sea- paga contenidos. Es fácil decir que no es así en casos concretos, pero es muy difícil demostrarlo. Por eso creo que es fundamental y muy acertada la idea de reducir a un mínimo el peso de los ingresos de publicidad frente a las aportaciones de los lectores. Si una empresa, o una persona, o un partido, tiene el poder para ponerte en problemas económicos, ¿cómo puedes garantizar que estás evitando la autocensura?

      El código ético para la publicidad yo lo veo importante por la coherencia de la cooperativa (no para proteger al lector). Las ideas no solo se explican, también se ponen en práctica, y la publicidad, como otras transacciones comerciales, es una forma de colaboración. Yo lo veo como lo de haber contratado para las camisetas a una empresa con el certificado Ethical Trade. ¿Afectaría en algo a los contenidos de La Marea el vender ropa hecha en talleres de trabajo esclavo? Pues seguramente no, pero el mundo es un poco mejor por el hecho de que haya menos ropa hecha en esos talleres y más ropa hecha en condiciones dignas.

  3. Como simple lectora, sin producto que vender y, por tanto, que anunciar, mi contrapartida a vuestra información está en la compra de La Marea en mi kiosco. Ya sé que es simple, y que es poco… ójala tengáis mucha suerte y encontréis más de esas empresas con las que co-laborar

  4. Para cuando se pueda, también se podría ir pensando en introducir gradualmente medios alternativos para comprar La Marea. Me refiero a monedas sociales y monedas locales (SOL, boniatos, y un larguísimo etcétera), y también al bitcoin. Supongo que es cosa de esperar a que un pequeño grupo de socios de la cooperativa ponga sobre la mesa un plan concreto para que lo evalúe el consejo rector.

  5. El trueque está bien, y muchas veces puede establecer un nivel de confianza que no se consigue mediante el dinero, ya que el dinero abstrae el valor mercantil de las cosas, olvidándose de muchos detalles que son importantes. Con trueque, por ejemplo, es más fácil mantener los estándares éticos, porque te das más cuenta de con qué tipo de empresas estás tratando. Quiero pensar que la mayoría de los periódicos se verían forzados por sus lectores a retirar los anuncios de proxenetas, si el pago fuera en trueque.

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