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Hamburgo desaloja a la izquierda autónoma y persigue a los refugiados
Más de 8.000 activistas se manifestaron el pasado sábado en defensa de los derechos de los refugiados, los edificios Esso y el centro okupado ‘Rote Flora’, el más antiguo de Alemania.
HAMBURGO // Con el cielo gris y frío. Así ha despertado la Ciudad Libre y Hanseática de Hamburgo. Hace días que se repite este patrón, pero hoy (por el sábado) es un día especial. El FC St. Pauli perdió ayer (por el viernes) en casa contra el Karlsruhe, pero ha confirmado que Roland Vrabec continuará esta temporada en la segunda división como entrenador principal. Por su parte, el Hamburgo SV ha perdido hoy contra el Mainz 05 su partido de Bundesliga en casa. El campo estaba lleno, unas 51.000 personas.
Pero hoy es un día especial. La policía hace jornadas que se prepara y cuerpos de otros Länder han sido desplegados en la ciudad. En el barrio de St. Pauli, concretamente alrededor del barrio rojo, el Reeperbahn, en Bahrenfeld, en las inmediaciones del estadio de fútbol Imtech Arena. Y en particular en Schanzenviertel, el barrio donde se ubica la Rote Flora. En la calle Schulterblatt y en la oficiosa Achidi-John-Platz. Y es que este sábado 21 de diciembre de 2013 se ha organizado una de las manifestaciones de la izquierda extraparlamentaria más importantes de los últimos años en la República Federal Alemana.
El lema de la convocatoria era claro: «La ciudad nos pertenece a todos», pero la manifestación ha sido multitemática. Un triángulo de tres temas a simple vista independientes pero entrelazados entre ellos han sido el motor de la manifestación: los refugiados, los edificios Esso y la Rote Flora «permanecen». Se quedan en la ciudad. Pertenecen a la ciudad y la ciudad no se entiende sin ellos. Como era de prever en estos casos, la manifestación, de más de 8.000 activistas, ha sido reprimida y parada, justo empezar -a los 10 metros-, por la policía, siguiendo órdenes del alcalde socialdemócrata, Olaf Scholz, con gas pimienta, perros, kettling, antidisturbios y cañones de agua. Sin aviso previo. Violencia policial. Las tanquetas actuales Wasserwerfer 10000 (de la marca Rosenbauer), no han parado durante varios minutos de mojar y echar a los asistentes, que, después, se han dedicado a realizar manifestaciones y acciones descentralizadas y espontáneas por el barrio. Durante la tarde y la noche la policía ha estado jugando al gato y al ratón con los manifestantes. Escaramuzas y enfrentamientos. Varias decenas de heridos por ambas partes. 21 manifestantes fueron detenidos bajo sospecha de alteración del orden público, y 320 fueron identificados bajo custodia.
Lampedusa en Hamburgo
Los refugiados llevan ya muchos meses malviviendo, pero también, organizados, luchando y protestando en Hamburgo. Vienen de Libia y el África negra. La mayoría de ellos, unos 300, consiguió llegar a Hamburgo desde Lampedusa, la isla italiana sinónimo de macro CIE (Centros de Internamiento de Extranjeros), y se enfrentan a la persecución estatal alemana. Les piden presentarse ante las autoridades, dado que la ley alemana y el Reglamento de Dublín II -que da competencias a las autoridades locales- no les permite quedarse en Alemania.
El paso previo para su deportación. Los refugiados reclaman también acabar con el Residenzpflicht, la ley que los confina a vivir en centros de internamiento -la mayoría de ellos en condiciones pésimas y situados en las afueras de las poblaciones o en antiguos cuarteles militares- y prohíbe abandonar el lugar de residencia asignada y viajar a otras ciudades. También piden la abolición de la prohibición a la que están sujetos, tanto de buscar trabajo de manera autónoma como de acceder a cursos oficiales de lengua alemana. A esto hay que añadir el fin de las deportaciones, del racismo policial y de las tarjetas de racionamiento, que les obliga a comprar un tipo de comida concreto y en establecimientos predeterminados.
Como último punto, los refugiados de Hamburgo piden a las autoridades que otorguen permisos de residencia a los refugiados y que se agilice el procedimiento de asilo, ya que el proceso suele tardar varios años y representa un desgaste psicológico elevadísimo. Mientras tanto, la iglesia luterana de St. Pauli les ha facilitado un suelo para quedarse bajo «asilo eclesiástico», pero sus casos siguen manchados de racismo y en el limbo.
