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Grecia, la historia de una profecía autocumplida
Crónica desde Atenas horas después de que el Gobierno heleno haya decidido limitar la retirada de depósitos a 60 euros al día
ATENAS // Grecia cierra los bancos durante una semana (como mínimo), impone control de capitales e impide la retirada de más de 60 euros diariamente a través de cajero automático. Las restricciones en la movilidad de capitales y el referéndum convocado por el primer ministro Alexis Tsipras para este domingo han sido dos acontecimientos que han cogido a los griegos por sorpresa. Cinco meses de negociación con los acreedores, con continuos contratiempos han hecho que las arcas estatales se sequen y crezca la incertidumbre dentro de la sociedad.
La fuga de depósitos empezó en enero de un modo más o menos controlado, y no resultó tan alarmante como para pensar en medidas más drásticas para evitarla. Sin embargo, el viernes pasado, tras el fin de las negociaciones (ambas partes acusan a sus respectivos interlocutores de ser culpables de esa ruptura), Tsipras puso sobre la mesa la última herramienta de presión, un referéndum. La pregunta no es “sí o no al euro”, como se podría esperar y como se ha interpretado tanto dentro como fuera de Grecia, sino: “¿Está de acuerdo con la última propuesta de los acreedores?”. Dicha propuesta, no obstante, ya no está sobre la mesa, según los oficiales europeos y el FMI, aunque insisten que las negociaciones siguen abiertas incluso ahora.
Desde la noche del viernes, momentos después de la convocatoria del referéndum, los cajeros automáticos de los bancos de Atenas se llenaron de largas colas de depositantes, la mayoría personas de edad avanzada, que, aterrorizados, acudieron a sacar algo de sus ahorros. El llamamiento a la calma de Tsipras para evitar situaciones más complicadas no fue escuchado. Tras el ejemplo de Chipre, muy reciente en la memoria de los griegos, la gente se apresuró a asegurar la liquidez necesaria para cubrir las necesidades familiares. Si eso no hubiera pasado, quizás no se hubieran impuesto al movimiento de capitales, o quizás no de esta manera. Pero así fue, y la profecía autocumplida ya es una realidad.
El referéndum se celebrará el próximo domingo. Su resultado no se puede anticipar. Seguro que en las colas delante de los cajeros había votantes de Syriza, que votarán «no» a la (ya no válida) propuesta de los acreedores, optando por preservar la dignidad de su país. El problema es que no se sabe, y tampoco se ha explicado a la gente, cómo será el día siguiente a la consulta, se vote sí o se vote no. Tsipras reitera que Grecia pertenece al euro, algo que también dicen los líderes europeos. Los griegos, sin embargo, están divididos, cansados de las interminables negociaciones que mantienen ahogada la actividad económica en el país. Al mismo tiempo, temen qué sucederá el día después si finalmente se encuentran con otra moneda nacional.