Opinión

La voz del general Rojo y la de Queipo de Llano

Hace unos días, TV3 ofreció en Cataluña el que se considera único mensaje conocido, a través de la radio, del general Vicente Rojo, jefe del Estado Mayor Central de la segunda República durante la Guerra de España. Su discurso contrasta con las arengas del general golpista Queipo de Llano.

Hace unos días, TV3 ofreció en Cataluña el que se considera único mensaje conocido, a través de la radio, del general Vicente Rojo, jefe del Estado Mayor Central de la segunda República durante la Guerra de España. El mensaje fue emitido el 18 de enero de 1939, dos años y medio después del inicio del conflicto armado y pocas fechas antes de que el ejército rebelde del general Franco entrase en Barcelona, que ya había sido brutalmente bombardeada por la aviación fascista italiana en marzo de 1938. Este valioso documento lo encontraron los familiares descendientes del general Rojo entre la documentación del militar republicano.

Vicente Rojo, que afirma no haber comulgado con ningún veneno sectario y dice hablar en su condición de hombre apolítico y bueno, cristiano y español, dirige su alocución a los compatriotas de uno y otro lado del frente, a sus compañeros de ayer y de hoy, a fin de que encuentren en su voz el eco de su propia conciencia. No es exaltado el tono de voz del general, sino mesurado y firme. Asegura que habrá resistencia en los montes y ciudades de Cataluña frente a la crueldad tan bárbara como innecesaria de quienes han vulnerado la voluntad del pueblo con la ayuda de potencias extranjeras, y que la victoria militar no podrá extinguir las verdaderas causas de la lucha, porque el combate militar que ha dividido en dos a España, la de Franco y la de la  ley republicana, tiene unas raíces más profundas.

Es seguro que, a las razones esgrimidas por el general en ese sentido, deberíamos prestar una especial atención en las circunstancias que actualmente vive nuestros país, pues Vicente Rojo afirma que la lucha está desarrollada “en los planos de la escala social”, según expresión literal del militar republicano- y está planteada entre la España caduca, corrompida y venal y el pueblo español, que aspiraba y aspira a redimirse.

Una vez escuchado el mensaje del Jefe del Estado Mayor de la segunda República, no estaría de más que el curioso lector prestara su atención a las alocuciones emitidas por el general felón Queipo de Llano a través de Radio Sevilla, a fin de contrastar la interpretación que de la Guerra de España tuvieron ambos. Las casi 600 arengas de Queipo, transmitidas diariamente a las diez y unos minutos de la noche, se prolongaron hasta el 1 de febrero de 1938, tuvieron como objetivo la presión, el amedrentamiento, la burla y la burda exaltación de la violencia, y han sido calificadas por algunos historiadores como auténticos alegatos de sangre y miedo. De entre todos los fragmentos más conocidos es de destacar el que sin ninguna duda podría estimarse como más demostrativo ejemplo de la personalidad y valores humanos del mentado:

Nuestros valientes Legionarios y Regulares han demostrado a los rojos cobardes lo que significa ser hombres de verdad (…) Esto es totalmente justificado porque estas comunistas y anarquistas predican el amor libre. Ahora por lo menos sabrán lo que son hombres de verdad y no milicianos maricones. No se van a librar por mucho que berreen y pataleen. (…) Estamos decididos a aplicar la ley con firmeza inexorable: ¡Morón, Utrera, Puente Genil, Castro del Río, id preparando sepulturas! Yo os autorizo a matar que si lo hiciereis así, quedaréis exentos de toda responsabilidad”.

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Comentarios
  1. Mientras los alumnos de nuestras escuelas e institutos no sepan lo que reprsentaron figuras como esos dos generales en la historia de España, no estaremos seguros de que esa misma historia no vuelva a repetirse.

  2. El autor debería dedicar el artículo a todos aquellos estidiosos e historiadores «neutrales», los menos, que comparan el comportamiento del gobierno republicano con el de los represores de la libertad en la España que se qusi hacer a partir de 1931. Y añadir a Queipo los casos de Mola, Millán Astrain y su muera la inteligencia.

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