Los edificios Esso, amenazados de derribo
El segundo motivo de la movilización es la preservación de los edificios Esso, conocidos popularmente así por la gasolinera de esta entidad estadounidense en uno de sus bajos. Los dos edificios fueron construidos en 1959 siguiendo los planos del arquitecto Hans Stich. Se trata de dos complejos rectangulares cerca del barrio rojo. Unos edificios de arquitectura de post -guerra en los que se ubican 100 viviendas, así como pequeños comercios y bares alternativos en sus bajos.
La lucha por la conservación de estos edificios, amenazados de derribo y en mal estado, y de los cuales ya se ha desalojado, de noche, a los residentes, se enmarca en la lucha contra la gentrificación que vive la ciudad-Estado norte-alemana, uno de los ejes principales de lucha de los movimientos sociales alemanes.
Si los edificios Esso son derribados, se construirá encima un nuevo complejo de edificios de última generación y de lujo que impulsa una inmobiliaria bávara (Bayerische Hausbau) que durante años no ha invertido ningún centavo en la restauración y mejora de los edificios, y que pretende cambiar la orientación del barrio y de los estilos de vida independientes y alternativos de St. Pauli. Desde la manifestación se pide el saneamiento y conservación de los edificios Esso y la vuelta de sus residentes.
Rote Flora, simbólico centro de la izquierda autónoma
«Quien quiera comprar aquí le tiene que gustar el estrés». Durante meses se puede leer este eslogan en una pancarta colgada en la fachada principal de la Rote Flora, uno de los centros okupados más antiguos e históricos de Alemania. Y es que este desafiante leitmotiv resume perfectamente el espíritu de la lucha por la continuidad y preservación del simbólico centro de la izquierda autónoma alemana, ubicado en Schanzenviertel.
Y es que la eliminación de la Rote Flora, es decir su desalojo, no será un paseo ni una tarea fácil para los propietarios y las autoridades de Hamburgo. Así lo manifiestan sus activistas, con las protestas y las acciones: como recordatorio de que «el coste de la gentrificación y la represión de los proyectos de vivienda libres, autogestionados y asamblearios será elevado». Comportará estrés, como han reiterado en la manifestación de hoy. Durante las últimas semanas, también, Hamburgo ha sido escenario de varios ataques con pintura a comisarías de policía e instalaciones públicas, casas de los responsables políticos y empresariales a favor de Rote Flora. Una nueva cucharada de estrés.
Y aún hay más. Este, impuesto por ellos mismos. El propietario del edificio de la Rote Flora, Klausmartin Kretschmer, y su hombre de paja, Gert Baer, cuando lanzaron un ultimátum con fecha de 20 de diciembre de 2013 para desalojar el edificio y la extinción de sus actividades. Este ultimátum aún ha hecho movilizarse a mucha más gente en solidaridad y defensa del proyecto hamburgués.
El edificio de la Rote Flora fue construido en 1888 como Concerthaus Flora, un teatro de opereta y revista. Después de la Segunda Guerra Mundial el teatro fue convertido en un cine y fue cerrado en 1964. Después se instaló un centro comercial llamado 1000 Töpfe, que fue clausurado en 1987. Cuando el productor musical de Cats en Hamburgo, Friedrich Kurz, proyectó realizar el musical El Fantasma de la Opera en el edificio en desuso, en 1988, se topó con la oposición política de la izquierda autónoma y parte del vecindario, preocupados por la transformación del barrio y el encarecimiento de la vida.
El edificio terminó siendo okupado por la izquierda autónoma hamburguesa y desde 1989, es el centro cultural okupado más antiguo de Alemania, y durante años ha luchado contra posibles desalojos y planes de urbanismo en sus terrenos. En 2001, el Senado de Hamburgo, de mayoría del SPD y Los Verdes, y liderado por el alcalde Ortwin Runde, vendió el edificio al empresario Kretschmer por 370.000 marcos.
Kretschmer alquiló el edificio en 2013 al inversor Baer, que planifica la construcción de un «centro cultural real» y echar «al círculo de la élite de la izquierda extremista que lo ocupa». Y éste ha sido el último motivo y motor de la manifestación, de nuevo, salvar Rote Flora. En cualquier caso, las movilizaciones de hoy han dado mucho estrés a la policía y al establishment y han puesto de nuevo sobre la mesa la política racista y de represión de la disidencia y de las formas de vida alternativas a Hamburgo.
[…] primavera árabe (¿egipto, por ejemplo?) b) hamburgo c) ucrania d) estambul e) burgos f) el barco de […]
Revisa los articulos anteriores y te pones al tanto;-)
Przeprazam Psicoloco, ale to bylo napisane po hiszpañsku, dobrze ze cujesz Katalanów ale to jest za kontekstu. Buen artículo, espero que resistan. Salú
Moltes, gràcies, Roger per la informació.
Com a coneixedor d’Hamburg i la cultura alemanya, em fa llàstima la repressió estatal d’allà i espere que la resistència ciutadana siga un èxit.