Cultura
"Nunca la música por sí sola va a politizarte"
El músico Ramón Faura y el periodista Víctor Lenore reflexionan sobre el papel del artista, la comercialización de la cultura y el calado político que puede tener en la sociedad en un coloquio del Festival Internacional de Cine Documental Musical en Barcelona.
BARCELONA // ¿Qué función debe desempeñar el artista en la sociedad? ¿La cultura es un elemento de distinción o de clase? ¿Podemos mantener hoy en día las teorías del músico comprometido? ¿Qué papel está jugando Internet en los patrones de consumo de la cultura? Estas y otras cuestiones fueron objeto de debate ayer en el coloquio Música y política, organizado en el marco del Festival Internacional de Cine Documental Musical de Barcelona, IN-EDIT.
La charla estuvo protagonizada por el periodista musical Víctor Lenore (Diagonal, Rockdelux) y el músico Ramón Faura (Le Petit Ramon, Macho), y conducida por el también periodista cultural Nando Cruz. “El artista se asemeja un poco a una prostituta, es aquél que se dedica a dar placer por dinero”, comenzó reflexionando Faura. “Yo como artista hago lo que hago porque necesito hacerlo, pero nunca he pensado en que estoy haciendo un servicio a la sociedad”, añadió.
«La música refleja más que lidera»
¿Pero puede la música servir para politizar? Según Lenore, “nunca la música por si sola va a politizarte, eso tiene que venir del entorno social o familiar en el que te mueves. La música acompaña a la sociedad y refleja más que lidera”.
“Los medios de derechas usan el prototipo de artista comprometido para cuestionar la vertiente política y descalificar. Es más difícil ser coherente estando insertado en un sistema en el cual no crees que serlo estando en un sistema en el que si crees”, argumentó el periodista. Para Faura, algunos iconos, como el vocalista de U2, han provocado que la figura de artista comprometido haya derivado en una parodia: “Bono, con sus causas nobles, ha desacreditado la función comprometida del artista. Todo el mundo sabe que es parte de la promoción”.
Y buena parte de la culpa de que así sea es del individualismo que ha potenciado la industria musical: “En una revista puedes encontrarte diez entrevistas a artistas de reggae pero no un reportaje de la situación social en Jamaica que da origen y explica esta música”, señaló Lenore. En este aspecto difieren otras culturas, donde la experiencia musical está concebida como algo grupal. “En muchas culturas africanas la palabra música no existe porque no hace falta, la música lo impregna todo”, dijo Lenore. A lo que añadía: “La prensa musical ha fomentado el ‘tú eres especial porque escuchas esto’, cuando en otras culturas lo importante es compartir, escucharlo colectivamente”.
Según Lenore, tiene mucho más calado político una fiesta rave o un jolgorio musical en un gueto: “Ocupar un espacio muerto y convertirlo en algo vivo unos días, ¿qué puede haber más político que eso? Lo mismo sucedía cuando los panteras negras iban a un concierto de free-jazz o de James Brown como un proceso de empoderamiento frente a los blancos. Cuando los miembros de un gueto se juntan para bailar me parece un acto político con mayúsculas”. La relación que se establece en este tipo de actos es horizontal, con una interacción entre los individuos que lo componen, lejos de la relación vertical que distingue, por ejemplo, los grandes conciertos de rock.
Discurso al margen de la sociedad
“La auténtica rebeldía es establecer un discurso al margen de la sociedad. Cuando uno se ríe pero no dice de qué no permite la contrarréplica, y eso a los políticos les incomoda mucho”, reflexionaba Faura, para quien la música disco “tenía algo de todo esto, pero también se ha convertido en parte de la industria y del consumo. La cultura ha sido algo fagocitador: cojo algo, lo etiqueto, lo considero cultura y lo vendo. Hay que superar eso”.
En ese sentido, Internet está transformando la experiencia cultural vigente hasta ahora. Lo sostenía Lenore: “La red ha hecho que muchos jóvenes no se encuentren en esta lógica de consumo de iconos. La cultura está dejando de ser un elemento de distinción o de clase”. Ello conlleva que se esté abriendo una brecha doble: generacional y tecnológica: “tener acceso a más música y a comentarla con los amigos en las redes sociales abre un nuevo escenario, y creo que a mejor”.
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