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Bolivia afronta el reto de preservar las 36 lenguas que reconoce su Constitución

El uso de los idiomas originarios desciende paulatinamente en las comunidades, en particular entre los jóvenes, y muchas lenguas se encuentran en un punto crítico de no retorno

COCHABAMBA // Latinoamérica vive un momento de expansión cultural, educativa y comunicativa sin comparación. Los potentes retos a los que se enfrenta el continente son esperanzadores y así lo abordó  la semana de la Comunica-Acción y las Tecno-lógicas en el mARTadero de Cochabamba, Bolivia (un centro cultural que resignifica parte del edificio que antes fue el matadero de la ciudad e involucra para ello al barrio). A finales de agosto pasado, unas 150 personas de casi todos los países del continente se dieron cita en un encuentro donde abordar la cultura de red, el activismo y la comunicación como ejes claves y herramientas de transformación. Entre los retos, la recuperación, puesta en valor y fomento de las lenguas originarias.

Desde la Constitución de 2009, Bolivia garantiza la recuperación, preservación, desarrollo, aprendizaje y divulgación las 36 lenguas del Estado Plurinacional, aparte del castellano. El reconocimiento a los pueblos originarios y a la diversidad cultural se ha puesto en valor desde entonces. Sin embargo, la realidad de las comunidades indígenas es bastante más complicada.

El uso de los idiomas originarios desciende paulatinamente, en particular entre los jóvenes, y muchas lenguas se encuentran en un punto crítico de no retorno. La migración desde comunidades rurales hacia las ciudades y al extranjero (particularmente a Argentina, Perú, Brasil, pero también a España) así como el racismo y discriminación cultural implícita difícil de erradicar tras siglos de colonización, relegan la comunicación en idiomas indígenas a ámbitos familiares, si no al desuso y finalmente pérdida.

A pesar de que la Constitución boliviana recoge y reconoce 36 lenguas, las más habladas son el quechua, el aymara y el guaraní. En 2012 se creó el Instituto Plurinacional de Estudio de Lenguas y Culturas (IPELC), cuya función es desarrollar investigación lingüística y cultural para preservar y fortalecer los idiomas vigentes en el país y recuperar los valores y conocimientos de las naciones originarias de Bolivia. En última instancia, es responsabilidad del IPELC implementar los Proyectos Sociocomunitarios Productivos (PSP), adaptaciones de las necesidades educativas y de aprendizaje de cada comunidad a sus lenguas y usos, así como la creación y acompañamiento de nidos lingüísticos para la transmisión de saberes e idiomas tradicionales a las generaciones venideras. En la definición de los PSP participan las comunidades, instituciones educativas, autoridades, familias y niños.

Artículo 5 de la Constitución boliviana

  1. Son idiomas oficiales del Estado el castellano y todos los idiomas de las naciones y pueblos indígenas originarios campesinos, que son el aymara, araona, baure, bésiro, canichana, cavineño, cayubaba, chácobo, chimán, ese ejja, guaraní, guarasuawe, guarayu, itonama, leco, machajuyai-kallawaya, machineri, maropa, mojeño-trinitario, mojeño-ignaciano, moré, mosetén, movima, pacawara, puquina, quechua, sirionó, tacana, tapiete, toromona, uruchipaya, weenhayek, yaminawa, yuki, yuracaré y zamuco.

Aunque sobre el papel las intenciones están claras, la velocidad a la que se extingue el uso de muchas de estas lenguas despierta la inquietud de jóvenes de algunas comunidades indígenas por preservar, difundir y hacer estudios sociolingüísticos aplicados a las necesidades experienciales que detectan.

Ignacio Tomichá, hablante del idioma bésiro, de la etnia Monkox del pueblo indígena Chiquitano, relata cómo desde el IPELC, donde trabaja, se realizó un sondeo entre jóvenes universitarios a quienes se les preguntaba qué lenguas oficiales bolivianas conocían. De media sólo sabían nombrar tres. «Hasta el mismo discurso del presidente [Evo Morales], nombra el quechua, el aymara, el guaraní… y otros», afirma. De ahí su inquietud por emprender acciones concretas, a través del uso de redes y tecnología, para documentar y difundir el bésiro. Anteriormente sólo disponían de escritos de la lengua hechos por la iglesia católica «que utilizaba las herramientas de ellos, las formas de investigar de ellos, pero nuestra lengua tiene una gramática y una ortografía diferente del castellano».

