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Averly, rojo, amarillo y blanco…
"Averly está declarada uno de los 50 bienes culturales en peligro más relevantes del mundo. Del voto del PSOE, fundamentalmente, PP y Ciudadanos depende que se conserve", sostiene Francisco Martínez.
Francisco Martínez// Ya en 1961 el historiador Gaya Nuño señalaba en su obra La arquitectura española en sus monumentos desaparecidos que Zaragoza junto a Granada eran las dos ciudades que más habían sufrido la piqueta. Los años de la dictadura supusieron una auténtica hecatombe patrimonial, equiparable a la de los Sitios, para el ingente patrimonio de Zaragoza, facilitado por una absoluta ausencia de oposición, resistencias y sociedad civil organizada, y así cayeron palacios como el del Marqués de Ayerbe, el de Aytona o el antiguo palacio arzobispal de San Valero, teatros excepcionales del siglo XIX como el Teatro Circo, multitud de bellos edificios eclécticos y modernistas como la Casa Faci o la Casa de Emerenciano García, colegios decimonónicos como el del Salvador, iglesias barrocas como la del Carmen, conventos mudéjares como el de Santa Lucía, torres mudéjares como la de San Juan, edificios inclasificables como el Castillo de Palomar e incluso la antigua Universidad con su capilla medieval. La lista sería interminable.
Hoy la historia se repite. Averly es una villa fundición del siglo XIX, que ha estado en funcionamiento hasta hace muy poco y que tuvo que cerrar por problemas económicos, y que se ha conservado prácticamente intacta como si fuese una bella durmiente. Esto se debe a que los propietarios de origen francés conservaban todo, como si estuviesen afectados por el mismísimo síndrome de Diógenes. Jardínes románticos, maquinaria que haría las delicias de los fans del steampunk, esculturas, chimeneas de vapor, bella arquitectura, un impresionante archivo documental. Un viaje en el tiempo a los comienzos de la Revolución industrial, del que las generaciones venideras no debían de privarse, o no deberíamos privarlas y que es Historia del trabajo, memoria colectiva e identidad de un pueblo, porque sin patrimonio, sin memoria, no hay identidad alguna.
Averly está declarada uno de los 50 bienes culturales en peligro más relevantes del mundo, por la prestigiosa asociación World Monuments Fund, con sede en EEUU, y a su vez está incluída en la lista de 100 bienes industriales más importantes de España, de TICCIH, incluida, a su vez, en el Plan Nacional de Patrimonio Industrial. Del valor de Averly también responde el departamento de Historia del Arte de la Universidad de Zaragoza, que vuelve a reclamar su protección integral, Hispania Nostra, la Real Academia de Ingenieros, Unesco Aragón y decenas de catedráticos, es decir, la inmensa mayoría de la comunidad científica. La huella de Averly, que producía bienes de gran calidad en los que estaba especializada, y por ello fue premiada numerosas veces en exposiciones internacionales, no está sólo en Zaragoza, con obras como la fuente de la Samaritana, el monumento al Justicia de Aragón, o los chapiteles del Pilar, sino por toda España, donde no es difícil encontrar fuentes y elementos decorativos fabricados en ella. En Aragón, donde cuentan que fueron antes leyes que reyes, parece que se va a imponer nuevamente la fuerza de la barbarie, la razón de la fuerza, sobre la fuerza de la razón, Trasímaco contra Sócrates, porque nuevamente una trama de intereses políticos y especulación se cierne sobre nuestro patrimonio. A pesar de que la Constitución y las leyes obligan a proteger y promover la conservación del patrimonio, incomprensiblemente, tanto el Gobierno de Aragón controlado por el PSOE, como el pleno del Ayuntamiento, a excepción de Zaragoza en Común y Cha que han pedido su protección, se han negado obstinada y cerrilmente a proteger la integridad de la antigua villa factoría.
PP, PSOE y Ciudadanos parecen actuar más como representantes de la constructora Brial Briceño, que del interés público, llegando a pedir que se acelerara la concesión de la licencia de derribo. Luego presumirán de patriotas enfundándose la remera de la selección española. Este miércoles vuelve a votar, a petición de Zaragoza en común, la protección integral de este bien, con un plan que no supone ningún coste para las arcas públicas.
Del voto del PSOE, fundamentalmente, PP y Ciudadanos depende que se conserve. En caso contrario, ese mismo día podrían entrar ya las máquinas a destruir Averly. Averly es un bien indivisible, que conforma una unidad de significado, un todo, del que si se mutilan 2/3 partes pierde todo su sentido. 2/3 partes entre las que se incluyen la nave de fundición, con sus hornos, que es el corazón de la factoría, chimeneas de vapor únicas en Europa, lavabos del siglo XIX, techos de madera donde se pueden cambiar las tejas desde dentro e infinidad de elementos de enorme singularidad, excepcionalidad, valor histórico, ingenieril y arquitectónico. Sería como mutilar cualquier catedral u obra maestra de la pintura y quedarnos con lo que consideráramos más importante. Para finalizar, dar las gracias especialmente a Apudepa y la plataforma Salvemos Averly, que se han distinguido estos años por su lucha constante en defensa de Averly. Esperemos que triunfe la razón. Todavía se puede firmar para que se proteja integramente.