Internacional
La semilla de la indignación germina en Francia al calor de la reforma laboral
La huelga general de Francia concluye con un campamento similar a los del 15-M en la simbólica plaza de la República de París y otras localidades de país. Los indignados franceses vuelven a acampar este viernes en pleno centro de París tras ser desalojados esta madrugada por la Policía.
PARÍS // Asambleas y debates al aire libre, tiendas de campaña en plazas céntricas, redes de solidaridad entre ciudadanos y eslóganes con alto contenido poético y político. Francia asiste estos días a lo que podría ser el nacimiento de su propio movimiento de los indignados. Aunque el contexto es diferente al que vivió España tras el 15-M, muchos ingredientes se repiten: la legitimidad de los dos partidos tradicionales está por los suelos –François Hollande es el presidente menos popular de la quinta República-, la economía permanece estancada y la falta de alternativas se conjuga con el aumento de la desigualdad y el desempleo mientras crece la extrema derecha encarnada en el Frente Nacional.
Para esta noche hay convocada una gran acampada, después de que ayer miles de personas permanecieran en la céntrica Place de la République de París y varias decenas instalaran tiendas de campaña tras la multitudinaria manifestación que recorrió las calles de la capital gala en contra de lo que se ha convertido en el detonante de la indignación acumulada de los franceses: el plan del gobierno socialista de François Hollande para sacar adelante la “ley El Khomri”. Esta reforma laboral, inspirada en la española –aunque con muchas diferencias-, facilita el despido de trabajadores, amplía la jornada laboral y deja en segundo plano los convenios colectivos y los acuerdos sindicales. La decepción de los franceses ante un gobierno que creían de izquierdas recuerda a la de muchos españoles que pudieron sentir algo parecido durante los últimos años del presidente José Luis Rodríguez Zapatero.
Por primera vez en los últimos años, no ha sido un partido político el encargado de canalizar la indignación de los franceses, sino el colectivo social y apartidista Convergences des luttes («Convergencia de luchas» en español), que a través de internet y bajo el hashtag #NuitDebout (noche en pie) invitó a los franceses a permanecer en las plazas tras la huelga general bajo el lema “resistir y crear”.
Su propuesta fue sencilla y efectiva: ocupar espacios públicos para debatir en asambleas ciudadanas y hallar soluciones a los problemas que la clase política no resuelve. A pesar del mal tiempo y el frío, la iniciativa cuajó en París, Lyon y Nantes, mientras que en Tolouse un grupo de ciudadanos ocupó un teatro y en Burdeos y Caen la policía disolvió el intento de quienes trataron de permanecer tras la marcha. En estas y otras ciudades se venían celebrando asambleas ciudadanas desde hace varias semanas, principalmente en las universidades, coincidiendo con el arranque de las protestas contra la propuesta de reforma laboral del gobierno.
Según Convergences des luttes, en el momento más álgido de la noche de ayer jueves había 4.000 ciudadanos reunidos en la Plaza de la República. Los asistentes no ondearon banderas y los únicos símbolos presentes fueron los brazaletes blancos con la inscripción Nuit debout. La noche comenzó con un concierto y la proyección de Merci Patron!, un documental satírico realizado por François Ruffin y el diario Fakir que apela al malestar social en Francia.
Antes de caer la madrugada los allí presentes instalaron una decena de tiendas de campaña e improvisaron una enfermería, un puesto de reparto de alimentos y varias asambleas en las que muchos franceses utilizaron los gestos del 15-M para dinamizar el debate, tales como mover las manos en señal de aprobación o cruzar los brazos para mostrar rechazo. “Turnos de palabra de dos minutos y prioridad para quienes no hayan hablado todavía”, repetía una y otra vez por megáfono un miembro de Convergences des luttes. Entre otros temas, los ciudadanos hablaron de autogestión y democracia, pero también trataron temas logísticos, como la instalación de inodoros públicos y la relación con los medios.
Varios intelectuales pasaron la noche debatiendo con los ciudadanos congregados en République, entre ellos el sociólogo y economista Frédéric Lordon, director del Centro Nacional de Investigación Científica (CNRS) y uno de los pesos pesados del discurso alternativo de Francia. Horas antes de empezar un debate improvisado a altas horas de la madrugada con decenas de ciudadanos de distintas edades y procedencias, Lordon agradeció a la ministra de Trabajo, Myriam El Khomri, “haber empujado tan lejos la vergüenza, que ya no tenemos otra opción que salir de nuestro letargo político”.
La acampada de París ocupó gran parte del espacio mediático de la jornada en Francia. Gäl Brustier, doctor en Ciencias Políticas, admitía este viernes al diario conservador Le Figaro que “todo el mundo sueña con la Puerta del Sol y el 15-M”. “Los indignados españoles pensaban que la sociedad civil podía hacerlo mejor que las élites de los dos partidos en el poder sucesivamente desde hace 30 años. Nosotros no estamos totalmente en esa situación, pero nos acercamos”, declaró Brustier. En la noche del jueves un militante de Podemos narraba la experiencia inicial de los indignados españoles durante el 15-M ante la atenta mirada de un grupo franceses reunido en asamblea.
Pasadas las cinco de la madrugada la policía expulsó a los ciudadanos que acamparon en la emblemática plaza sin que se registraran episodios violentos. Anne Hidalgo, alcaldesa socialista de París de origen gaditano, justificó la decisión alegando que “los lugares públicos no pueden ser utilizados libremente y estamos obligados a hacer respetar un poco el orden en esta ciudad”.
“Nos fuimos cantando, volveremos cantando”, declaró Convergences de luttes tras el desalojo a través de su cuenta de Twitter , que además animó a los ciudadanos a ocupar de nuevo la plaza este viernes a las seis de la tarde para acampar al menos hasta el domingo por la noche. Un amplio número de organizaciones, entre ellas el colectivo de emigrantes españoles Marea Granate, se sumaron a la llamada.