Cultura
Educación se desentiende de la paliza de un maestro a un alumno en Melilla
El ministerio se limita a señalar que la brutal agresión recogida en un vídeo "esta en manos de la Justicia". Admite que el colegio depende del gobierno de Marruecos, pese a estar "en suelo español"
MADRID // El Ministerio de Educación se ha desentendido hoy de la agresión, grabada en vídeo con un móvil por un alumno de la Residencia de Estudiantes Marroquíes de Melilla, en la que se ve cómo un maestro propina una brutal paliza con una vara a otro niño, de unos once años y estudiante del centro. Según reconoce el propio ministerio, «está gestionado por el gobierno de Marruecos pese a estar en suelo español».
Javier García, jefe de prensa de Educación, transmitió a este diario la versión oficial del departamento que dirige José Ignacio Wert, una versión que se limita a «deplorar estos actos lamentables» y a declarar que «la policía ya está investigando el asunto y ahora corresponde actuar a la Justicia».
A diferencia de otros centros docentes extranjeros en España, la Residencia de Estudiantes Marroquíes de Melilla no está sometida a ningún control del Ministerio de Educación, que ni siquiera puede enviar inspectores ni reconoce los títulos que el centro expide. Los alrededor de 600 alumnos -no se conoce su número exacto- matriculados desde educación infantil hasta bachillerato, tienen que homologar sus diplomas en España, al igual que si hubieran cursado sus estudios en territorio marroquí.
En principio, cualquier centro educativo oficial extranjero-desde los colegios franceses y británicos hasta los de cualquier otro país-, que quiera llevar a cabo actividad docente en España, tiene que adecuarse a lo recogido en un Real Decreto de mayo de 1993. El Ministerio instó en vano al centro marroquí de Melilla a que regulizara su situación. Sorprendentemente, después de que el colegio hiciera caso omiso, Educación no procedió a cerrar sus instalaciones.
La negativa de Marruecos a aplicar la ley española se debe probablemente a que Rabat considera que aceptar dicha normativa sobre centros docentes extranjeros equivaldría a reconocer la españolidad de la ciudad autónoma, cuya soberanía, al igual que la de Ceuta y los peñones e islotes españoles en el norte de África, Marruecos reclama.
Las autoridades españolas consienten pues la actividad alegal de este colegio que lleva tiempo en el punto de mira de las asociaciones de derechos humanos melillenses por la sospecha -ahora confirmada tras la difusión del vídeo por parte de la Cadena Cope de la ciudad autónoma-, de que la opacidad y la falta de control sobre sus actividades amparan casos de maltrato a los alumnos.
El vídeo está ya en manos del juzgado de instrucción número 4 de Melilla, después de que un policía, que había visto la grabación en las redes sociales, decidiera investigar el asunto. Según medios locales melillenses, el profesor presunto culpable de la agresión ya ha sido identificado, aunque no se ha informado de ninguna detención.
La mayoría de los profesores, si no todos, del centro, viven en Marruecos y cruzan la frontera cada día. Buena parte de los alumnos de la Residencia de Estudiantes Marroquíes de Melilla son niños marroquíes que viven en Melilla sin permiso de residencia, a cuyos padres no les queda más alternativa que matricularlos en ese centro dada la imposibilidad de hacerlo en un colegio público español, puesto que el ayuntamiento de la ciudad les niega el empadronamiento.
En Marruecos, los castigos corporales siguen siendo ampliamente tolerados, como demostró un informe financiado por el propio gobierno marroquí y UNICEF en 2006, en el que el 87% de los niños de primaria encuestados manifestaron haber sido golpeados alguna vez en el colegio.