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Reino Unido, ¿otro adiós al bipartidismo?

Reino Unido irá a las urnas el 7 de mayo bajo circunstancias semejantes a las españolas: el auge de un partido minoritario, la crisis del bipartidismo y la debilidad del partido laborista

LONDRES// España no es el único país que vive en 2015 un año electoral vertiginoso. Si el auge de Podemos y Ciudadanos está poniendo patas arriba la noción de la política como la entendemos desde la Transición, en Reino Unido las próximas elecciones del 7 de mayo prometen hacer temblar las encorsetadas estructuras de Westminster.

Junto con Sherlock Holmes y las reglas del futbol, uno de los grandes legados de la Inglaterra victoriana es el estable sistema parlamentario de Westminster, creado para asegurar grandes mayorías. Pero esta máxima parece haberse roto y es altamente probable que las urnas resulten en un hung parliament, un parlamento “ahorcado” donde el partido ganador no puede aprobar legislación por sí sólo. Según el último sondeo publicado por You Gob el domingo 6 de abril, los conservadores obtendrán 34 escaños, los laboristas, 33; los liberal demócratas, 10; Ukip (Partido por la Independencia del Reino Unido), 13; y el Partido Verde, 4.

“El escenario de un parlamento dividido parece hoy inevitable”, apunta Harry Lamberth, el editor de la web Mayo2015, referencia en los medios británicos por ser una encuesta de encuestas sobre los comicios.

Sería el segundo hung parliament consecutivo, algo insólito en la historia británica. Las anteriores elecciones de 2010 dieron como resultado el primer parlamento partido tras 36 años de grandes mayorías y hay que remontarse a 1910 para ver en la historia británica una sucesión de dos parlamentos partidos.

El 30 de marzo comenzó oficialmente la campaña electoral y el pasado fin de semana ITV televisó el primer y único debate de la campaña con siete contrincantes y ningún ganador claro. David Cameron (Partido Conservador), Ed Milliband (Partido Laborista), Nick Clegg (Partido Liberal Demócrata), Nigel Farage (UKIP), Nicola Sturgeon (Partido Nacionalista Escocés), Leanne Wood (Plaid Cymru, el partido nacionalista galés) y Natalie Bennett (Partido Verde). Una combinación de todos ellos tendrá que gobernar Reino Unido los próximos cinco años. ¿Qué ha pasado en Reino Unido para llegar a esta rareza electoral?

1. Ukip, la victoria del racismo y el euroescepticismo

En el país de la Reina Isabel los votantes han encontrado su vía de escape a hacia la extrema derecha. Ukip, un partido eurófobo, thatcherista y xenófobo, podría pasar de no tener ningún escaño a ocupar entre cinco y 30. Los mítines de su líder, Nigel Farage, no llenaban ni un aula hace un año y desde las elecciones europeas de 2014 su cara aparece diariamente en todos los periódicos.

Tanto en Reino Unido como en España fue el bipartidismo quien realmente perdió en las elecciones europeas de 2014. En los comicios en que el partido de Pablo Iglesias se hizo con cinco escaños, el euroescéptico Ukip de Nigel Farage obtuvo 24 diputados de los 73 que le corresponden a Reino Unido en el Parlamento Europeo, más que ambos partidos mayoritarios.

Aquel 25 de mayo, los británicos encontraron en Farage una forma de expresar su desafección a la Unión Europea. Comenzó así la carrera de Farage por hacerse grande en un parlamento donde ahora no ocupa ningún escaño.

“Hemos abierto las puertas a diez países excomunistas y como resultado de nuestra pertenencia a la Unión Europea no tenemos ningún control sobre el número que llegan”, declaró recientemente Farage. La propuesta de Farage es reducir los inmigrantes que llegan cada año de 300.000 a 50.000. El programa electoral de Ukip promete replicar el modelo australiano que facilita el acceso a los emigrantes cualificados y lo deniega a aquellos con baja cualificación.

