Cultura

El ‘taz’, el diario de los 12.000 propietarios

El ‘Tageszeitung’ de Berlín, referencia de la prensa de izquierda en Alemania, sortea con éxito la crisis de los medios de comunicación gracias a su modelo cooperativista.

BERLÍN // En su despacho a la vuelta del Checkpoint Charlie, en el centro de Berlín, Reiner Metzger vive la misma tensión que cualquier otro jefe de un gran diario. Con una diferencia importante. “A mí no me llama ningún accionista, abogado o asesor para decirme lo que tengo que publicar o no”, dice el subdirector del Tageszeitung, la referencia de la prensa de izquierdas en Alemania.

Los propietarios del taz son los 11.800 socios de una cooperativa que garantiza la independencia editorial y económica de este medio desde hace dos décadas. Dentro de la depresión general, los medios de comunicación están sumergidos en su crisis particular. La caída de la publicidad golpea a la prensa privada mientras los medios públicos tiemblan ante los recortes presupuestarios.

Grandes gestores, periodistas y gurús llevan tiempo dándole vueltas a la fórmula para garantizar el futuro del periodismo de calidad. En este debate va ganando fuerza la tercera vía, un medio que no depende solo de ingresos directos de publicidad y ventas o subvenciones del Estado, sino que se apoya fundamentalmente en sus lectores y simpatizantes. ¿Una utopía?

Venta de 52.000 ejemplares

El ejemplo del taz prueba que es posible. Con ventas de 52.000 ejemplares de lunes a sábado -44.000 de ellos suscripciones- y más de cuatro millones de visitas a su web al mes, el diario ha conseguido ser rentable en los últimos años. La publicidad supone menos del 20% de los ingresos. Para los tiempos malos, el TAZ cuenta con un capital social de más de diez millones de euros gracias a las aportaciones de los socios de una cooperativa integradas por lectores y simpatizantes del diario.

El periódico de inconfundible estilo crítico e irónico nació en la convulsa década de los 70, cuando los activistas de los movimientos ecologistas y pacifistas, cada vez más fuertes, se toparon con el aparato represor de la República Federal de Alemania (RFA). Hartos de la falta de información crítica sobre los abusos de la policía en los medios tradicionales, un grupo de periodistas y activistas creó el Tageszeitung. El diario llegó a los kioscos el 17 de abril de 1979.

Al borde de la bancarrota

La empresa se constituyó como un colectivo de los trabajadores, con un fuerte toque asambleario, que logró sacar el periódico en un estado de precariedad casi permanente durante los primeros años. Tras la caída del Muro, se suprimieron las subvencionescon que la RFA había mantenido con vida a la economía de Berlín Occidental durante la guerra fría. El TAZ dependía en gran medida de estas ayudas, por lo que en 1991 estuvo a punto de quebrar.

Entonces, los trabajadores del diario se dividieron entre partidarios de vender la empresa a un gran grupo editorial y otros que apostaron por constituir una cooperativa de lectores y simpatizantes. Triunfó la segunda opción y en 1992 nació la cooperativa con 3.000 socios y un capital inicial de cinco millones de marcos que garantizó la continuidad del periódico.

Independencia editorial

La clave del éxito es la independencia editorial. “Los socios de la cooperativa deciden sobre los aspectos económicos pero la redacción es independiente. Eso es muy importante para la credibilidad del producto”, explica Konny Gellenbeck, responsable de gestionar las relaciones entre el diario y los cooperativistas. Los socios que se dan de baja o que cancelan su suscripción en protesta por una información que no le ha gustado son escasos, asegura Gellenbeck.

Para entrar en la cooperativa hay que abonar un mínimo de 500 euros. No es obligatorio hacer más aportaciones, pero la mayoría de los socios dona cantidades importantes de forma regular. La asamblea de los cooperativistas elige el consejo supervisor del taz, que controla las finanzas del diario. Este consejo también nombra a dos de los cinco miembros de la directiva, los dos gerentes. Por su parte, los trabajadores cuentan con su propia asamblea. Esta elige a los otros tres integrantes de la directiva. Este órgano es el encargado de nombrar los directivos del diario.

Los cooperativistas deciden obre las cuentas y en teoría podrían reclamar dividendos en años de bonanza. “Pero los socios no quieren dinero. Algunos incluso protestan cuando cerramos con beneficios”, comenta Metzger.

«Los socios nos critican bastante»

El hecho de que los estatutos aseguren la independencia de la redacción del taz no quiere decir que la opinión de los cooperativistas no se tenga en cuenta. “Nos critican bastante”, admite el subdirector. “Si piden que informemos más sobre un determinado tema, hay que replantearse el rumbo”, añade Metzger. A veces se hacen consultas vía correo electrónico para sondear la opinión de los socios, aunque estas no son vinculantes.

El número especial para conmemorar el 20 aniversario de la fundación de la cooperativa, hace un mes, fue elaborado por miembros de la cooperativa. No fue la primera vez que los periodistas del taz entregaron el timón a otros. En 2003, Kai Diekmann, director del diario sensacionalista y conservador Bild, el enemigo de clase cuyas oficinas se encuentran a pocos metros de la sede del taz, fue jefe durante un día del diario. Con una entrevista exclusiva con el ex canciller Helmut Kohl, que nunca en su vida hubiera hablado con el taz, el periódico consiguió la mayor venta en un día en su historia, más de 100.000 ejemplares.

Espíritu irreverente

Acciones como esta forman parte del espíritu irreverente y provocador del Tageszeitung. En una campaña para captar nuevos suscriptores, los gerentes no dudaron en amenazar a sus lectores con publicar páginas de crónica rosa e incluso un chica en top-less.

Evidentemente, el taz no es ajeno al declive del papel y la migración de los lectores a internet. En www.taz.de todos los contenidos son gratis, pero desde enero se pide a los internautas una pequeña aportación voluntaria. La respuesta ha sido positiva. “La mayoría de la gente entiende que nuestra web no es un blog, sino que invertimos en investigación y reporterismo. Algunos enviados especiales incluso arriesgan su vida. Todo esto cuesta dinero”, explica Metzger.

El taz quiere exportar su modelo y apoya a cooperativas de medios en otros países como Turquía o Uruguay. “Al principio nuestro modelo era considerado anticuado”, cuenta Gellenbeck. “Pero con la crisis de los medios otros se interesan cada vez más por nosotros”.

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