La ‘marcha negra’ llama a las puertas de Madrid

MADRID // “Nunca podrán con los mineros, porque luchan por el pan de sus hijos. ¡Fuerza, mineros!”. Lourdes, de 47 años, vecina del distrito de Aravaca, se desgañitaba con la llegada de la marcha negra a la periferia de Madrid. Fue una más del torrente de madrileños que se acercaron a los arcenes de la autopista A-6 para animar a los manifestantes, que recorrieron los 43 kilómetros de carreteras asfaltadas en 7 horas.

La jornada comenzó a las 7.00 horas. Con el primer rayo de sol, los 160 trabajadores de Asturias y Castilla y León abandonaron el polideportivo municipal de Collado Villalba para emprender la 18ª etapa de la marcha minera, que finalizará el próximo miércoles con una manifestación en las calles de Madrid. El martes por la noche, el grupo se unirá en Ciudad Universitaria a la columna de mineros de Aragón, que ha completado el trayecto Alcalá de Henares-Alcobendas. A las 22.00 horas, marcharán juntos hasta la céntrica Puerta del Sol, seguidos por ciudadanos y decenas de organizaciones afines. El Gobierno ya les ha advertido de que no consentirá acampadas en Sol.

Uno de los momentos más emotivos de la etapa para la columna de Asturias y Castilla y León se vivió en el Pinar de Las Rozas, donde el grupo hizo un descanso de 15 minutos. Bajo los frondosos pinos, una cuarentena de bomberos ataviados con sus cascos y camisetas con el lema ‘bomberos quemados’, formaron un pasillo de bienvenida para estrechar las manos de todos los participantes, uno por uno. Mientras los médicos atendían a los lesionados y curaban ampollas y calambres, los bomberos repartieron sandía, bocadillos y bebidas, con la ayuda de las trabajadoras de una residencia de ancianos cercana. “Junto a la etapa de León, ésta es una de las más duras, por la distancia y el calor”, explicaba Francisco Cachón, minero de Luiña (Asturias), de 43 años.

Curiosamente, ha sido en las localidades gobernadas por el PP, como Las Rozas o Majadahonda, donde más apoyo popular han recibido hoy. En los polígonos empresariales, las oficinistas se asomaban a las ventanas con vítores y gritos de apoyo. Y la marcha negra les respondía con 160 levantamientos de bastón, en señal de agradecimiento. Algún minero, no obstante, no perdió la ocasión de echar algún piropo a las empleadas más jóvenes.

Mediada la etapa, de los altavoces de la furgoneta que abría el paso de la expedición empezó a brotar la música. Canciones de la mina, el Che Guevara y grupos locales asturianos animaron, poco a poco, la caminata. A mediodía, a la minera asturiana Conchi Alonso, le sobraban fuerzas para bailar ‘Dies de barrica’, una canción del grupo Espanta la xente, con su bastón a modo de guitarra. “Son muy buenos y nos animan porque, con 500 kilómetros en las piernas, necesitamos algo animado”.