Opinión
Diario de rebeldía: La solfónica
La orquesta nacida del 15M surgió de forma espontánea el 17 de mayo de 2012 cuando aún no se sabía qué iba a pasar con esa acampada en la Puerta del Sol
«La primera vez que oí a la Solfónica fue en la glorieta de Neptuno, el 17 de mayo de 2011, interpretando el cuarto movimiento de la Novena Sinfonía de Beethoven, con un gran coro y un montón de músicos. Yo era un manifestante más y me pareció hermoso escuchar música en medio de una multitud que coreaba consignas y acarreaba pancartas. Pero unos días más tarde, en Sol, volví a oírles y comprendí que lo que me atraía era mucho más que la música. Las acciones de la Solfónica eran un acto político. Y el enorme valor simbólico de ese acto político tenía una gran resonancia en mi».
Así explica Luis González, ingeniero de telecomunicaciones de 61 años, porqué forma parte de La Solfónica, la orquesta nacida del 15M, la orquesta que surgió de forma espontánea ese día que recuerda Luis, el 17 de mayo, cuando apenas se sabía que aquella acampada en la Puerta del Sol de Madrid iba a tener un nombre y un futuro y que se iba a convertir en un referente hasta llegar al corazón de Manhattan con aquel Ocupa Wall Street.
Con más de seis millones de parados, dos millones de familias que no reciben ningún tipo de ingreso y una caída del 4,58% de la tasa de ocupación en el último año; con un recorte continuo de derechos y libertades, con un gobierno que no sabe no contesta y con un país que va haciendo las maletas poco a poco, la pregunta de porqué no hay un estallido social está en el aire. Y muchas voces preguntan también: «¿Dónde está el 15M?» Los más conservadores con el regocijo de darlo por muerto o desaparecido y buena parte de la progresía con la satisfacción del «ya lo decía yo; sin líderes y sin programa político, sin intención de presentarse a las elecciones organizados en un partido político, eso no podía llegar a ninguna parte».
Sin embargo, ahí está vivo, organizado y bien nutrido. Además de sus propias asambleas, el impulso de aquella incierta acampada ha movilizado prácticamente a todos los grupos profesionales, -hasta 400 colectivos se han organizado en las diferentes mareas reivindicativas-, y «la infantería del 15M» nutre desde la Plataforma de Afectados por la Hipoteca hasta las Asociaciones de madres y padres de alumnos.
Quizá sea el momento de retomar la idea del «poder destituyente», -que, como los escraches, nace en Argentina en la revuelta de 2002-. Esa idea del poder del pueblo que no tiene ningún interés en entrar en las instituciones pero trabaja a fondo para limpiarlas. Quizá sea el momento de pensar, como reflexiona Luis, que «estamos viviendo unos años de gran trascendencia política y que traerán cambios reales. Dentro de poco celebraremos el segundo aniversario de las movilizaciones populares, que siguen vivas y con éxitos notables. Los jóvenes son la capa más activa de este movimiento. Sólo hay que esperar que los que han ostentado el poder en España -los partidos políticos dominantes, los grandes empresarios, la iglesia católica, la monarquía y la banca- que cada vez están más enfangados en la enorme maraña de corruptelas y mentiras que han construido, se hundan en su propio chapapote».
«Lo verás, Nuria» -me dice-, «lo veremos». Y me refuerza en la idea de que frente a tanto diario de crisis no está tan mal un pequeño diario de rebeldía. Un diario que recoja las opiniones de la gente que continúa indignada y no se resigna, como Concha Ganso. Concha tiene 67 años y la primera vez que la oí fue en la Plaza de Neptuno de Madrid, en la manifestación del 23F. «Esto está muy organizado. Así no hacemos la revolución», dijo alguien y cuando me volví para ver quién era, me encontré con una señora sonriente de ojos brillantes que ni la mismísima delegada del gobierno de Madrid hubiese considerado sospechosa.
Concha no se considera militante -aunque no se ha perdido ninguna manifestación en los últimos dos años ni tampoco ningún acto al que se haya invitado a la Solfónica como el Maratón cultural que hoy mismo se celebra en Madrid en defensa de la Sanidad Pública-. «Soy una mujer en contra de la injusticia -explica-, en contra de todo lo que cualquier persona decente tiene que estar. He pasado toda mi juventud con una dictadura y ahora hemos perdido el espejismo. ¡Claro que tenemos más libertades que en aquel momento pero eso no justifica la pérdida! No nos ha dado tiempo a desarrollar un programa de democracia y ya está desapareciendo. Soñar con ella, tenerla al alcance de la mano y perderla, es terrible».
El 23F en la Solfónica se habían reunido 114 personas entre músicos profesionales y el coro. Buena parte de ellas, al día siguiente estarían también en las clases de solfeo que la orquesta organiza. Democratizar el arte -dicen haciendo alusión al discurso de Lorca en Fuentevaqueros sobre la relación entre el arte y la democracia-. Para Luis es una dinámica lógica: «La Solfónica tiene la virtud de poner en escena las libertades civiles. Nuestras acciones ejemplifican que la calle es de los ciudadanos, que se expresan libremente. Claro que nuestra forma es no violenta, pero tampoco inocente. Todas las canciones que interpretamos tienen tras de si una historia de luchas y conquistas populares. Con el paso del tiempo, los discursos se olvidan pero las canciones se quedan en la memoria colectiva». De hecho, la Solfónica tiene su propio Cancionero 15M.
Los integrantes de la Solfónica creen que una plaza desierta es una democracia muerta, y no van a dejar que se la quiten; ni con amenazas, ni con porras, ni con multas, ni con proyectos de ley. No tienen miedo, aunque lo hayan pasado alguna vez, en medio de violentas cargas policiales en las que seguía cantando «era emocionante ver cómo se creaba una especie de campaña protectora gracias a la música», recuerda uno de los miembros que lleva menos tiempo en la orquesta: «La policía cargaba y cargaba y ellos seguían cantando, fatal, pero seguían y seguían cantando… ese día decidí sumarme».
Entre los integrantes de la Solfónica hay desde una jueza hasta un guarda de seguridad. También está Eva Bolaños, psicóloga de 42 años: «A mi me ayuda a dar cauce a la rabia y al desaliento que me produce la violencia que estamos padeciendo -explica-. Para mí es una forma de compromiso con la necesidad de denunciar los atentados a nuestros derechos y libertades (la dictadura de los mercados, el desempleo, el desmantelamiento interesado de los servicios públicos, los desahucios, la corrupción, los atentados contra la libertad de expresión…)». Eva reconoce que al principio le daba pudor quedar en cualquier sitio y romper a cantar pero, como a la mayoría, le gusta la experiencia de recuperar la calle.
«El poder siempre va a estar ahí -dice-, y cada generación va a tener que luchar contra sus mecanismos de dominación y sometimiento. Genera una gran tristeza tener que hacerlo por conquistas que ya se habían conseguido, pero como decía Hanna Arendt: “los hombres aunque han de morir, no han nacido para eso, sino para comenzar”. Quizás, el mejor ejemplo de ese «comenzar» y también la más emotiva de todas las acciones de la Solfónica, se vivió cuando interpretaron en una oficina del Inem Here comes the sun, (Aquí viene el sol) de los Beatles.
Vean el video, merece la pena.
Viva la madre que os parió!!!!!!!!!
[…] Nuria Varela | 26/04/2013 | LA MAREA […]