Internacional

Arranca la cuenta atrás para saber si Neruda fue envenenado

Los restos del poeta han sido exhumados hoy para que un equipo de forenses dilucide si murió de cáncer o bien fue asesinado por la dictadura de Pinochet

MADRID // Pablo Neruda, comunista, luchador antifascista y, sobre todo, enorme poeta, ya no descansa en el lugar que él mismo eligió como última morada: su tumba en su casa de Isla Negra, a unos 100 kilómetros al oeste de Santiago de Chile. Un equipo de especialistas del Servicio Médico Legal (SML) chileno exhumó este lunes sus restos por orden del juez Mario Carroza. El examen forense servirá para dilucidar si la tesis hasta ahora dada por buena de que Neruda murió por un cáncer de próstata terminal corresponde con la verdad, o si, como afirma el chófer del premio Nobel de Literatura, el poeta murió asesinado por una inyección letal que llevaba la firma de los golpistas chilenos.

El hombre que renunció como candidato comunista a la presidencia de Chile en favor de la candidatura unitaria de la izquierda, que asumió su amigo Salvador Allende, expiró el 23 de septiembre de 1973, cuando sólo habían pasado 12 días del asalto a la Casa de la Moneda. Durante más de tres décadas, se ha creído que lo que precipitó su fallecimiento fue un cóctel de cáncer y de pena provocada por el golpe militar y las noticias de la tremenda represión que llenaron de desgarro los últimos días del poeta.

Esta certidumbre dejó de serlo, explica el periodista e historiador español Mario Amorós -autor de Sombras sobre Isla Negra. La misteriosa muerte de Pablo Neruda (Ediciones B, 2012)- cuando el empleado que acompañó al poeta durante la última etapa de su vida, su chófer, Manuel Araya, concedió una entrevista a la revista mexicana Progreso, en 2011. Su título era: “Neruda fue asesinado”.

Araya explicaba en la entrevista que, horas antes de su fallecimiento, los médicos de la clínica Santa María de Santiago de Chile, en la que el poeta estaba ingresado, le administraron una inyección en el abdomen que contenía algún tipo de veneno y que fue lo que acabó con su vida.

Una versión reforzada por un testimonio obtenido por el diario chileno «La Nación», que en 2005 publicó una entrevista con la enfermera que había atendido al enfermo en su casa de Isla Negra y que aseguró que la última mujer del poeta, Matilde Urrutia, también creía que lo habían asesinado, algo que la esposa de Neruda nunca denunció públicamente.

La entrevista con Araya motivó una querella del Partido Comunista chileno, al que pertenecía el intelectual, que dio pie a una investigación judicial de más de 20 meses y por la que se ha ordenado la exhumación. El análisis por parte de los forenses del SML, que también examinaron los restos del presidente Allende, deberá determinar si, como sostiene la versión oficial, Neruda falleció como consecuencia de un tumor maligno de próstata con metástasis en estadio avanzado, o bien por envenenamiento.

Pruebas contradictorias

“El juez dedicó gran parte de su investigación a recabar los antecedentes médicos de Neruda en Francia y en Chile, pero las pruebas en este ámbito son contradictorias”, explica Mario Amorós: “A Neruda lo había tratado en Valparaiso con bomba de cobalto el mejor urólogo de Chile. El juez pidió un informe en el que se decía que el tumor había desaparecido, pero yo entrevisté a otro médico, comunista como el poeta, que lo examinó con rayos X tres meses antes de su muerte, y que me dijo que su cáncer tenía unas metástasis espantosas».

En su libro, Amorós no se decanta por ninguna de las dos tesis sobre esta muerte. El historiador sí señala que “la decisión de exhumar los restos es lo más inteligente, porque la posibilidad de una muerte por asesinato de un poeta como Neruda es algo que Chile no puede permitirse”, y apunta que la política de esclarecimiento de los crímenes de la dictadura en ese país es “una lección para España”.

Neruda -que sufrió “enormemente”, recalca el periodista, al conocer el alcance de la represión y acontecimientos como el asesinato de Víctor Jara- estaba a punto de partir al exilio a México cuando le sobrevino la muerte: un avión estaba esperándole ya en el aeropuerto para ello. Quienes, como su chófer, piensan que fue asesinado por orden de Pinochet y sus secuaces, creen que los golpistas querían evitar que este poeta universal se convirtiera en un azote a la dictadura desde el exterior.

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