Opinión

Universidad: no es más que el comienzo

"La reivindicación más frecuente era la petición de que los políticos saquen sus manos de la Universidad. Es de sentido común. Si los políticos hubiesen sacado sus manos de las cajas de ahorros, estas no estarían ahora en quiebra. Pues la Universidad, lo mismo".

Parece que la “movilización social permanente” de que habla Atacc va cobrando fuerza y extendiéndose. Este ha sido un verano de arranque en diversos sectores como de avisos al gobierno: empezaron los mineros con bastante violencia; siguieron los funcionarios en plan de manifestaciones pacíficas y los parados también se acercaron a Madrid; luego, Gordillo llevó las protestas a la desobediencia civil, a la que también se acogen cientos de médicos y ayer se sumaron los de una plataforma catalana de afectados por los desahucios y el personal de la Universidad, el docente, el discente y el de administración y servicios que reventó el solemne acto de apertura de curso de las universidades públicas madrileñas. Suenan tambores de guerra en general en la educación pública al comienzo del curso.

La protesta de la Universidad es muy significativa por ser el núcleo científico del país. La reivindicación más frecuente era la petición de que los políticos saquen sus manos de la Universidad. Es de sentido común. Si los políticos hubiesen sacado sus manos de las cajas de ahorros, estas no estarían ahora en quiebra. Pues la Universidad, lo mismo. La petición no es muestra de “apoliticismo” conservador, sino de apartidismo en el sentido del 15M.

Las autoridades saben bien el estado de ánimo de la Universidad y por eso ninguna de primera fila hizo acto de presencia en la apertura: no el ministro, ni la presidenta de la Comunidad de Madrid, ni su consejera de educación, Lucía Figar, azote de descreídos. Es difícil convencer a aquellos a los que has reducido la paga de que, en contrapartida, te aplaudan. Máxime cuando se recuerda que la paga no sale de tu bolsillo personal sino del de la colectividad y que tú eres mero administrador que no debes imponer tus convicciones ideológicas sobre los intereses sociales.

Algunos rectores, el anfitrión, al parecer y el de la Complutense, José Carrillo, lamentaron los hechos y, sin dejar de recordar la situación de asfixia económica de la Universidad pública, aseguraron que no conducían a nada. ¿Qué van a decir los rectores? Pero si conducen o no a algo está por ver. Dependerá de lo que suceda en el futuro inmediato, de si aumenta la movilización social permanente y la Universidad se suma a ella. Porque la Universidad tiene fuerza simbólica, es un lugar que aún se respeta y su oposición al Gobierno puede hacer a este mucho daño.

El PP obtuvo mayoría absoluta parlamentaria en las pasadas elecciones, pero no mayoría absoluta social ya que su voto representa el 30 por ciento del electorado. La primera le permite ignorar el Parlamento, cosa que hace de continuo. La segunda no le permite ignorar también la sociedad. En ese intento de ignorar al 70 por ciento de la sociedad se encuentra el origen de la movilización social permanente, de la que la Universidad es una parte. Una parte aparte.

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