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El “cambio real” de Bernie Sanders, el socialista que quiere presidir EE UU

El candidato y rival de Hillar Clinton a las primarias del Partido Demócrata se presenta como la única opción para una "revolución política" en EE UU.

A ojos europeos, cuesta imaginar a un candidato a la presidencia de EEUU cuyo sistema de valores se enmarque en lo que a este lado del Atlántico se entiende como propio de un político de izquierdas. No en vano, hablamos de un país en el que el ala más dura del Partido Republicano acusó a Barack Obama de comunista por tratar de poner en marcha algo parecido a una Sanidad universal, y en el que aún resuenan los ecos del feroz macarthismo que durante los años 50 desató una caza de brujas contra todo aquel que mostrase el más mínimo interés en una manera diferente de entender el intocable sistema capitalista.

Por eso, cuando Bernie Sanders se definió a sí mismo como «socialista», muchos mostraron cierta incredulidad, cuando no cierto desdén y menosprecio, a sabiendas de que el término asusta, por sí mismo, a buena parte del electorado estadounidense.

Sanders (Nueva York, 1941) ha hecho de esa mirada a la socialdemocracia europea uno de los ejes centrales de su candidatura a las primarias del Partido Demócrata. Alcalde de la ciudad de Burlington, primero, y posteriormente senador por el Estado de Vermont, barajó en primera instancia presentarse como candidato por un tercer partido, lo que acabó descartando por considerar que sus posibilidades serían menores, quizá al recordar el fracaso de aquellos que, como Ralph Nader en 1996 y 2000, trataron de plantar cara al bipartidismo desde una tercera papeleta. En mayo puso en marcha su campaña con un lema y una filosofía claras plasmadas en una frase: «El gobierno de EEUU le corresponde a todos los estadounidenses, y no a un grupo de billonarios».

Entre sus prioridades, la lucha contra el cambio climático, su oposición a las políticas belicistas en el exterior, las críticas a la Ley Patriota que derivó en la vigilancia masiva posterior al 11-S, la subida de impuestos a los más ricos, la igualdad salarial entre sexos y, en definitiva, lo que define como «una revolución política» que lleve a cabo la necesaria reforma estructural del sistema estadounidense. Una mirada progresista que para muchos es absolutamente nueva en la política del país, plasmada en propuestas programáticas como la oposición frontal al TTIP, un programa de empleo a gran escala en infraestructura y construcción o un sistema fiscal más progresista.

Girar hacia la izquierda

Enfrente tiene a Hillary Clinton, clara favorita y líder indiscutible en las encuestas, algunas de las cuales reflejan una distancia de casi el doble en intención de voto. Sin embargo, Sanders no tira la toalla, consciente de que existe un creciente porcentaje del electorado que comparte y aplaude su discurso. Algunos han comparado su lucha por la candidatura demócrata con los primeros pasos de Obama, e incluso comienzan a proliferar las camisetas con su rostro, ya no con la leyenda ‘Yes, we can’ que aupó al actual presidente, sino con otra bien distinta: ‘Feel the Bern’. Todo ello, a pesar de que Obama nada tiene que ver con Sanders, de una oratoria más limitada y sin la luminosa sonrisa de Obama, al que Sanders ha calificado abiertamente de «ingenuo».

La última maniobra de Bernie Sanders para tratar de reducir esa brecha en las encuestas ha sido la publicación, el pasado domingo, de Real Change, un vídeo de apenas un minuto de duración en el que muestra su pasado humilde y su compromiso con los más desfavorecidos. Ésa es, para muchos, su principal baza. No ya de cara a aumentar sus posibilidades de una victoria frente a Hillary Clinton, sino para intentar forzar que el discurso de ésta gire ligeramente hacia la izquierda y que se pongan sobre la mesa determinados temas que parecían intocables.

No va a ser sencillo, y el propio Sanders manifestó sus dudas al respecto al arrancar su campaña: «Me pregunto si, hoy día, es posible que un candidato que no sea multimillonario ni esté comprometido con los poderosos pueda llevar a cabo una campaña exitosa», a lo que añadió: «Si ése es el caso, me gustaría que todos ustedes reconocieran el triste estado en que se encuentra la democracia estadounidense».

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