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Un catedrático sigue ejerciendo a pesar de que la Fiscalía señala que ha acosado a estudiantes

Hasta catorce alumnos de la UB han denunciado haber sido víctimas de acoso sexual por parte de Jesús de Miguel, catedrático de Sociología con mucha influencia en la universidad y vínculos con el Príncipe

Bertran Cazorla // Las declaraciones de hasta catorce alumnos de la Universidad de Barcelona (UB) no dejaron «ninguna duda» a la fiscalía: coincidían en denunciar que durante el curso 2007/08 habían sido víctimas de acoso sexual por parte del catedrático de sociología Jesús de Miguel, un poderoso profesor en el mundo académico, tertuliano en medios y cercano al príncipe de Asturias. Que de Miguel acosaba estudiantes, relata el fiscal en un escrito al que ha tenido acceso la Directa, es vox populi en su facultad. Pero, casi cinco años después de los acosos denunciados, de Miguel sigue ejerciendo sin haber tenido que asumir ningún castigo, por ahora. La UB llevó los hechos a la fiscalía, pero ésta los archivó en verano de 2013 porque habían prescrito. Ahora, los afectados han reclamado por carta al rectorado de la universidad que actúe «como medida de protección a las víctimas actuales y potenciales». Fuentes de la universidad indican que el centro está «estudiando» el caso, pero por ahora no ha concretado si hará nada ni cuándo lo piensa hacer.

Dos años tardó una de las víctimas en retomar sus estudios en la UB tras, presuntamente, sufrir un ataque sexual por parte del catedrático. Y cuando volvió a la facultad, el curso 2011/12, se tuvo que volver a encontrarse con de Miguel por motivos académicos: el profesor no había tenido que hacer frente a ninguna medida y seguía impartiendo. Así lo describió la víctima, que asegura que ya antes de la agresión padecía problemas psicológicos que se fueron agravando después, en su denuncia ante los Mossos.

En el escrito de archivo, el fiscal recoge que la agresión se había producido en marzo de 2008, cuando el alumno acudió por segunda vez en casa de de Miguel después de que el catedrático hubiera ido trabando con él una relación estrecha durante un mes. «Al inicio de su relación recibió un gran refuerzo académico por parte del señor de Miguel, que lo trataba como a un discípulo y un amigo», relata el escrito, que expone cómo el catedrático le citó en un par de ocasiones en un bar cercano a la universidad y dos veces más en su casa. La primera vez, sigue el texto, le hizo un masaje y le hizo fotografías de la espalda, y la víctima «accedió porque consideraba al señor de Miguel como su mentor y gozaba de toda su confianza». La segunda vez, el catedrático le pidió que le hiciera un masaje en calzoncillos, situación que aprovechó para tratar de tocarle las partes íntimas. Así lo describe el escrito fiscal, que recoge como la víctima «quedó en estado de shock, sin saber qué hacer, cómo actuar o cómo reaccionar», y entendió que «la relación de amistad con el denunciado había sido falsa porque sólo buscaba una finalidad sexual».

Esta víctima aportó a los investigadores varios correos electrónicos «de los que destacan las explícitas referencias sexuales en aquellos cuyos por el denunciado». No es la única víctima que aportó correos a la fiscalía. Otra víctima, que tenía dieciocho años cuando se topó con Miguel en la facultad, narra como el profesor le enviaba mails con un fuerte contenido sexual, en los que el profesor le pedía «ven un día en casa», hacía afirmaciones como «mi vida es un orgasmo» y se despedía con la frase «besitos húmedos», entre otros. «Esta situación la hacía sentir incómoda pero no sabía cómo gestionarla ni detenerla», relató la joven a los investigadores.

«La naturaleza de su relación con los alumnos era vox populi«

«Desde la investigación realizada y tras escuchar a los testigos, no hay ninguna duda de que todos y cada uno de ellos realmente identificaron el comportamiento del denunciado como una maniobra para intentar mantener una relación fuera del ámbito académico y que algunos de ellos, a raíz de los hechos, modificaron sus expectativas académicas», concluye la fiscalía. También constata en su escrito que estos casos no eran puntuales. «La naturaleza de su relación con los alumnos era vox populi en la facultad, afirma, recordando que de Miguel es «un catedrático de mucha influencia y prestigio dentro de la universidad» que goza de una «posición de superioridad». Y, para demostrarlo, cita una afirmación de la decana, que recuerda que ya cuando era alumna del centro, en 1987, se comentaba la actitud de Miguel y que, por tanto, no estaba sorprendida ante estas denuncias.