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[Redes latinoamericanas de comunicación, cultura libre y activismo reunidas en Cochabamba, Bolivia. Foto proyecto mARTadero / cc-by-sa]

En conjunto con National Geographic, han puesto en marcha un diccionario hablado en línea de español e inglés a bésiro. Utilizan Facebook y Twitter, en donde se ha sumado una comunidad que traspasa fronteras y se reconoce hablante de la lengua. «Escribió una mujer que vive en Brasil y pensaba que su familia era guaraní, pero se identificó con el bésiro: reconocía que era la tradición oral de su familia». Además, producen cápsulas de vídeo y audio en el idioma que comparten en Youtube y Soundcloud. «Ahora, no sólo el bésiro, sino otras lenguas queremos incorporar».

Aunque el trabajo de documentación, difusión y el uso de internet les permite conectar con hablantes fuera de sus comunidades, el problema persiste al interior de ellas y sobre todo en regiones apartadas, donde el acceso a internet es impensable. No sólo se trata de difundir y promocionar. «Hay comunidades aisladas, como la Tentayape, hablante del guaraní, donde nadie puede acceder y la emigración es constante», relata Tomichá. «Otras comunidades llevan más de 50 años sin hablar su lengua y en algunas sólo la habla una o dos personas, con lo que ahí ¿de qué vale hacer un diccionario? Tal vez las necesidades de preservación son otras. Son cuatro o cinco pueblos vulnerables los que están en serio peligro». «¿De qué sirve pues reconocer las lenguas del Estado Plurinacional si no se reconocen otros derechos o la nacionalidad?», se pregunta Humberto Guarayo, líder de la nación Yampara, de la región de Chuquisaca.

Los datos del último censo (2012) tampoco ayudan: «se le preguntaba a la gente con qué idioma se identificaba, pero no si lo hablaba realmente», afirman. También el recuento de personas fue polémico, «muchos creemos que han manipulado datos, ya que conocemos comunidades a las que los censadores nunca llegaron», aseguran.

«¿Cómo crees que se está implementando la ley, realmente?», se pregunta Rubén Hilare, lingüista del pueblo Aymara, residente en El Alto. «En teoría todos los funcionarios públicos deben hablar al menos una lengua nativa de acuerdo a su región. Esto no está pasando. Y tampoco hay información suficiente entre los hablantes para que puedan exigir sus derechos lingüísticos», afirma. «Falta también una conciencia por parte de las comunidades de potenciar y valorizar su lengua, en parte ocasionada por el desarrollismo y por otras preocupaciones legítimas como la salud, el sustento diario, etcétera».

Precisamente en El Alto, la comunidad digital Jaqui’ Aru promueve el uso del aymara en internet. Entre otras labores, están traduciendo la interfaz de Facebook a su lengua. «Sabemos que el resultado va a ser propiedad de Facebook y no nos va a retribuir, pero la posibilidad de conectar con aymaras fuera de Bolivia compensa», defiende Hilare. Por otro lado trabajan fomentando el uso de software libre y de plataformas no privativas en el desarrollo de su trabajo. Jaqui’ Aru también traduce artículos de la plataforma de comunicación Global Voices, de castellano e inglés a aymara.

Victoria Tinta, miembro de Jaqui’ Aru y editora de Global Voices Aymarata, vive en una comunidad cerca de El Alto donde precisamente no llegó el censo de 2012. «Desde 2009 hemos traducido 577 artículos que blogueros de todo el mundo comparten sobre temas que no publican los medios de comunicación habituales. En Jaqui’ Aru escribimos artículos sobre tecnología en aymara y recientemente estamos instalando una red de antenas wifi que amplificarán los 2MB de conexión a internet de la Universidad Indígena Boliviana Aymara al resto de los estudiantes».

«En el IPELC quisiera proponer la implementación de estudios sociolingüísticos para evaluar la vitalidad de las lenguas, ya que ni siquiera en las mismas comunidades los niveles son similares», asegura Tomichá. «Esto permitiría evaluar qué acciones son más pertinentes para la recuperación». «Si ahora no hacemos esos estudios, de aquí a diez años va a ser imposible o por lo menos mucho más difícil. Muchos hablantes son personas muy mayores», sentencia Hilare.

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Comentarios
  1. Por lo menos Bolivia ha reconocido oficialmente todas las lenguas habladas en su territorio. En España el asturiano, el leonés, el extremeño, el aranés y el aragonés siguen sin reconocimiento alguno.

    • Te olvidas de otras lenguas del Estado Español: el árabe ceutí en Ceuta, el amazige en Melilla, la fala en Extremadura, el portugués en Castilla La Mancha y el gallego en Asturias. Todas lenguas de España minorizadas, es decir, marginadas.

      • ¿Portugués en Castilla La Mancha?
        Supongo que querrás decir Extremadura. En Olivenza y otros pueblos de la raya se habla (o hablaba, porque ya casi no).

        • Tienes toda la razón, Eugenio. Gracias. Lo que quería reflejar es la riqueza lingüística de nuestro país de la que no somos conscientes.

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