Albert Aixalá es profesor de Ciencia Política en la Pompeu Fabra y ha investigado la relación entre la crisis económica y el auge de partidos euroescépticos como UKIP. En su opinión, tanto el ascenso de Podemos como el de UKIP “son una respuesta a la pérdida de soberanía nacional en los Estados. La diferencia es que, mientras Podemos quiere recuperar su soberanía para tratar de tú a tú a la Unión Europea, UKIP le da la espalda. Otros partidos que han surgido de manera similar en Europa son Syriza en Grecia, el Frente Nacional en Francia o Alternativa para Alemania”, comenta Aixalá a La Marea en conversación telefónica.

“La consideración de que Reino Unido podría estar mejor fuera de la Unión Europea es una constante que se ha sostenido por más de 10 años y que los distintos gobiernos británicos han ido sorteando sin llegar a darle solución”, continúa Aixalá.

La promesa de David Cameron de un referéndum sobre la permanencia en la UE es el mejor as en la manga que tienen los conservadores para evitar que sus votantes más conservadores cambien su papeleta por la de UKIP.

2. La larga sombra del referéndum sobre el laborismo

Ed Milliband y su falta de conexión con el electorado es sólo la punta del iceberg de la crisis en el partido laborista británico. “Incluso en el escenario de una renuncia de Milliband el laborismo no recuperará su viejo lustre”, comenta el analista John Harris en The Guardian. Según Harris, el partido laborista tiene problemas mucho más profundos que su débil liderazgo. Uno de ellos tiene que ver con la larga sombra del referéndum escocés. Allí los laboristas están castigando a su partido por haber hecho campaña a favor de la unión y el Partido Nacional Escocés podría acabar llevándose la mayoría de los sitios que ahora ostentan los laboristas en Escocia.

En el sistema electoral británico cada escaño representa una circunscripción en el territorio. Según una encuesta publicada el 4 de marzo por la empresa Lord Ashcroft, de los 59 sitios que corresponden a Escocia el SNP podría obtener hasta 56, cuando ahora tiene sólo 5. Los laboristas perderían así la mayoría de sus 41 escaños en el territorio.

3. Una pregunta formulada en los 70 podría cambiar el país

La resaca del referéndum escocés también está detrás de la última de las circunstancias que hacen a esta elección única. La llaman “la cuestión inglesa” y se basa en la existencia de parlamentos independientes en todos los países constituyentes de Reino Unido a excepción de Inglaterra. En 1977, el parlamentario Tam Dalyell se preguntó: “¿Por qué si yo puedo ir a Inglaterra a votar leyes que afectan sólo a los ingleses, un parlamentario inglés no puede venir al parlamento escocés a votar leyes escocesas?”

Tras la consulta, retomó su vigencia una paradoja de la política británica que estaba criando polvo en algún cajón desde los años 70. ¿Por qué? Sencillamente porque no importaba. Los laboristas y los conservadores solían tener mayoría suficiente para no necesitar ayuda de terceros en las cámaras. Pero con el declive del bipartidismo la “Cuestión de West Lothian”, como se la conoce por el territorio escocés donde fue pronunciada, vuelve a tener relevancia. La nueva devolución de poderes que se le hará a Escocia tras el referéndum hace aún más flagrante esa desigualdad y el ala más conservadora de los tories está presionando al Gobierno para que se haga algo al respecto.

La solución que ha propuesto David Cameron es “votos ingleses para leyes inglesas”, de tal manera que todas las regiones tengan su porción de autodeterminación. Pero la respuesta no es tan fácil porque la reforma tendría complicados efectos en el sistema electoral y perjudicaría al partido laborista, el que ha tenido siempre más parlamentarios en Escocia.

Desde hoy hasta las elecciones, innumerables apuestas y predicciones más o menos inciertas se harán su espacio en las tertulias y periódicos. Pero pocas urnas ha habido tan imprevisibles como estas en la historia de Reino Unido. La única verdad está escondida detrás de los votos que se emitirán el 7 de mayo.

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