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Sahra Wagenknecht: “La política social de Alternativa para Alemania es neoliberal”

La coportavoz del grupo de Die Linke en el Parlamento alemán considera que la acogida de cientos de miles de refugiados pone en evidencia las deficiencias de las políticas sociales

Sarah Wagenknecht en un acto del Die Linke en Alemania.

Esta entrevista forma parte del dossier del número 44 de la revista de La Marea, Antídotos de Izquierdas contra el neofascismo, a la venta en kioscos y aquí.

 

La llegada de cientos de miles de refugiados a Alemania, que se intensificó desde el verano de 2015 y aquel famoso selfie de la canciller Angela Merkel con un inmigrante, ha puesto patas arriba el panorama político en el país. Nadie mejor que Alternativa para Alemania (AfD) ha sabido aprovechar los miedos y prejuicios de buena parte de la sociedad ante el desafío de acoger a todas estas personas, la mayoría musulmanes que huyen de las guerras en Siria, Iraq y Afganistán.

Este partido de ultraderecha liderado por Frauke Petry ha conseguido resultados de doble dígito en las elecciones regionales de este año y su entrada en el Bundestag (la cámara baja del Parlamento alemán) el año que viene se da por descontado. Según los estudios demoscópicos, AfD le roba muchos votos a Die Linke, la formación de izquierdas fruto de la unión del sucesor del partido SED que dominaba la extinta RDA y una escisión de socialdemócratas desencantados.

Sahra Wagenknecht, nacida en Jena, Alemania del Este, en 1969, rompió un tabú en Die Linke al criticar abiertamente la política de la canciller con los refugiados. «La acogida e integración de un número muy elevado de refugiados e inmigrantes plantea problemas considerables y es mucho más complicado de lo que la señora Merkel nos quiso transmitir el otoño pasado con su «Wir schaffen das» («Lo conseguiremos»)», dijo en julio, después de que un refugiado sirio se matara con una bomba e hiriera a 15 personas en la localidad de Ansbach.

A Wagenknecht le llegaron duras críticas desde fuera y, sobre todo, dentro de su partido. La acusaban de jugar con los resentimientos al igual que la ultraderecha. Un dirigente de AfD incluso llegó a invitarla a cambiarse de bando. Es obvio que no lo hizo, pero ofreció una entrevista conjunta con Petry, la líder de AfD, al diario Frankfurter Allgemeine Zeitung, en la que insistió en que, a diferencia de la extrema derecha, ella no pretendía echar a nadie del país, sino que el Estado dedicara más recursos a la integración. En su opinión, también se debería hacer mucho más para mejorar las condiciones de vida en las regiones de donde vienen los migrantes con el objetivo de evitar que emigren en primer lugar.

Wagenknecht, casada con Oskar Lafontaine, el expresidente socialdemócrata que se pasó a la izquierda, es la más mediática de los dirigentes de Die Linke y la principal representante del ala marxista del partido. Para este dossier contestó por correo electrónico.

¿Qué tienen en común la victoria de Donald Trump en EEUU y el auge de partidos como el Frente Nacional de Marine Le Pen en Francia, el PVV de Geert Wilders en Holanda o Alternativa para Alemania (AfD)?
Todos nacieron sobre el mismo caldo de cultivo. En los países industrializados han aumentado la incertidumbre y el desconcierto de la gente. Hay una erosión de las clases medias, donde crece el miedo a bajar de categoría social. Al mismo tiempo, es cada vez mayor la riqueza grotesca del uno por ciento más rico. Pero los partidos establecidos, desde la socialdemocracia hasta verdes, liberales y conservadores, hacen caso omiso a las preocupaciones de la mayoría de la población y, en lugar de esto, siguen con políticas que benefician a las grandes empresas y a los más ricos.

¿Qué está haciendo Die Linke, o que debería hacer, para evitar que cada vez más votantes se pasen a AfD?
Una mayoría amplia del 82% de la gente considera que la desigualdad social en Alemania es demasiado grande. Esta opinión también está muy generalizada entre los votantes de AfD. En los últimos años, se ha ido desmantelando el Estado del bienestar en Alemania. Los desafíos en relación con la acogida e integración de cientos de miles de refugiados han vuelto a poner en evidencia la enorme brecha entre la deficiente oferta de políticas sociales y las necesidades reales de la sociedad. Sobre este caldo de cultivo los populistas de derechas se hacen cada vez más fuertes. Die Linke lucha por un cambio social para todas las personas que viven aquí, y lo hace con un lenguaje que resulta claro, comprensible y creíble. Pero tenemos que conseguir que quede claro que, en cuanto a política social, AfD representa, de forma más radical, la continuidad de las políticas neoliberales de los partidos establecidos. Quiere la privatización total de los sistemas de pensiones  y de protección contra el desempleo. De esta forma, la inseguridad social aumentaría todavía más.

En el debate sobre los refugiados usted ha adoptado un discurso crítico con la política de acogida de la canciller Angela Merkel, diciendo que es un problema. Por ello le han criticado mucho dentro de su propio partido. ¿Se equivoca Die Linke en su posición respecto a este tema?
Yo dije que, si acogemos un millón de refugiados al año, y esto se repite año tras año, algún día llegaremos al tope de nuestras capacidades. Creo que esta constatación es una banalidad y que es legítimo decirlo. Pero al mismo tiempo, en el Bundestag Die Linke y yo hemos rechazado cualquier limitación al derecho de asilo. A diferencia de nosotros, el Estado federado de Baden-Württemberg, que tiene un primer ministro de Los Verdes, quiere apoyar en el Bundesrat [cámara alta del Parlamento] el endurecimiento del derecho de asilo propuesto por la gran coalición [democristianos y socialdemócratas].

¿Los partidos de izquierda en Europa han perdido el contacto con la realidad de las personas a las que pretenden representar?
Sí, estoy segura de que ese es un gran problema. Sin embargo, Bernie Sanders en Estados Unidos o Jeremy Corbyn en Reino Unido han demostrado que los partidos de izquierda sí son capaces de llegar al corazón de la gente y entusiasmarla. La izquierda tiene que proponer de forma creíble un programa de cambio social y una política exterior pacífica que llegue a conectar con los ciudadanos de las clases populares y medias, los asalariados, parados y pensionistas. Ese debe ser nuestro objetivo central y común.

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