Política

La oposición blanda de Rubalcaba irrita al PSOE

Entre militanes y dirigentes locales de los socialistas hay cierto descontento con la forma en que su líder se enfrenta al gobierno. La victoria de Griñán en Andalucía ha debilitado más al secretario general del PSOE.

SEVILLA // ¿Qué hubiera pensado cualquier socialista si hace un año alguien le hubiera dicho que el número dos de Zapatero iba a abortar el proceso de primarias? Y que inmediatamente después iba a presentarse a las elecciones generales, y que iba a conseguir el peor  resultado de la historia del PSOE en democracia, y que a pesar de todo ello se presentaría al congreso del partido, y que lo ganaría… ¿Qué hubiera pensado cualquier socialista? «Pues que es un despropósito tras despropósito, y eso es lo que ha ocurrido», responde Luis Ángel Hierro, exdiputado del PSOE y profesor de Economía Pública en  la Universidad de Sevilla.

En un momento en el que los militantes -y la sociedad- reclama una oposición más fuerte que nunca, Alfredo Pérez Rubalcaba, aquel número dos, ahora número uno, es paradójicamente casi el principal problema que tiene el PSOE para hacer esa  oposición, según reconocen fuentes del partido. Por varios motivos: primero, por  haber formado parte del Gobierno que inició la senda de los recortes y acatamientos  de las imposiciones de Bruselas; segundo, por seguir representando a ese viejo PSOE  que antepone el sentido de la responsabilidad y el ofrecimiento continuo de pactos a la oposición pura y dura; y tercero, porque no sólo en el partido está creciendo la  sensación de que no es un auténtico líder, sino que ni él mismo parece creérselo. En  las últimas semanas, de hecho, gente muy cercana a él en el PSOE le ha aconsejado  que tiene que transmitir más convicción, más seguridad y dejar claro que él no es una  solución provisional sino el candidato que se presentará a las elecciones dentro de  cuatro años.

Carme Chacón no ha tirado la toalla y es muy posible que el presidente de la Junta  de Andalucía y del PSOE, José Antonio Griñán, dé su apoyo explícito a la dirigente  catalana, ahora sí con más autoridad que en el congreso de febrero, donde el partido  no se atrevió a renovarse. Las elecciones andaluzas del 25-M devolvieron la vida a  Griñán, cuya resurrección llevaba aparejada nevitablemente el debilitamiento y el  ocaso de Rubalcaba. Desde entonces, desde que Griñán «cogió la sartén por el mango»,  Rubalcaba no ha despegado, anda moribundo, sostiene un dirigente. Fuentes próximas  a ambos afirman que han mantenido encuentros para recomponer la relación, sin mucho  éxito. La prueba definitiva llegará en julio, en el Congreso regional del PSOE andaluz. Ahí se podrá comprobar si Griñán incluye en la ejecutiva a gente relevante que apoyó a Rubalcaba en febrero o si, como parece ser su intención, opta por laminarlos.

Muchos militantes no entienden la inmovilización del PSOE, menos aún cuando ha perdido no sólo el Gobierno sino la mayoría de las comunidades. “¿No se están pasando un poco ahí fuera urgiendo a España a pedir #rescate?”, se preguntaba en Twitter la  número dos del PSOE, Elena Valenciano, el fin de semana frenético de la intervención  bancaria. “¿Y nosotros por qué no decimos nada?”, le respondió el alcalde socialista  de Nerva ( Huelva), Domingo Domínguez. “Y encima Rubalcaba tendiéndole la mano a Rajoy. Si fuera al revés, ya veríamos”, escribe Domínguez en otro tuit. Al propio Rubalcaba, a quien reprocha no haber pedido ya la dimisión del presidente del Gobierno, le aconseja directamente: “Debemos responder a esta situación con sentido de Estado, sí, pero con mayor contundencia”.

Luis Ángel Hierro, que hizo el intento de presentarse a aquellas primarias nuncacelebradas, insiste en que el objetivo del PSOE tiene que ser recuperar los más de cuatro millones de votos perdidos. Y para eso, dice, es absolutamente imprescindible tener claro que está en la oposición, que no está gobernando, que la estabilidad del Ejecutivo, además, no peligra porque tiene mayoría absoluta, y que ese sentido de la responsabilidad en el que Rubalcaba se parapeta para, por ejemplo, no haber pedido inmediatamente una comisión de investigación en Bankia o en no haber pedido desde el minuto uno la dimisión del ya expresidente del Supremo Carlos Dívar, pueden convertir al PSOE en lo que ha terminado siendo el Pasok, el histórico partido socialista griego.

«¿Qué hace que no está jugando ya al partido de Hollande, por qué no ha dicho ya, oiga, quiero un billete en el vagón de Hollande, por qué está quieto? Hay que ser de izquierda en economía», afirma Hierro, para quien Rubalcaba, pero también Chacón, están atrapados por su pasado. Las fotografías del encuentro entre Rajoy y Rubalcaba el pasado mayo en la Moncloa reflejan esa idea de inmovilismo del líder del PSOE. Si nadie supiera quiénes son, viendo cómo están sentados, dirían que Rubalcaba es el presidente, echado hacia atrás, de forma cómoda, y Rajoy, sentado hacia adelante, el jefe de la oposición. El problema del PSOE puede que sea Rubalcaba; el problema de Rubalcaba es que cada vez suenan más las voces críticas hacia él dentro de su partido.

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Comentarios
  1. El PSOE es un partido zombie desde el mismo momento en que se olvida de sus votantes y se convierte en una agencia de colocación.

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