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Nueva manifestación multitudinaria para exigir el “derecho a decidir” de Cataluña
Las asociaciones independentistas celebran que más de 800.000 personas hayan participado en las distintas concentraciones. La Diada de este año, menos concurrida que en las últimas ediciones, ha contado con numerosa representación institucional. Los actos se han caracterizado por el ambiente festivo y reivindicativo.
BARCELONA // Lleida, Salt, Berga, Tarragona y Barcelona han sido los cinco escenarios donde los independentistas han hecho su demostración de fuerza anual, con motivo de la Diada de Cataluña, poniendo, en total, entre 800.000 y un millón de personas en la calle para gritar independència y exigir el “derecho a decidir”. Una cifra que algunos califican de éxito, aunque es la más baja de los últimos cinco años y queda lejos de la movilización de 2014, en la que, según la Guardia Urbana, 1’8 millones de personas llenaron la capital catalana.
La manifestación descentralizada, eso sí, ha tenido la combinación habitual entre un carácter festivo y otro reivindicativo. Y ha sido este año la primera vez que un president de la Generalitat, en este caso Carles Puigdemont, ha acudido a la convocatoria, en la que ha insistido en la unilateralidad en el caso de que el Gobierno español se niegue a poner las urnas. Ha marchado en Salt (Girona), mientras que Oriol Junqueras, Raül Romeva y el ex president Artur Mas, entre otros líderes de JxS, lo han hecho en Barcelona. También ha participado en el acto la alcaldesa, Ada Colau, que ha decidido alejarse de la cabecera de la manifestación.
En la capital, ha sido el presidente de una de las entidades organizadoras, la Assemblea Nacional Catalana, Jordi Sànchez, el encargado de clausurar la Diada. “Unidad y determinación”, ha pedido al Govern: “No dudéis ni un momento en poner las urnas”. Sànchez ha reivindicado la consulta popular como “el lenguaje que el mundo democrático entiende” y “el mejor instrumento para mantener a este país como un solo pueblo”.
Las marchas descentralizadas y simultáneas, que han tenido como lema A punto. Adelante, república catalana, se han servido precisamente de puntos de cartón como elementos gráficos, que se han repartido entre los manifestantes para simbolizar la inminencia de la “desconexión” de Cataluña y España. Un hecho que, para algunos, empieza a ser la eterna promesa incumplida. Así lo advierten Martí y Ferran, dos jóvenes, senyera en ristre, que se han acercado a Barcelona desde Vilafranca del Penedès. “Estamos en el tramo final, por eso es importante estar aquí. No queremos que sea un suflé, aunque pueda parecer un poco como el día de la marmota”, asegura el primero.
Martí cree que no es tan determinante la caída de manifestantes con respecto a años anteriores. “Los independentistas a lo mejor no están todos aquí, se podrán manifestar más o menos, pero cuando hay que votar votan”, defiende. En cuanto a la aparente falta de acción por parte del ejecutivo catalán, Ferran interviene: “Este gobierno es muy de trabajar en silencio. Si lo explica todo, está dando facilidades a los otros”. Martí asiente, y apostilla que es “mejor esperar y cuando se haga una cosa, que sea contundente”. Más que miedo a la acción del gobierno de España o a la posible pasividad de Puigdemont, Martí y Ferran apuntan al campo independentista: “JxSí y la CUP no están lo suficientemente unidos. La CUP siempre saca cosas que ponen en duda su apoyo”.
Entre un mar de banderas estrelladas y puntos de cartón que se transformaban en abanicos ante el calor de la tarde, continuaba el ambiente festivo: grupos que tocaban dulzainas y tambores, batucadas, sardanas en plazas… Multitud de familias se han concentrado en el paseo de Sant Joan bajo la música de los altavoces que colgaban de las farolas. Teresa, de Barcelona, se ha manifestado un año más porque tienen la sensación de que no les toman “en serio”. “Parece que esto del independentismo es algo que han inventado los políticos y hay decenas de miles de personas empujando”, reivindica, mirando a su alrededor. Su pretensión la resume en dos palabras: “Queremos votar”. En cuanto a la acción del Gobierno catalán, Teresa confía en Puigdemont: “Me gusta más este presidente que el anterior, es más discreto. Hacer esto no es fácil, no se puede romper de golpe con la legalidad”.
Acabada la manifestación, los altavoces comenzaban a pinchar música disco en el paseo de Sant Joan y se sucedían conciertos en varios puntos del recorrido de la marcha. En un escenario, un hombre con peluca y sin pantalones aunaba fiesta, reivindicación independentista y por los derechos LGTB. Su discurso comenzaba de modo explícito: “¡Estado español! ¿Realmente crees que no vamos a hacer lo que nos salga del orto?”. Debajo la gente bailaba, reía y bebía. “Bueno, hasta las 19.30 tenemos fiestorro, pero también tendremos que tener política”, avisaba, y pasó a denunciar la acción del Tribunal Constitucional y sus suspensiones de leyes catalanas. “Cuál es la solución? Fotre el camp! (“largarse”)”, gritaba, coreado por los asistentes.
Junto a un grupo de gente que ha llegado a Barcelona desde Mediona, un inglés entrado en canas con un pañuelo independentista recogía banderas y pancartas. Se llama Richard y asegura que lleva desde 1997 asistiendo a la Diada de Cataluña, por su gente, dice. “Vengo a darles apoyo, por ellos”, asegura, y afirma que desde 2012 “algo ha cambiado en el país”. “Esta movilización es muy importante pero no sólo por la independencia, sino sobre todo por estar juntos. Es importante que sigamos presionando”, defiende. Las expectativas son altas en esta ocasión: en teoría, según Junqueras, ésta sería la última Diada de una Cataluña integrada dentro de España.