Opinión

Egipto: fracasa la transición ideada por Washington

Fracasa la prometida "transición ordenada" dirigida por Washington para Egipto. Demasiados actores internos y foráneos, han neutralizado los planes de Barak Obama. Ni su amenaza de suspender (...)

Fracasa la prometida «transición ordenada» dirigida por Washington para Egipto. Demasiados actores internos y foráneos, han neutralizado los planes de Barak Obama. Ni su amenaza de suspender la millonaria ayuda ha hecho que el ejército entregue el poder oficial a los Hermanos Musulmanes, a quienes Obama visitó en la Universidad de Al Azhar de El Cairo en junio del 2009.

¿Gobierno de islamistas o de militares? Esa no es la cuestión. Quizás Obama había pensado en la formula turca: Una cohabitación entre ambas fuerzas, ignorando que la ausencia de un arraigado movimiento laico en esta sociedad puede dar lugar más bien al modelo paquistaní: un islamismo militar.

Los Hermanos, que tienen en su contra a minorías religiosas, ateos, seculares, parte de mujeres, jóvenes e intelectuales y a la izquierda, si gana, por la demanda de su base social tendrá que apoyar la causa palestinas y las futuras intifadas y revisar las clausulas del Tratado de Camp David sobre el suministro de gas a Israel, ahora cortado por el sabotaje en los ductos.

Obama aquí sigue el realismo defensivo, buscando la estabilidad del vecino de Israel, ahora que pierde su influencia. Asimila que el gigante árabe haya dejado de ser aliado, pero no admitirá que se convierta en el enemigo del país judío ni en el amigo de Irán. Sin embargo, a la falta de un programa viable y progresista ninguna de las dos entidades será capaz de garantizar la paz interna ni la seguridad regional.

Al mismo tiempo, se agrava la deplorable situación de subsistencia de millones de personas, mientras las instituciones de derecha -religiosa y militar- luchan por el poder. El incremento espectacular del precio del pan y del butano (utilizado para cocinar), se suma a la fuga de capitales, el déficit fiscal,la  falta de inversión, un desempleo crónico y una inflación galopante. La bandera «moralidad, seguridad y estabilidad» ha desplazado a la de «Pan, justicia y libertad para todos».

La tensión política -que se acentuará cuando toque redactar la constitución- y el colapso económico benefician a los islamistas, que avanzarán por su capacidad de adaptación y por su experiencia en distribuir la pobreza entre los que esperan un milagro.

Egipto es el Muro de Berlín del mundo islámico. El caos en el gran país del Nilo cambiaría el rumbo de toda la región.

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