Política
La cocina ‘electoral’ vasca
Si bien las encuestas dan al PNV como vencedor, con Bildu en un destacado segundo lugar, los porcentajes varían ostensiblemente según las encuestas consultadas, algo “sospechoso” para algunos analistas.
Todas las estimaciones electorales han vaticinado una vuelta clara del PNV al poder en el País Vasco tras la legislatura del PSE, el primer ejecutivo vasco no nacionalista de la historia. Sin embargo, la fiabilidad de los pronósticos electorales ha quedado en más de una ocasión en entredicho.
El politólogo navarro Juan José Domínguez señala que, si bien todos los cálculos dan por vencedor indiscutible al PNV con la coalición independentista EH Bildu en un destacado segundo lugar, los porcentajes por los que le adjudican la hegemonía al partido de Iñigo Urkullu varían ostensiblemente, lo que a su juicio resulta “sospechoso”.
Domínguez rememora las elecciones autonómicas andaluzas, en las que todos los sondeos daban casi 10 puntos de ventaja al PP andaluz de Javier Arenas sobre el PSOE y le atribuían la incontestable mayoría absoluta. El estrepitoso fracaso de estos augurios quedó dibujado en la cara de Arenas cuando, a pesar de sus buenos resultados, el PSOE obtuvo la presidencia de la Junta con el apoyo de Izquierda Unida.
Este experto explica que la mano que elabora y que publica un pronóstico electoral rara vez lo hace sin intencionalidad. Es lo que muchos analistas políticos denominan “la cocina”. La idea es que una estimación es como una tortilla: sobre la base del huevo, podemos utilizar ingredientes diferentes para cocinarla y el resultado tendrá un sabor diferente cada vez, pero seguirá siendo una tortilla.
La base de una estimación sería la encuesta y esos ingredientes serían la multitud de variables arbitrarias que deben manejar los encuestadores a la hora de hacer un sondeo y que influyen en sus resultados.
Ion Ansa, otro analista político, explica que estos resultados tienen un efecto en los votantes. Uno de ellos es el denominado efecto Bandwagon, que podría traducirse por ‘subirse al carro’. Este efecto se da cuando las encuestas otorgan la victoria a una determinada formación, lo que puede incitar a muchos electores a votar “al caballo ganador”. En el lado opuesto está el efecto Underdog, o del “perro apaleado”. En este caso, mostrar a un partido como perdedor, serviría para movilizar a los electores a acudir en su ayuda.
Los votos de Kennedy
El comportamiento de las personas encuestadas y sus respuestas también puede resultar impredecible en muchos casos. “Hay personas que son encuestadas y que no entienden las preguntas, que se dejan influir por el propio encuestador o que olvidan a quién votan”, dice Domínguez.
También hay gente que miente. En este sentido, el analista Ion Ansa recuerda una anécdota: El emblemático presidente John Fitzgerald Kennedy llegó a la Casa Blanca tras una ajustada victoria electoral: obtuvo el 51% de los votos. Tras su asesinato y la conmoción que causó en la sociedad estadounidense, se realizó un estudio en el que se preguntó a la gente, entre otras cuestiones, a quién había dado su voto. Resultado: el 67% de los encuestados había votado a Kennedy.
Así, los augurios de diferentes medios de comunicación pueden buscar desactivar a un segmento de votantes o movilizar a los simpatizantes de otra formación, dependiendo de su afinidad política.
Un ojo en Madrid
Domínguez destaca un dato significativo: el 20% de los votantes que suman la masa electoral del PNV y la del PSE juntas (más de 140.000 personas) votó al PSE en las elecciones estatales y al PNV en las autonómicas, de modo que resulta difícil predecir el comportamiento de este grupo y que podría ser decisivo.
Las encuestas del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) revelan que en el pódium de los desvelos de la ciudadanía se hallan la economía, el desempleo y la clase política. Esto significa, según Domínguez, que muchos electores vascos votarán “con un ojo en el País Vasco y otro en Madrid”, debido a que su primera preocupación ya no es el terrorismo de ETA.
No hay que olvidar que esta comunidad autónoma está formada por tres territorios históricos: Álava, Gipuzkoa y Vizcaya. Cada provincia aporta 25 escaños al parlamento autonómico. Así, tomando como referente la media de participación de las dos últimas décadas, que ronda el 65%, obtener un escaño por Álava costaría unos 6.000 votos, en Gipuzkoa unos 12.000 y en Vizcaya en torno a 24.000 por la diferencia demográfica.
En Álava, un puñado de votos puede marcar la diferencia y dar un vuelco a la configuración de la cámara vasca. Partidos que tradicionalmente han tenido una menor representación, como UPyD o Ezker Anitza, podrían obtener suficientes sufragios como para crecer y agenciarse unos preciados escaños.
El PP de Antonio Basagoiti se ha inclinado por una campaña a la defensiva, con el eslogan “Si tú no vas, ellos ganan”, un lema que parece reconocer de antemano los buenos resultados que obtendrán los nacionalistas y que deja entrever que el objetivo del PP es mantener sus resultados.
La participación es clave
Ion Ansa sostiene que “Bildu podría ganar las elecciones si hay una participación baja y el PSE obtiene muchos votos”, pero reconoce que esta ecuación resulta contradictoria, ya que es más probable que los socialistas obtengan más sufragios en la medida en que se incremente la participación.
Señala que la fidelidad de voto que tienen los simpatizantes de EH Bildu es muy grande, de en torno al 90%, mientras que la del PSE es más voluble. El “PNV tiene un electorado fiel, aunque algo menos que el de EH Bildu”.
Por su parte, Domínguez ve más probable un empate técnico entre el PNV y EH Bildu o que incluso esta última formación obtenga la mayor porción de la tarta parlamentaria. Destaca, asimismo, que el órdago independentista de CIU en Cataluña ha perjudicado mucho al PNV, que ha mostrado un perfil más autonomista durante su campaña y que puede llevar a sus votantes más soberanistas a decantarse por EH Bildu.
Los dos coinciden en que una alta abstención beneficiará a EH Bildu y en que los escaños que el PSE obtenga serán en detrimento, principalmente, del PNV. Aun así, Domínguez remarca que esto “no es una ciencia exacta” y recuerda que “cuando se trata de predecir el comportamiento humano, dos más dos no siempre suman cuatro”.