Sociedad

Los funcionarios colapsan el tráfico en Madrid y (casi) nadie se queja

Los trabajadores de la administración pública salieron a mediodía de hoy para protestar contra los recortes del gobierno. En Madrid, unos 300 empleados cortaron la céntrica Calle Princesa durante media hora ante la actitud relajada, comprensiva e incluso de apoyo de la mayoría de los conductores afectados. La policía tolera la protesta.

MADRID // A las doce en punto del mediodía, miles de funcionarios públicos han salido hoy de sus oficinas para protestar contra los últimos recortes del gobierno de Mariano Rajoy, que afectan en particular a este colectivo, ya que además se les ha eliminado la paga extra de Navidad. Unos 300 empleados de la administración pública cortaron la calle Princesa, en Madrid, una de las principales arterias de tráfico de la capital. Esta acción provocó un colapso en la zona.

Lo notable fue que solo algunos conductores afectados se quejaron de la manifestación. “No tenéis autorización ni derecho para hacer esto”, gritaba un taxista en la pole position de la fila de los coches parados. “Entiendo que la gente se enfade, pero nosotros no tenemos la culpa”, se defendía uno de los funcionarios que trabaja en un juzgado de la vecina Plaza de los Cubos, como se la conoce popularmente.

Sin embargo, la gran mayoría de los conductores se tomaba la situación con calma. Algunos lograron dar la vuelta en Princesa, otros siguieron en sus coches, aprovechando para hacer alguna llamada, y hubo quien salió a aplaudir a los funcionarios. También entre los transeúntes de esta transitada avenida madrileña se escuchaban muchas muestras de simpatía y muy pocas de reprobación. A los diez minutos del corte de la calle, llegaron los primeros policías. Algunos se dedicaron a desviar los coches a la altura de la cercana Plaza de España.

A los pocos minutos, los agentes se fueron. Solo quedaron dos policías, que se dedicaron a mediar cuando un hombre salió enfurecido de uno de los autobuses parados e increpó a los manifestantes. Cuando llegó una ambulancia con la alarma puesta los funcionarios abrieron paso para que circulara el vehículo. Los policías se aseguraron de que ningún coche aprovechara la ocasión para colarse. A las doce y media, los manifestantes volvieron a sus oficinas con el grito de “Nos vamos, nos vamos, pero volveremos”.

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Comentarios
  1. Los de la Delegación de Hacienda de Madrid junto con otros funcionarios de organismos en la misma zona, han cortado esta mañana la calle Reina Victoria y dijeron que mañana volverían.

  2. No hace falta un gobierno perfecto; sólo se necesita uno que sea práctico.

    Aristóteles.

    Gobernar es el arte de crear problemas con cuya solución mantienen a la población en vilo.

    Erza Loomis Pound.

    Curiosamente, los votantes no se sienten responsables de los fracasos del gobierno que han votado.

    Alberto Moravia.

    Una sola cosa nos explica bien la historia y es en qué consisten los malos gobiernos.

    Thomas jefferson

    reAcciona

  3. Seguimos disgredados, cada uno protestando por lo suyo sin entender que la constitución del Poder de la Mayoría con unos objetivos concretos que vayan a la raíz, de donde se derivan cada uno de los conflictos que a unos y a otros nos afectan. Ir a lo fundamental es dejar nuestras menudencias siempre legítimas -no faltaría más- e ir a por lo gordo; cambiar la Ley. Y para eso tendríamos que reunirnos todos como se reúnen los equipos deportivos todos abrazados unos frente a otros, dando la espalda a todo lo demás con el único y primer objetivo esencial que el de reafirmar su unión por encima de todo sin importar a priori en esos momentos, todo lo que esté pasando a sus espaldas. El cómo formar ese gran corro de la mayoría en el centro del tapete es la tarea a la que nos deberíamos dedicar postergando tanto debate repetitivo cuando en lo esencial estamos todos de acuerdo. O deberíamos estar todos en la medida del nivel de civismo que practiquemos cada día y cada minuto de nuestra existencia. Porque ese Poder de la Mayoría debe ser de una mayoría cívica. No podremos salvar esa piedra tan tropezada del fracaso en la organización y representación colectiva, ese que sirve de aval al 1% de la población para no preocuparse ni darle la mayor importancia a las acciones del 99%, hasta que cada uno de nosotros revise sus valores cívicos. En RAE aparece valor cívico: «Entereza de ánimo para cumplir con los deberes de la ciudadanía, sin arredrarse por amenazas, peligros o vejámenes». Si no entendemos que los árboles no son ceniceros ni la calle un contenedor de basura, por muy buenas intenciones que tengamos para hacer un mundo más justo, nunca nos armaremos de credibilidad. Debemos, todos, empezar a ser mujeres y hombres cívicos con esa entereza de ánimo para hacer las cosas: las pequeñas de todos los días y las grandes para los días venideros. Así que si ese corro llega algún día -algún lustro o hasta algún siglo, todo vale aunque algunos no lo veamos- a empezar a formarse e incluso si llegara a cerrarse quedaría constituido el Poder de a Mayoría capaz, al menos, de poder respaldar nuestras ILP -Iniciativa Legislativa Popular- con millones y millones de firmas que dejarían ridículas los mínimos exigidos por la Ley Orgánica del Régimen Electoral General y obligando al Congreso a admitirlas y tramitarlas. Ya sé que luego todo depende de una mayoría pero decir no a 500.000 ciudadanos no es lo mismo que a 15 millones.
    Debemos meditar sobre todo esto, sobre como en sitios pequeños como Islandia o Torrelodones donde la dificultad de organización colectiva es mucho menor que en lugares grandes, los valores cívicos constituidos en Poder de la Mayoría han conseguido doblegar al poder establecido. Lo tenemos ahí, a nuestro alcance; no es fácil pero si nos ponemos a la tarea, si empezamos a formar ese corro todos los ciudadanos sin distinción alguna, dando la espalda a lo que ocurra a nuestras espaldas con el fin único y primordial de dar el primer paso hacia la constitución del Poder de la Mayoría, las cosas cambiará como lo han hecho en Islandia o en el ayuntamiento de Torrelodones donde un grupo de electores ha sacado a los políticos profesionales de sus asientos.

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