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“Para vivir dignamente del doblaje se debe trabajar, literalmente, de luna a luna”
Las condiciones laborales a las que se enfrentan estos actores y actrices son nefastas, como llevan denunciando desde hace años principalmente los estudios de Madrid, que han iniciado una huelga este mismo mes.
El doblaje en España es la opción preferida por la mayoría de españoles –en Madrid, por ejemplo, tan solo hay 11 cines comerciales que proyectan en versión original–. Y aunque la profesión y su actividad está muy desarrollada en nuestro país -críticas incluidas de quienes opinan que desvirtúa la obra-, las condiciones laborales a las que se enfrentan estos actores y actrices son nefastas, como llevan denunciando desde hace años principalmente los estudios de Barcelona y Madrid. Estos últimos han iniciado una huelga este mismo mes.
Las cantidades que perciben por trabajo realizado varían según los días que requiera la grabación, los takes -fragmentos del guion- o minutos de los que disponga y de la labor que realicen. Y hay que tener en cuenta el tráiler de la obra, las horas extras, la repetición de escenas o los pluses por jornadas nocturnas, que se cobran aparte. Por tanto, en condiciones normales, una actriz o actor de doblaje con papel protagonista puede ingresar con un película entre 400 y 500 euros por cuatro jornadas de trabajo.
En las últimas décadas, el Sector de Doblaje y Sonorización en su Rama Artística en la Comunidad de Madrid ha venido regulándose por el Convenio Colectivo Estatal, pese a que este dejó de tener efectos legales en 1996. Con actualizaciones puntuales, el primer gran conflicto se produjo en 2012, tras la reforma laboral aprobada por el Gobierno del PP, que dejó sin validez el convenio. Durante ese tiempo, en el intento por alcanzar una nueva regulación, los estudios acabaron por disolver la patronal negociadora, que desembocó en 2014 en una huelga de los trabajadores durante 19 días a la que se puso fin tras acordar la renovación del convenio con las mismas condiciones que en 1993 y un compromiso para firmar un acuerdo modernizado en 2016.
Pasado un año y medio desde la fecha marcada para volver a renegociar, los estudios no han hecho caso a las peticiones para un encuentro. Esto ha provocado un hartazgo entre los profesionales del doblaje y una nueva huelga convocada por el Sindicato de Artistas de Doblaje de Madrid (ADOMA), el Sindicato de Locutores de Madrid (LOCUMAD), CCOO y UGT-Madrid. Los parones, programados para días alternos hasta que se solucione el conflicto, afectan a 11 estudios: todos los de la Comunidad de Madrid excepto MediaSound, que aceptó las demandas impuestas.
Esta realidad no solo afecta a las actrices y actores. Se extiende a los directores, ayudantes de dirección y ajustadores en un trabajo que se realiza mayoritariamente por convocatorias -más del 90% en la Comunidad de Madrid, según ADOMA-. A los trabajadores se les da de alta y de baja el mismo día independientemente de que el trabajo se prolongue durante varias jornadas. Únicamente dos empresas tienen contratados indefinidos -TECNISON y SDI Media- y solamente 25 personas disfrutan de este tipo de contrato, alrededor del 6% del total de profesionales. Unas condiciones, afirma el actor y presidente de ADOMA, Adolfo Moreno, similares -e incluso algo mejor- que las del resto de comunidades. Esta precariedad, sostiene, ha desembocado en una pérdida del poder adquisitivo que oscila entre el 60% y el 70%.
Las principales exigencias que han puesto sobre la mesa los sindicatos son las siguientes: reconocimiento de vacaciones, cambios normativos acordes a los tiempos actuales, indemnizaciones por razones de finalización del contrato, paga extra y un aumento de sueldo del 3,5% que compense la subida del IPC de este año y el anterior. Desde que se vieron por primera vez el 24 de febrero se han producido 16 acercamientos con hasta ocho propuestas por la parte social, todas ellas rechazadas. La patronal ha llegado a ofrecer dos años con las condiciones actuales y una subida del 2% desde abril de 2017 y un 2,5% para 2018, pero sin incluir el resto de reivindicaciones.
Mar Bordallo, reconocida actriz (voz de Penny en The Big Bang Theory o Alegría en Del Revés) y una de las cinco integrantes de la comisión de convenio por parte de ADOMA, asegura que las posturas no están muy alejadas a pesar de las diferencias, y destaca sobre los salarios que no entiende que “pese a ser de los mejores de Europa y del mundo», estén, con diferencia, a la cola de Europa en lo económico.
Otro de los actores que más se ha movilizado a través de las redes y los medios de comunicación es Fernando Cabrera, Sheldon Cooper en The Big Bang Theory. «Para vivir dignamente se debe trabajar, literalmente, de luna a luna, por lo que quien no goza de esa continuidad no puede llegar a fin de mes. Ni nosotros, ni las empresas, ni el público desean que esta situación se alargue más”, reflexiona.
Entre las empresas, no todas comparten la misma postura. Es el caso de AM Estudio, que se desmarca de otros centros como TECNISON, SDI Media o Deluxe 103, los más fuertes del sector. Según explican a La Marea, están a favor de que se reconozcan los derechos a los trabajadores y que puedan disponer de las mejores condiciones posibles.
Operación Pitón
Antes de que se existiera el convenio que ha desatado todas estas disputas, en 1993, se produjo la mayor huelga hasta la fecha entre las distribuidoras y los actores de los grandes estudios de Madrid y Barcelona. Estos últimos pedían que se igualasen las condiciones entre los estudios periféricos, encargados de trabajos menores, y aquellos que trabajaban con producciones de Hollywood. Así, desde el 24 de mayo hasta el 1 de septiembre -101 días-, las distribuidoras recurrieron a otras voces y estudios para no frenar el flujo de trabajo, lo que causó un desconcierto entre los espectadores y un enfado entre los huelguistas.
Quiene tengan una mejor memoria pueden recordar cómo sus actores favoritos durante un tiempo tenían una voz distinta a la que acostumbraban. El caso más conocido fue el de Jurassic Park, de Steven Spielberg. Fue estrenada en España el 30 de septiembre. Para conseguir la versión española, los rollos originales viajaron en diferentes aviones bajo el seudónimo de Pitón, tal y como se puede leer en un artículo de aquel año de El País. En el rodaje participaron una treintena de personas con actores de diversos puntos de España que, posteriormente, llegaron a ser considerados esquiroles por sus compañeros.