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Fredrik Gertten: “Moverse en bici con seguridad es un derecho ciudadano”
Entrevistamos al director del aclamado documental 'Bikes vs Cars'. Fredrik Gertten plasma la necesidad de cambiar la movilidad urbana con la bicicleta como protagonista frente al abuso del coche.
Fredrik Gertten ha elegido un mal momento para venir a Madrid. O, quizá, el más apropiado para hablar de un tema que se ha convertido en su principal preocupación. Coincidiendo con las restricciones al tráfico por el elevado índice de contaminación en la capital, el cineasta sueco dio un paseo en bicicleta por las calles de la capital acompañado de un grupo de periodistas y ciclistas madrileños. Lo hizo horas antes de la proyección en La Casa Encendida de su documental Bikes vs Cars, en el que analiza el papel que deben jugar las bicicletas en el necesario cambio de modelo urbano hacia una movilidad sostenible. Un viaje a lugares tan dispares como Sao Paulo, Copenhague, Toronto o Los Angeles a golpe de pedal.
Ha tenido oportunidad de dar un paseo por Madrid, precisamente en pleno debate por la elevada contaminación. ¿Qué opina de las medidas adoptadas por el Ayuntamiento?
Me parece muy acertadas: reducir el límite de velocidad es un paso importante, aunque sea bajo estas circunstancias. La velocidad en Madrid es una locura. Muchos conductores circulan muy deprisa: no parecen darse cuenta de que van a tener que pararse en el siguiente semáforo. Están expulsando un montón de gases contaminantes y gastando gasolina para nada. La velocidad es peligrosa para todos los ciudadanos, también para los propios conductores. Reducirla puede causar molestias iniciales, pero se acaba demostrando eficaz. En mi ciudad, Malmö, hubo sonadas protestas de los conductores cuando se decidió reducir a 40 km/h, y ahora a todo el mundo le parece bien. No creo que ningún automovilista llegue más tarde a su destino por circular más despacio. Al contrario: lo más seguro es que llegue antes.
Viniendo de una ciudad como Malmö, idílica en materia de movilidad sostenible, pedalear por Madrid es ligeramente distinto. ¿Qué tal la experiencia?
Fue muy bonito, porque estuve con gente muy agradable. Me encanta ir en bici con ciclistas de cada ciudad. He tenido la oportunidad de pedalear por Sao Paulo, Los Angeles, París, México DF, Londres… Madrid fue un poco duro. Dimos un paseo por el centro de la ciudad y… Bueno, digamos que no me gustaría ver a mi madre o a mi hijo moviéndose en bici por aquí (risas). No sé quién ha pensado en que los carriles de prioridad ciclista discurran en medio del tráfico, a la izquierda del carril bus, pero la verdad es que no es una buena idea. Más allá de eso, tengo que decir que no sentí agresividad por parte de los conductores, ni hubo pitidos. La gente en Madrid es muy simpática.
En su documental da voz tanto a ciclistas urbanos como a amantes de los coches. ¿Existe una guerra abierta entre ambos en las calles de nuestras ciudades?
Es obvio que en muchas ciudades se escuchan esas críticas entre ambos colectivos, pero no es culpa de los ciclistas. Tampoco de los conductores, sino de una mala planificación que ha tenido al coche como protagonista absoluto de la movilidad urbana. Y lo peor de todo es que esa mala planificación tiene víctimas, entre los ciclistas y entre los propios conductores. Moverse en bici con seguridad es un derecho ciudadano.
¿Cómo se convence a la gente para que use la bicicleta como medio de transporte?
Se sabe que el 50% de los desplazamientos en una ciudad son de menos de cinco kilómetros, trayectos que podrían hacerse perfectamente en transporte público o en bicicleta. Y luego está la gente que, efectivamente, necesita usar el coche porque vive alejada de sus puestos de trabajo. Pero precisamente esa gente debería adorar a los ciclistas: cada uno de ellos le está dando más espacio a su coche. Los conductores que critican la inversión en infraestructuras ciclistas se equivocan al pensar que con ello pierden movilidad. Es al contrario: hay menos tráfico cuanta más gente vaya en bicicleta y, por tanto, también más espacio para esos coches.
Otro de los problemas que plantea es el gran poder que tiene el lobby de los fabricantes de automóviles. ¿Por qué no existe un lobby igualmente poderoso de ciclistas?
Básicamente, porque hay algo que se llama dinero, y lobby y dinero van de la mano. Si no tienes mucho dinero es más difícil hacer lobby, y el poder de la industria de la bicicleta no es comparable al del sector del automóvil. Aun así, está claro que podemos y debemos organizarnos mejor para contrarrestar actitudes y prácticas que carecen de cualquier tipo de ética. Se sabe que las grandes empresas del automóvil dieron dinero a Merkel para que retrasara los controles en materia de emisiones, y que BMW regala coches a todos los políticos alemanes. Todas esas marcas invierten mucho dinero en financiar a políticos que están involucrados en cada decisión orientada a que el mundo no cambie.
Pese a ello, su visión es optimista. ¿Cree que estamos en un punto de inflexión hacia un cambio de modelo?
Creo que sí. Estamos en un punto de no retorno, especialmente en las ciudades. Todo va a cambiar en poco tiempo. Como dice una profesora que aparece en Bikes vs Cars, los atascos son el problema y también la solución, porque gracias a ellos se puede convencer a la gente de que pruebe a moverse en bicicleta. Otra cosa bien distinta es lo que ocurre en las afueras de las ciudades, donde seguramente va a continuar la dependencia del coche, lo cual es más complicado de abordar: es importante que los políticos trabajen en la inclusión de todos los ciudadanos que viven en esas periferias urbanas.
Así pues, ¿las ciudades del futuro se parecerán más a Malmö o a Los Angeles?
Creo que incluso hasta una ciudad como los Angeles puede cambiar. Invertir en movilidad ciclista, además de hacer que el tráfico y la contaminación desciendan drásticamente, también provoca un importante crecimiento del negocio local. Y eso funciona para cualquier ciudad del mundo.