Política
Patxi López pone fin a su agonía como lehendakari
Análisis del periodista vasco Gorka Castillo sobre las razones de la convocatoria de elecciones anticipadas en Euskadi
El adelanto de elecciones autonómicas en Euskadi, anunciado por el lehendakari Patxi López, es el final esperado de un legislatura accidentada. Las presiones para que el primer presidente vasco no nacionalista de la historia convocara los comicios han sido asfixiantes, incluso dentro de sus propias filas. En realidad, la vida como lehendakari de Patxi López ha sido observada bajo una lupa de mil aumentos desde la misma noche de su proclamación.
Primero, por la de un PNV que no ha desestimado la más mínima oportunidad para restregarle que si era el inquilino de Ajuria Enea se debía al juego sucio que, en su opinión, han practicado los dos partidos constitucionalistas para apartarle del poder.
Más tarde, por su socio de Gobierno, el PP de Antonio Basagoiti, quien pasó de granjearle la supervivencia con sus votos en el Parlamento a caricaturizarle por sus malabarismos políticos sobre el fin de ETA y su ferocidad contra los recortes del Gobierno central.
La justicia ha terminado por doblar el brazo de Patxi López. La decisión de los tribunales de permitir a la izquierda abertzale presentarse a las elecciones cuadró el círculo que faltaba para que todos, como una jauría desbocada, se lanzaran a dentelladas contra el cuello del lehendakari. O comicios o bloqueo.
El deseo de López, confesado en privado, era presentar unos presupuestos más o menos progresistas en medio del tsunami de recortes neoliberales en curso y someterlo al escrutinio de un Parlamento hostil para sacar las vergüenzas a los dos partidos conservadores con ansias de poder, el PNV y el PP. Pero ni con esas.
Por cansancio político, por miedo a un descalabro electoral o por responsabilidad ante la crisis, o quien sabe si por todas ellas a la vez, destacados miembros del PSE, encabezados por el consejero de Interior Rodolfo Ares, se han dedicado a poner palos en las ruedas de esta decisión. Harto de divisiones en su gabinete y en su partido, López capituló ante las presiones.
Por eso, el adelanto electoral ha sido recibido en Euskadi con una mezcla de normalidad y de inquietud al mismo tiempo. La mayoría de los vascos opina que la crisis no está azotando sus bolsillos como sucede en otras partes de España y exige al Gobierno vasco una mayor contundencia contra las decisiones económicas que se están tomando en Madrid, algo que López intuyó tarde y no ha sabido neutralizar. El PNV, un partido democristiano, se frotaba las manos mientras mantenía engrasada toda su artillería electoral a la espera de la fecha de los comicios.
El problema del terrorismo ya no es prioritario en Euskadi. La violencia ha quedado tan aislada por la ola de condena universal que ahora está al borde del descalabro total y sólo se espera que el Gobierno de Rajoy actúe de manera humanitaria para que ETA anuncie más pronto que tarde su autodisolución. En medios próximos a la izquierda abertzale se asegura que la propia organización armada, que cumplirá un año de su cese de la violencia un día antes de las elecciones del 21-O, ya tiene tomada esta decisión.
Ante este panorama, las frías cifras, y a menudo malinterpretadas, dibujan cuadros sociológicos muy distintos al actual. Hasta la fecha, ninguna de las prospecciones sobre la intención de voto en Euskadi coloca en desventaja a la plataforma electoral abertzale. Al contrario. Los últimos sondeos les sitúan en dura pugna con el PNV por el triunfo electoral. Todo lo contrario del PSE, que puede sufrir un nuevo batacazo que deje la estructura de Ferraz temblando. De nada parece servirle a López su frenético interés por capitalizar un fin político de ETA ni su compromiso por liderar la reconstrucción de una alternativa socialdemócrata en Euskadi. Así lo reflejan las encuestas para estas elecciones que le otorgan el tercer o cuarto lugar en el Parlamento con hasta cinco escaños menos.
Sus bazas serán demostrar que el proyecto que lidera no es una confabulación en medio del caos económico sino una realidad progresista que aborrece las draconianas decisiones del PP y es exportable como alternativa al neoliberalismo reinante. Y también que los tres años y medio que ha pasado al frente del Gobierno vasco le han hecho crecer como político de la izquierda.
Su agonia le viene desde el dia que decidio gobernar con un partido fascista (PP).Y esas cosas se pagan . En Euskadi tienen más conciencia politica y se les manipula con mayor dificultad. Ojala gane eh bildu,por lo que conozco ,donde gobiernan lo hacen bien y desde una perpectiva de izquierda,pero no de esa «izquierda » del Psoe,sino desde una verdadera izquierda anticapitalista.
El Bi-partidismo se hunde.
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