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La criminalización de la resistencia mapuche frente a las petroleras
Por primera vez en Argentina, un jurado multicultural, con la mitad de sus integrantes mapuche, deberá decidir sobre el caso de Relmu Ñamku, acusada de “intento de homicidio”.
BUENOS AIRES// “En el banquillo de los acusados debieran estar los gerentes de las petroleras, el gobernador y sus ministros, y algunos funcionarios del Poder Judicial. Pero estoy yo, por ser pobre, india, mapuche, y mujer”. Con esta declaración contudente resumía la situación Relmu Ñamku, líder mapuche que se sienta en el banquillo en el juicio que estos días se celebra en la provincia de Neuquén, al sur de Argentina. Se trata de un juicio histórico en varios sentidos: por una parte, expresa la judicialización y la criminalización de las resistencias al extractivismo en una región muy rica en recursos, y territorio ancestral del pueblo mapuche. Es, además, la primera vez que un juicio se resolverá en Argentina con el fallo de un jurado multicultural: de sus doce miembros, la mitad se identifican como etnia mapuche.
Los hechos se remontan a diciembre de 2012, cuando la comunidad mapuche Winkul Newen resistía a la orden juidicial que les ordenaba desalojar sus tierras para facilitar el ingreso de la petrolera Apache, a la que la comunidad decidió cerrar el paso después de reiteradas denuncias por contaminación. La comunidad decidió resistir y lanzó piedras; una de ellas fue a romper el tabiche de la funcionaria de Justicia Verónica Pelayes. Ñamku y otros dos compañeros fueron denunciados como responsables de los hechos.
En un principio, Relmu Ñamku había sido acusada por “lesiones”, pero los fiscales decidieron modificar la acusación a “intento de homicidio” y “daño agravado”, que podría implicar una pena de quince años de cárcel. Es un cargo “desmedido e incluso absurdo”, según Mariela Belski, directora de Amnistía Internacional en Argentina. La organización de derechos humanos envió un observador a Neuquén para garantizar un juicio justo para Relmu y ha publicado en su web un diario del juicio.
Integrantes de la comunidad mapuche que testificaron en el juicio subrayaron que la petrolera viola sus derrechos, que les cortan el agua y que han sufrido diversas formas de represión por resistir a la explotación de hidrocarburos en sus territorios ancestrales. Relmu Ñamku recordó en su declaración que, un día antes del desalojo, la comunidad dio sepulto a un bebé que nació con malformaciones, y que la comunidad atribuye a la contaminación provocada por la petrolera.
Territorio en disputa
La comunidad mapuche Wincul Newen vio cómo las petroleras llegaban a su territorio hace 15 años: primero fue la norteamericana Pioneer Natural Resources, hoy Apache; en 2014 llegó la estatal YPF. La comunidad denuncia que las multinacionales llegaron en la temporada en que ellos se desplazan de esos territorios por la transhumancia; al volver, se encontraron que sus territorios habían sido tomados por la empresa. Sin consulta previa ni información alguna, como reclaman las leyes argentinas y tratados internacionales como el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo. Para cuando la comunidad pudo organizarse y comenzar la lucha, ya había diez pozos en su territorio. Relmu Ñamku ha denunciado además que la implantación de los pozos llegó acompañada de militarización del territorio, tentativas de cooptación y división de la comunidad y otras estrategias que se repiten en los conflictos socioambientales a lo largo y ancho de América Latina.
En 2012, las comunidades habían logrado paralizar las operaciones del Yacimiento Portezuelo Norte de Apache, gracias a su demanda de saneamiento por un derrame de crudo, así como su reivindicación del cumplimiento del Convenio 169. En lugar de ello, la jueza Ivonne San Martín dictó la orden para desalojar la comunidad; la funcionaria Verónica Pelayes acudió a notificar el desalojo acompañada de la policía, topadoras y camionetas de la empresa Apache.
Los «cuerpoterritorios» de las mujeres indígenas
Como otras mujeres implicadas en las luchas contra el extractivismo, Relmu Ñamku y sus compañeras mapuche “están desafiando los estatutos del Estado moderno, escenificando prácticas de resistencia en clave de reciprocidad y cuidado”, sostiene Graciela Alonso, integrante de la Colectiva Feminista La Revuelta. Las prácticas del cuidado, en un sentido amplio, se resignifican en estas luchas “como línea de fuga hacia la construcción de un modo de vida diferente” que los mapuche denominan Fvme Felen, su visión del Buen Vivir. “La defensa de nuestro cuerposterritorio es cuidado y resistencia, y no violencia: las mujeres sabemos profundamente esto”, apunta Alonso, que emplea esa noción del “cuerpoterritorio” para subrayar las posibilidades de articulación entre las luchas feministas, centradas históricamente en el cuerpo, y las luchas indígenas, situadas fundamentalemente en la reivindicación del territorio.
Para Amnistía Internacional, el caso de Relmu ilustra la peligrosa tendencia a la criminalización y judicialización de las resistencias indígenas en Argentina. La organización acaba de lanzar el portal web Territorio Indígena que, en articulación con las comunidades, pretende mapear los conflictos que viven los pueblos originarios en todo el país. Por el momento, han registrado 183 conflictos, aunque saben que hay muchos más. Todos tienen algo en común: la disputa es por la tierra. Medio siglo después de la llegada de los colonizadores europeos, los pueblos nativos americanos siguen en resistencia y defienden sus tierras ancestrales.