Internacional
Marruecos responde a los indignados con una nueva oleada de represión
Desde el domingo, al menos 17 militantes del movimiento 20 de Febrero han sido arrestados por manifestarse pidiendo democracia.
MADRID // Puede que sea una leyenda urbana, pero en Marruecos se dice que cuando está prevista una manifestación en el mes de Ramadán, a los antidisturbios no se les permite romper el ayuno cuando se oculta el sol para que, rabiosos y sedientos, descarguen así su ira sobre los manifestantes.
El domingo por la tarde, en el barrio Sidi Bernoussi de Casablanca, una invasión de agentes que según los testigos parecían no haber saciado aún su hambre y su sed, la emprendió a golpes con los manifestantes del movimiento 20 de Febrero. Este movimiento, también conocido como los indignados marroquíes, es la organización que el año pasado forzó al rey Mohamed VI a escuchar la voz de la calle. Lo hizo a medias, al promover una reforma parcial de la Constitución que no satisfizo las demandas de democracia de los indignados, pero el tabú de la inmutabilidad del régimen cayó hecho pedazos.
En Casablanca, las furgonetas de la policía se llevaron a seis militantes detenidos el domingo, según Mamfakinch (Sin Concesiones), la página web del movimiento 20 de Febrero. Desde ese día, el régimen ha desencadenado además una nueva oleada de represión que ha terminado con al menos 17 indignados entre rejas.
Once de ellos, de acuerdo con la coordinadora del 20 de Febrero en Casablanca, fueron detenidos el martes en esa ciudad en una segunda protesta convocada en solidaridad con los seis primeros arrestados que en ese momento comparecían en el tribunal de Ain Sbaa, en la capital económica de Marruecos.
Los seis primeros detenidos fueron conducidos de nuevo ante el juez este miércoles. Los alegatos de sus abogados defensores, que denunciaron que sus clientes han sido torturados, no sirvieron de nada, pues el tribunal rechazó la libertad provisional y los envió a prisión, al menos hasta el 3 de agosto, cuando tendrá lugar la próxima audiencia. Se les acusa de agredir a agentes de la autoridad, de obstaculizar el tráfico y de pertenencia a un movimiento no autorizado.
El pasado 1 de julio se cumplió un año de la reforma constitucional con la que el rey trató de desactivar las protestas de los indignados. Esta reforma recortó algo los poderes del monarca en favor del Gobierno pero sin cambiar de forma sustancial la arquitectura de un Estado en el que el soberano tiene siempre la última y definitiva palabra. Las promesas de democracia que en la primavera y los inicios del verano de 2011 formuló Mohamed VI se han revelado desde entonces y una vez más, vanas.
Es más, con esta reforma, alabada en las cancillerías occidentales pese a no haber mermado significativamente el poder semiabsoluto del que disfruta el rey, Rabat dio por finiquitado el proceso de supuesta transición y redobló la represión contra los indignados.
Desde entonces, sin apenas visibilidad en los medios de comunicación occidentales, los indignados marroquíes han continuado reclamando un cambio político que no termina de llegar. Para los más pesimistas, el régimen marroquí seguirá siendo intocable, bien apuntalado en el apoyo que le brindan países como España y Francia; otros, como el popular bloguero Larbi, creen que en Marruecos “hay algo que definitivamente se ha roto y que no se puede arreglar con represión”.
Parece que han aprendido de los grises de Espagnistan. Y los jueces ya deben haber aprendido a prevaricar y justificar las torturas y hundir la economía de los que se atrevan a rebelarse contra la injusticia y el terrorismo de estado.
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Bueno, espero que también sancionen al aliado Marruecos, o como es de los «nuestros» hacemos la vista gorda? Cuánta hipocresía hay en este mundo vendido a un sistema corrupto.