Economía
El aeropuerto de Castellón cumple dos años sin aviones
El ex presidente de la Diputación de Castellón, Carlos Fabra, y Francisco Camps inauguraron en 2011 unas instalaciones del que aún no han tenido actividad y que costaron 150 millones de euros
VALENCIA// «Hay quienes dicen que estamos locos por inaugurar un aeropuerto sin aviones, no han entendido nada. Durante mes y medio cualquier ciudadano que lo desee podrá visitar esta terminal o caminar por las pistas de aterrizaje, algo que no podrían hacer si fueran a despegar o a aterrizar aviones».
Quien pronunció este discurso, hace hoy dos años, fue Carlos Fabra, entonces presidente de la Diputación de Castellón y que está a la espera de un juicio, en el que la Fiscalía le pide 15 años de cárcel. A su lado estaba Francisco Camps, a punto de ganar unas nuevas elecciones y a solo unos meses de sentarse en el banquillo por un presunto delito de cohecho pasivo impropio del que fue absuelto en primera instancia. Ambos se dieron un baño de multitudes en la inauguración del Aeropuerto de Castellón el 25 de marzo de 2011, una infraestructura que aún no ha empezado a funcionar.
Tanto Camps como Fabra tuvieron que dimitir de sus cargos por verse envueltos en sendos casos de corrupción, que llegaron hasta los tribunales. La semana pasada Fabra dejó de ser presidente de Aerocas (la empresa que gestiona el aeropuerto), al abrirse un juicio oral contra él por presuntos delitos de tráfico de influencias, cohecho y delito fiscal, delitos cometidos supuestamente durante los años en los que estuvo al frente de la Diputación castellonense. Por su parte, Francisco Camps dimitió el 20 de julio de 2011 por su vinculación con la trama Gürtel. En dos semanas, el Tribunal Supremo deberá ratificar su sentencia absolutoria, o por el contrario ordenar repetir el juicio o condenarle por recibir trajes y otros regalos de la trama que dirigía Francisco Correa.
Pero ese 25 de marzo de 2011 todo quedaba aún muy lejos. Carlos Fabra, se bajó del estrado tras su alocución y se dirigió a su nieto: “¿Te gusta el aeropuerto del abuelo?”. Mientras tanto, los visitantes que llegaron en autobuses fletados por la diputación paseaban por unas pistas sin peligro. No había aviones, ni maletas, ni pasajeros, pero eso no era lo importante. “No han entendido nada”, repetía Fabra.
150 millones, un vuelo y coches de carreras
Dos años después se entiende menos. Por el aeropuerto, únicamente se ha visto a un piloto de coches de carreras realizando entrenamientos por la única pista donde deberían aterrizar y despegar aviones. Más allá de estos entrenamientos libres a 3.000 euros al día, solo se vio un avión, enviado por AENA para realizar despegues y aterrizajes de prueba.
La instalación costó cerca de 150 millones de euros. De ellos, 136 millones solo para la infraestructura y el resto para accesos a la misma y una nueva subestación eléctrica. Su mantenimiento le cuesta a la Generalitat Valenciana entre seis y ocho millones de euros anualmente, aunque para 2013, y a la espera de que se abra al tráfico aéreo, hay hasta 17 millones presupuestados para gastos.
Actualmente tiene siete empleados (un directivo, tres administrativos y tres cargos intermedios) que cobran directamente de Aerocas. A estos sueldos hay que añadir la subcontratación de servicios como la seguridad o la limpieza y los cinco millones de euros en publicidad que se adjudicaron en 2011 y que se podría repetir este año si finalmente comienza su actividad.
Se vende
El futuro de este aeropuerto “para las personas” es toda una incógnita. Carlos Fabra anunció que un grupo de empresarios españoles con capital libio habría ofrecido 200 millones de euros para hacerse cargo de la infraestructura. La oferta debía concretarse antes de que acabase el mes de febrero, pero el tiempo pasó y la oferta nunca se presentó de forma oficial y con garantías de pago.
Por ahora, no habrá aviones y las críticas llegan desde todas las esferas. De hecho, el pasado 27 de febrero la ministra de Fomento, Ana Pastor, acusó al PSOE de no importales “despilfarrar” y “hacer aeropuertos nacionales”. Pastor se olvidó que el responsable de esta infraestructura fue Carlos Fabra, compañero de partido.
Mientras tanto, la web de Aerocas sigue anunciando la importancia del aeropuerto, que “ha sido diseñado para que, cuando sea plenamente operativo, su zona de influencia llegue a los países del norte de Europa”. En cambio, lo único que se escucha en sus instalaciones es el eco de las palabras que pronunció en la inauguración de 2011 el obispo de Castellón, Casimiro López: «El Señor guíe nuestros desplazamientos». Cuando los haya.
No quiero entrar mucho más en política ya que creo que esta todo dicho. La atención la quiero dirigir a la aviación española y el como navega a la deriva allá por la época de la prehistoria.
Tenemos 52 aeropuertos internacionales en España de los cuales son rentables una décima parte. Las compañías aéreas españolas no saben como aprovechar estas infraestructuras ya que, como hemos podido ver en los últimos años, caen como moscas en la banca rota dejando que una compañía irlandesa reine en territorio nacional. Lo peor de todo es que, aunque suene ridículo, las propias autonomías ayudan a dicha compañía con aportes millonarios anuales.
Castellón, LLeida-Alguaire o Ciudad Real-Don Quijote son ejemplos de los aeropuertos fantasmas que han salido en la última década obra de las autonomías. Aeropuertos que no están a más de un centenar de kilómetros de Valencia, Barcelona y Madrid. No tengo ni idea de planes de viabilidad pero por lo que veo no soy el único.
Nos hacen falta muchos años para aprender y muchos menos «tuercebotas» que creen saber del tema.
Ahí los tenemos, a los corruptos libres y sin cargos, como el actual presidente del gobierno que puso la mano en el fuego por ellos. Han llevado a la Comunidad Autonoma al borde de la quiebra y siguen campando a sus anchas y diciendo que nos jodamos. Que nos jodamos los españoles por su mala gestion, por sus contratos dados a dedo al mejor postor, en lugar de a la mejor solución. Que nos jodan porque ellos han evadido capitales, no han declarado impuestos, han desviado dinero publico. Y nos joden, pero bien jodidos