Sociedad

Miles de ciudadanos reclaman el 26-S la dimisión de Rajoy

Cerca de 10.000 personas se manifiestan por segundo día consecutivo en la Plaza de Neptuno. Reclaman las dimisiones del presidente del Gobierno y del jefe del Estado, y apertura de un nuevo proceso constituyente.

MADRID // Tras la multitudinaria protesta y las violentas cargas con las que la Policía dispersó a los manifestantes en la protesta ‘Rodea el Congreso’ el 25-S, cerca de 10.000 personas (2.500, según la Delegación del Gobierno en Madrid) volvieron a concentrarse ayer miércoles en la plaza de Neptuno.

A sus tres grandes reclamaciones (dimisiones del presidente del Gobierno y del jefe del Estado, y apertura de un nuevo proceso constituyente) sumaron la liberación de los 35 detenidos en la marcha del día anterior, que llegó a congregar a 20.000 personas (6.000, según la Delegación del Gobierno).

“La asistencia hoy ha sido menor por dos motivos: ha sido una manifestación más espontánea y había gente que tenía miedo, después de las cargas de ayer”, explicó en el Paseo del Prado Juantxo Soto, un parado de 26 años que se desplazó desde Guadalajara a Madrid para participar en ambas protestas. “Esto es una manifestación pacífica, no queremos asaltar el Congreso ni sacar esposado a Rajoy”, ironizó, antes de apuntar que «da igual que hoy no haya venido más gente: Lo importante es seguir creando conciencia“.

El joven, entusiasmado por el músculo social que está ganando España, pero reflexivo, añadió: “El martes tronché una señal de tráfico con la espalda huyendo de la policía. Hoy me tiembla el pulso pero no me tiembla la voz. He vuelto a Neptuno por las mismas razones que vine ayer”.

Otro chico, Javier López, llevaba el cuerpo empapelado con fotos de uno de los 64 heridos de las cargas del día anterior: su padre. La imagen de este joven atendiendo en el suelo a su progenitor con la cabeza ensangrentada fue una de la que más circuló el miércoles por las redes sociales.

Frente al Museo Thyssen-Bornemisza, pasadas las 20.30 horas, decenas de policías salieron de sus furgones y formaron una fila lateral. Javier les enseñó la fotografía de su padre con la cabeza ensangrentada, uno por uno, a los 40 antidisturbios: “Este es mi padre, os exijo que identifiquéis a los culpables de esto”.

La ‘contundencia’ policial

Durante la protesta de ayer, no hubo provocaciones por parte de los manifestantes. De hecho, la sentada pacífica fue el recurso más utilizado por estos para evitar que algún violento o policías de paisano (el Ministerio del Interior reconoció el miércoles ayer haber infiltrado varios grupos en el 25-S) ‘reventasen’ la convocatoria. En torno a las 20.00 horas, más de 1.000 personas permanecían sentadas en la desembocadura de la Carrera de San Jerónimo en la Plaza de Neptuno.

Con el paso de las horas, los 10.000 asistentes fueron abandonando poco a poco el lugar de la protesta. A las 23.30 horas, minutos después de que los últimos 500 decidiesen dar por concluida la concentración y empezasen a abandonar Neptuno, decenas de agentes de la Unidad de Intervención Policial (menos del 5% portaban su número de identificación visible) cargaron contra los pocos manifestantes que quedaban. El grupo se disolvió, pero unos 40 mostraron resistencia a pesar de que la protesta se había dado por concluida.

Y entonces empezó el baile de porras, pelotas de goma y botellas de vidrio. Las céntricas calles de Alcalá, Gran Vía y Paseo del Prado se convirtieron en un correcalles de la Policía y los manifestantes violentos, que prendieron fuego a alguna papelera, y lanzaron piedras y botellas a los antidisturbios, mientras estos últimos cargaban y aporreaban a los más rezagados.

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Comentarios
  1. Hay que decir que en muchas ciudades de España, se hacen manifestaciones de apoyo, esa gente también suma aunque no puedan desplazarse a Madrid, también decir que este sábado partirán autobuses desde muchas de estas ciudades, a Madrid.

  2. Quisiera realizar dos breves reflexiones a ríz de los incidentes del pasado 25-S que resumen en mi opinión la realidad en la que nos encontramos y que deberían cambiar si queremos un futuro mejor para nuestros hijos:

    1. Parece difícil pensar que en pleno siglo XXI, en un país democrático como España a los responsables de la seguridad de los ciudadanos y en este caso de los diputados se les ocurra que la manera de dispersar un grupo de personas, que se habían reunido para expresar pacíficamente su malestar con la situación actual, sea provocando ellos mismos disturbios. Ha quedado patente por numerosos testimonios gráficos que policías infiltrados de paisano provocaban a la policía con el objetivo previamente planeado de conseguir el alboroto y por lo tanto la excusa para cargar contra los allí reunidos. El objetivo de dispersar a los manifestantes a la hora de la salida de los diputados se puede decir que fue un éxito. Pero cabe pensar si el fin justifica los medios y si no había otra forma de acabar con una manifestación pacífica. Parece que a nuestros dirigentes les interesaba mostrar a la opinión pública que la concentración había resultado un fracaso debida a los grupos violentos antisistema y que la gente se lo piense la próxima vez antes de acudir a una convocatoria similar. La realidad contada por los allí presentes fue que se respiraba un ambiente pacífico formada por un grupo de ciudadanos entre ellos catedráticos, abogados, músicos y que ante las provocaciones de policías infiltrados no respondían, por lo que no le quedó más remedio a la propia policía que comenzar los incidentes.
    2. Si mi primera reflexión iba contra la clase dirigente la segunda va contra los miembros del Cuerpo de Policía que como el resto de funcionarios está sufriendo los recortes económicos en sus nóminas y por lo tanto están en su derecho de estar también indignados. El pasado miércoles los miembros de la policía se emplearon especialmente violentos con aquellos con los que después de quitarse el uniforme se toman unas cañas o se van al campo. Quiero decir con esto, que se enfrentaron ciudadanos contra ciudadanos porque los que estaban manifestándose eran sus hermanos, vecinos y amigos, revindicando el mismo malestar que puedan tener ellos y no grupos radicales como nos quieren hacer creer. Como en todos los conflictos los que se enfrentan son los ciudadanos de a pie entre ellos mientras que la clase dirigente los observa desde su privilegiada posición. Si su deber es cumplir con las órdenes de sus superiores, pues su trabajo así lo exige, ¿no podrían hacerlo empleando menos violencia?. ¿Es necesario golpear en la cabeza hasta hacer sangrar o golpear hasta causar una lesión medular para regocijo de nuestros políticos? ¿Igual que hay médicos que se han negado a cumplir la orden de no atender a inmigrantes indocumentados no podrían los miembros de la UIP a no golpear a los ciudadanos?

    Afortunadamente vivimos en una era en la que la comunicación fluye rápidamente y podemos estar informados en tiempo real. Esperemos que no atenten también contra el derecho de los ciudadanos a estar informados. Sin embargo, el pasado miércoles periodistas realizando su trabajo fueron retenidos e increpados por miembros de la policía dañando incluso su material de trabajo.

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