Sin embargo, la fiscalía también constata que hasta la creación de la Comisión de Igualdad de la UB las víctimas «no se sentían demasiado apoyadas por la Universidad» y «tenían miedo a posibles represalias» si denunciaban. La adopción de organismos como la Comisión para la prevención, detección y actuación frente a la violencia de género, sin embargo, abrió una brecha: esta comisión se ocupó del asunto y, en enero de 2012, abrió un expediente disciplinario contra el catedrático, que el rector de la UB remitió a la fiscalía al ver que los hechos podrían ser delictivos. La fiscalía abrió en octubre de 2012 una investigación que archivó en julio de 2013: con el actual Código Penal en la mano podría haber actuado, pero cuando los hechos tuvieron lugar la ley preveía que los delitos de acoso prescribiesen a los tres años. De Miguel, pues, se libró.

Pese a que las denuncias de agresiones no hayan llegado a ser juzgadas, las víctimas han pedido por carta al rectorado de la UB que tome medidas. «Desde hace casi tres años el rectorado tiene conocimiento de estos hechos, sin que haya adoptado ningún tipo de actuación, exponiendo y dejando en la mayor vulnerabilidad no sólo las víctimas de los hechos denunciados sino a nuevos alumnos» que han de dar clase con de Miguel sin saber nada, advierten los afectados. Por ello, aunque entienden que de Miguel «podrá no ser sancionado con suspensión o expulsado», habría apartarlo de la docencia «como medida de protección de las víctimas actuales y potenciales».

Fuentes de la UB recuerdan que fue el rector quien llevó el caso a la fiscalía: «En su momento la UB ya hizo todo lo que podía hacer», dicen. Ahora confirman que han recibido una carta de los afectados y explican que «estamos estudiando el caso para ver qué podemos hacer». Pero no concretan qué medidas estudian tomar ni prevén cuando terminarán de estudiar el asunto.

Un poderoso catedrático con vínculos con el heredero de la Corona

Jesús de Miguel es un poderoso catedrático con vínculos estrechos con el heredero al trono español. Es miembro del consejo asesor de la Fundación Príncipe de Girona. Esta entidad, además, recuerda que de Miguel fue el primer director de la Cátedra Príncipe de Asturias en la Universidad de Georgetown, en EE.UU., de 2000 a 2001. Un ejemplo de su poder en el ámbito académico es el papel que jugó en la concesión del último premio Príncipe de Asturias de las Ciencias Sociales en Saskia Sassen, el año pasado. De Miguel, además, figura en la plantilla de tertulianos habituales del programa Julia en la onda, que Julia Otero conduce en Onda Cero.

Es, sin embargo, un catedrático polémico desde hace décadas. En octubre de 1993, El País narraba que 60 catedráticos y profesores de la facultad de Económicas habían reclamado al rector por carta la destitución de Miguel, que entonces era jefe de estudios de la licenciatura de Sociología y había presidido el tribunal de un concurso a cátedra que fue anulado por irregularidades. En la misiva, los académicos expresaban su «indignación y vergüenza» por el hecho de que Miguel hubiera apoyado por carta a uno de los tres candidatos de una forma que los críticos tildaban de «impropia», según recogía el rotativo.

Poco después, de Miguel dimitió como jefe de estudios de Sociología, pero unos meses después volvió a estar en el ojo de la polémica: en 1994, El País recogía la indignación de un grupo de alumnos a los que de Miguel les había pedido que escribieran una historia de vida «personal, intimista», asegurándoles que era un ejercicio confidencial y que les devolvería los escritos. Los alumnos sospechaban que el ejercicio tenía fines no docentes. Y el decano de la facultad, en efecto, los confiscó al encontrárselos en una fotocopiadora.

[Artículo publicado en La Directa]

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