Opinión
Inútiles ilegalizaciones
En mi tierra estamos condenados a celebrar lo obvio. Hace ocho meses brindamos porque una organización terrorista anunció que dejaba de matar y extorsionar. Ahora nos alborozamos porque (...)
En mi tierra estamos condenados a celebrar lo obvio. Hace ocho meses brindamos porque una organización terrorista anunció que dejaba de matar y extorsionar. Ahora nos alborozamos porque, con año y medio de retraso, un partido de estatutos impecables —bastante más pulcros, por cierto, que los del PP— ha recibido la bendición legal para hacer política. Con un poco de suerte, este episodio al que las huestes cavernarias han tratado de sacar petróleo será uno de los últimos de la anómala normalidad (o viceversa) que les describo.
No estará resuelta ni mucho menos la llamada cuestión vasca, pues aún quedan dos o tres docenas de flecos que peinar, pero sí encauzada hacia un modo razonablemente civilizado de resolverla. Una pena, lo sé, para los conflictólogos y los conflictófagos que durante años han hecho del asunto un chollo que, tertulia a tertulia, columna a columna, conferencia a conferencia, libro a libro, les ha pagado chalés en La Moraleja y vicios variados. Que no se quejen tanto. Si algún día son capaces de sincerarse, aunque sea consigo mismos, tendrán que reconocer que se cuentan entre los poquísimos que tienen algo que agradecerle a la siniestra y asesina ETA. En más de un caso, todo lo que son.
Los demás nos aplicaremos a recuperar el tiempo perdido en los diez años de vigencia -el miércoles los cumplirá- de la infausta Ley de Partidos, promovida, no se olvide, a pachas por PP y PSOE. ¿Para qué? Se suponía que para reducir a la mínima expresión la base sociológica de la izquierda abertzale. No contaban con que en este país -como en todos, en realidad- se funciona por rechazo y hoy es el día en que esa parte que se pretendía borrar del mapa tiene el mayor respaldo de toda su historia. A nadie le sorprendería que en las próximas autonómicas hubiera foto-finish con el PNV y, desde luego, lo que sí va a misa es que las formaciones ilegalizadoras van a cerrar el pelotón. Todo lo que han sacado en limpio, que no es moco de pavo, es haber estado unos años sentados donde sus votos reales jamás les hubieran colocado.
¿Y no es un gran éxito conseguir que ETA esté en liquidación por cese de negocio? Sí, pero eso no es fruto de ninguna ley. Tal vez sí de la presión policial, pero mucho más del apremio de una sociedad que, contra lo que se ha dicho tantas veces, hace mucho que no traga con la violencia. De hecho, la gran derrota de la banda es comprobar que las urnas llevan más lejos que las pistolas y las bombas.
Sí, señor autor, ha dado muy bien en el clavo,gracias por ello.
Todo fué un chollo para muchos, el dolor fué solo para unos cuantos que nunca se recuperaran.
Ahora, se les acaba el chollo y la foto por fin a los beneficiarios de toda esta tragedia.
Ojalá, que este sea el final de tanto dolor, ojalá.
Lo necesitamos todos los que nunca nos beneficiamos de nada, tan solo nos toco, sentir el llanto por la ausencia de los muertos. Todo sea por la PAZ necesaria, por fin.
«De hecho, la gran derrota de la banda es comprobar que las urnas llevan más lejos que las pistolas y las bombas.»
Esto es cierto. Sobre todo, después de que las pistolas y las bombas han eliminado físicamente a los rivales en las urnas.
[…] mercenario o facha interpuesto. Supongo que toca felicitarse por ello —ya he escrito alguna vez que nuestro sino es celebrar lo obvio—, pero como no soy un cándido y el cinismo lo reservo para otros asuntos, no puedo dejar sin […]
Creo que tus fobias y deseos te impiden ver el Bosue y si bien yo fui contrario opositor a la ley de partidos es obvio que ha sido bàsico para el fin de ETA ya que debilitò polìticamente su brazo político y le forzò a buscar nuevas vìas, entre las que destaca hacer presiòn sobre los propios terroristas.
El pueblo nunca se movilizò màs que con Miguel Ângel Blanco y ello no les hizo inmutarse ni a los etarras ni a sus votantes.