Cultura

Pony Bravo: “Hacemos guerrilla cultural”

El tercer trabajo del grupo sevillano Pony Bravo no deja títere con cabeza. Estos bufones del rock usan la sátira para retratar a los depredadores que andan sueltos.

Daniel Alonso, Pablo Peña, Darío del Moral y Javier Rivera son los audaces jinetes que cabalgan el animal musical más libre de la escena independiente nacional: Pony Bravo. Son los bufones de la corte del rock, esos que se atreven a cantarle al rey, sea éste Dick Cheney, cualquier político neoliberal impune –de esos que en España abundan–, el Sheldon Adelson de Eurovegas o los egos hinchados que andan sueltos por los backstages del mundillo del indie patrio. No dejan títere con cabeza, pero no por ello hacen canción protesta, sino una sátira de aliento surrealista, envuelta en un sonido que funde sin prejuicios rock andaluz de los 70, krautrock, dub, palos flamencos, funk y psicodelia, un lugar donde se encuentran Las Grecas y Locomía con Gang of Four, o Pepe Marchena con Can. Lo suyo es un rock que se ocupa de lo que acontece en el mundo que pisan (con chanclas, por supuesto), como hizo The Clash. Ahora regresan con su tercer disco, De palmas y cacería, autoeditado y distribuido libremente a través de licencia creative commons desde su cuartelillo sevillano de El Rancho, donde tratan de pulir honestidad, libertad, creatividad y una dosis generosa de pensamiento y risas.

El título del disco, ¿hace referencia a esos especímenes neoliberales protegidos a los que habría que dar caza?
Daniel: Va de que los depredadores seamos nosotros ahora, por autodefensa, no por atacar sin más. Y la portada de Manuel [León] va por ahí: un águila imperialista americana dando caza a un loro, que somos nosotros.

¿Lo vuestro es canción protesta?
Daniel: No. Entonces The Clash sería canción protesta o Dead Kennedys…
Pablo: Somos un grupo de rock hablando de lo que nos interesa y nos rodea.

¿Cuáles han sido los retos a la hora de componer?
Daniel: Los discos hay que anclarlos en su tiempo. La realidad siempre supera la ficción. La decisión ha sido consciente: anclarnos en la cotidianeidad pero también para que perdamos el miedo, para que aprendamos a reírnos. O experimentar si puede haber humor en la realidad política o si una canción funciona con estos elementos. Queríamos ver hasta qué punto hay que esconder de lo que se habla para hacerlo más poético.
Pablo: No es excluyente. Puedes bailar y pensar, porque están pasando muchas cosas.
Daniel: En el disco está la idea de poder cantar a la cara de los depredadores que andan sueltos. Y reírnos en su cara. Esos depredadores que están impunes y que hasta están bien vistos por serlo. Es sátira rock.
Pablo: Es un poco como el bufón del rey, que era el que se podía reír de él.

Rock bufón, entonces…
Daniel: Exactamente, creo que deberíamos usarlo. Y hacernos unas fotos con enanos. El humor es muy importante para el grupo. Aunque pueda parecer que es un disco más light, nos lo tomamos en serio, y nos parece incluso más serio que los otros discos.

¿Qué habéis escuchado durante el proceso de este tercer disco?
Daniel: The Clash ha sido una referencia por las letras y por la manera de hablar de asuntos contemporáneos y hacer con eso rock. Nos preguntan que si no nos preocupa que el disco sea muy actual, que pierda valor con los años. Creo que es un reflejo de que muchos tienen miedo a hablar de la actualidad, parece que tienen que hacer canciones épicas. Crear una obra eterna. Y si es atemporal o no, no depende del grupo sino de los años. Es un género antiguo: grupos de rock y punk con letras políticas ha habido muchos.
Pablo: Hemos escuchado mucho Devo, Gang of Four, flamenco…
Daniel: A los No me pises que llevo chanclas, aunque no los hayamos escuchado para este disco, hay tan poco de humor y rock andaluz, que son una referencia. Derribos Arias también.
Pablo: Reivindicamos el underground rural.

Como está sucediendo en Latinoamérica, Pony Bravo toma el folclore propio para deformarlo, y ponerlo a jugar con influencias de varios lados… ¿Es un acto acorde con la era internet?
Daniel: Todos los músicos tenemos un límite de habilidades y de espíritu. No vamos a poder reconvertir todo lo que escuchamos. Hay directrices. Nosotros trabajamos reformulando el folclore andaluz con la cultura musical internacional. Intentar unir Gang of Four con flamenco, con la new wave, con Jonathan Richman, Las Grecas, la música etíope de los 70 o la música latina. Intentamos salirnos del daño que nos ha hecho el marketing musical. Tenemos que defendernos. No es que haya que crear un gueto cultural, pero casi. En ese sentido hay algo deguerrilla cultural en Pony Bravo.
Pablo: Con toda la música que hay ahora de fácil acceso, sería un insulto para el público no tratar de ir más allá.

En el tema ‘Mi DNI criticáis al mundillo indie patrio, a un ambiente movido por las apariencias y el ego, ¿os sentís al margen?
Pablo: La cancion antes que nada es una autocrítica. Está escrito en primera persona porque nos sirve de recordatorio. Nosotros, cualquier noche, con el subidón de ego después de un concierto podemos caer en eso. No es una canción que sea el músico contra la industria. Es una llamada de atención. Hay manzanas podridas en todos los campos, y hay que volver a centrarse y recordar que lo importante es la música.

Es el reverso musical de la actitud que describís en ‘El político neoliberal.
Javier: Es una actitud que puedes ver en política o en cualquier otro campo. Seguro que en el gremio de los panaderos hay un panadero coñazo que va de sobrado. Es cosa del capitalismo que promete y promete. Todo el mundo puede prometer, queda en el aire y no pasa nada. No se rinden cuentas. Para mi la canción de ‘Mi DNI’, no sólo se refiere al mundo de la música indie, sino también al programa electoral del PP, por ejemplo, que es un canto al aire que luego no se va a cumplir.

EL RETO DE LA AUTOEDICIÓN

De palmas y cacería es el tercer disco autoeditado bajo licencia creative commons de Pony Bravo. Cuando lo lanzaron desde su web a principios de marzo, en descarga gratuita, el servidor se colapsó. «Fue bonito ver cómo es la gente la que lo propaga, enlazándolo y compartiéndolo. Ese mecanismo de compartir cultura nos interesa. Pierdes el control, pero ganas en riqueza», describe Javier Rivera.

Sin embargo los retos son muchos, máxime con la situación de «oligopolio» en las entidades de gestión de derechos de autor. «En España la licencia creative commons te da libertad para no cobrar pero no para decidir cuándo quieres cobrar. Es una realidad pervertida. Básicamente si decides no ser socio de la SGAE, ellos se quedan igualmente con tus derechos de radio, televisión y cine, que por ley sólo pueden liquidar las entidades de gestión», añade Rivera. «Un robo», apunta Daniel Alonso.

Los Pony Bravo se plantean dar un paso más allá este año: asociarse  con otros grupos para avanzar en el debate y solución de una situación insostenible: «Es injusto que yo no pueda gestionar mis derechos como creador, y decidir por qué quiero cobrar y por qué no», concluye Pablo Peña.

 

[Más información, en el número 4 de La Marea, que aún se puede conseguir en quioscos y librerías]

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