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La jaima de la convivencia

Un palestino, un israelí, un marroquí y un saharaui comparten la misma tienda durante el X Festival de Cine Internacional del Sáhara

DAJLA // La historia está llena de ejemplos en los que el arte, la ciencia o el deporte ha logrado acercar y unir a pueblos que estaban enfrentados. La misión espacial conjunta Apolo-Soyuz, en 1975, permitió que la nave soviética se encontrara y se acoplara en el espacio con la nave estadounidense de modo que los astronautas de naciones «rivales» pasaron de una nave a otra, algo que no podían hacer en la tierra entre sus correspondientes países. Aquello supuso un hito en el final de la guerra fría. Un intercambio de partidas de tenis de mesa entre jugadores chinos y estadounidenses a comienzos de la década de 1970 logró acercar esos dos países en lo que se vino a llamar la diplomacia del ping-pong. Podríamos decir que el pasado mes octubre, el cine logró una doble carambola al lograr la convivencia en una misma tienda saharaui durante varios días de un cineasta marroquí, un deportista saharaui, un cineasta israelí y un informático palestino. Se produjo durante los días que duró la X edición del Festival Internacional de Cine del Sáhara, del 8 al 13 de octubre, en el campamento de refugiados de Dajla, en suelo argelino.

Mohamed Tayeb creció en un campamento de refugiados palestinos en Siria. Desde allí emigró a Europa y ha terminado recalando en España. Desarrolló su arte como grafitero, después el dibujo animado y ahora, junto con otros compañeros, han creado el vídeojuego Zaytun, el pequeño refugiado, cuyo protagonista en un refugiado palestino. En el festival impartió un taller a los jóvenes saharauis que se centra en desarrollar el videojuego interactivo sobre el conflicto y los desplazados. En el Sáhara aprovechó para desarrollar un nuevo personaje que se incorporará como nuevo protagonista al videojuego, un refugiado saharaui que integrará la pandilla de palestinos, iraquíes y zapatistas mexicanos, allí los humillados y despreciados por la geopolítica serán los héroes. Sobre su convivencia con el resto de compañeros señala que, “en realidad no se trata tanto de la información que nos podamos proporcionar, sino del trato, es mediante ese trato como surge una convivencia normalizada”.

El cineasta israelí Guy Davidi ha codirigido con el palestino Emad Burnat el documental 5 cámaras rotas, candidato a los Oscars. Según señala Davidi, se trata de “un trabajo compartido, pero hay funciones diferenciadas, yo edito las imágenes, doy forma y hago el guión, pero la historia es de Burnat”. Afirma como prueba de incomunicación entre los dos pueblos que el hecho de “que un israelí venga a Argelia es ilegal, muy pocos han tenido la posibilidad de hacerlo. Afortunadamente yo no he sufrido ninguna consecuencia más allá de las críticas públicas del gobierno”. Respecto al conflicto arabeisraelí señala que “hay muchos activistas en Israel a favor de la paz y los derechos humanos. No hay una solución mágica al conflicto, sino muchas vías, y cada uno de esos caminos tienen unos obstáculos propios que debes superar. El problema requiere un largo camino con soluciones sólo a medio y largo plazo”. “Por otro lado -añade-, hay mucha gente que cree en la paz, pero no mucha dispuesta a luchar por ella y exponerse”. Preguntado si le parecería una buena idea que los gobernantes de sus cuatros países se reunieran en una jaima como la de ellos responde que “estaría bien que nuestros dirigentes tomasen un te juntos en una de estas jaimas, pero la historia no la escriben los dirigentes sino los pueblos”.

«Lo ideal en el Sáhara sería el referéndum»

El marroquí Nadir Bouhmouch ha escrito, dirigido y producido el documental My Makhzen & Me, que trata sobre el movimiento de protesta 20 de febrero en su país, en el contexto de las primaveras árabes. “En Marruecos no hay una democracia, el gobierno no manda, es la camarilla que rodea al rey”, afirma. Es cofundador del movimiento de Cine Guerrillero, que aboga contra las regulaciones impuestas por su gobierno a los cineastas, que interpretan como una restricción a la libertad de expresión. “Allí -añade- debes pedir autorización para hacer películas, nosotros en protesta por esa medida rodamos sin pedir ese permiso”. Respecto al conflicto del Sáhara considera que en Marruecos “se ha educado a la gente para decirles que el Sáhara Occidental es de Marruecos, solo hay un 15% que piensa que no es así, otro 15%, si no hubiese tenido esa educación, no estaría a favor. Igualmente, si los marroquíes supiesen las condiciones en que tienen al pueblo saharaui también les apoyarían en su demanda de autodeterminación”. En opinión de Bouhmouch, “lo ideal sería el referéndum. Si lo hubieran hecho justo después del alto el fuego, sin ninguna duda hubiera ganado la autodeterminación, por ello el gobierno marroquí intenta retrasarlo. Evidentemente, si el gobierno de Marruecos pensase que los saharauis votarían por la anexión ya se habría celebrado”.

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[De izquierda a derecha: Mohamed Tayeb, Hmatou Salah Ameidan, Nadir Bouhmouch y Guy Davidi]

Hmatou Salah Ameidan nació en 1982 en El Aaiún ocupado. Es corredor de fondo, ha ganado varios trofeos internacionales y es el protagonista del documental The runner. Tras vencer una competición internacional integrado en el equipo marroquí tuvo que exiliarse al mostrar una bandera saharaui a su llegada a la meta. “La película traslada el mensaje de un deportista saharaui, el mensaje de la causa de un pueblo que sufre la violación de los derechos humanos y solo pide la independencia”, afirma. El documental se ha proyectado en varios países europeos, pero ahora por primera vez llega a África. “La mayoría de la gente que lo ve -afirma- comprende que mi objetivo es transmitir la causa saharaui y la idea de que sus reivindicaciones son legales”. Respecto a su experiencia de convivencia en la jaima, señala: “Estoy orgulloso de la presencia de un marroquí, es un logro en el acercamiento de nuestros pueblos y permite desmentir las falsedades del régimen marroquí”.

Durante seis días y seis noches, estos cuatro jóvenes han comido en la misma mesa, han dormido bajo la misma lona, han paseado por el desierto, charlado en la arena frente a la pantalla del festival. El sueño es que el resto de sus compatriotas -y sus gobernantes- comiencen a aprender de ellos.

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Comentarios
  1. Este comentarios es muy parcial el sufrimiento no es comparable del opresor el sionismo y la tiranía feudal marroquí con los pueblos palestinos y saharui

  2. Me parece una experiencia muy interesante y probablamente muy enriquecedora para las 4 personas.
    Probablemente, el problema no está tanto en las personas cara a cara como en los intereses desde el poder, que asimismo crean ideas preconcebidas en cada sociedad.
    Desgraciadamente, sin embargo, dicha experiencia es la excpeción.
    Por la oportunidad que he tenido de conocer un poco los conflictos israelí-palestino y saharaui-marroquí, también tengo la impresión que todo el sufrimiento que ha habido y sigue habiendo en las partes (mas en unas que en otras) es también un gran obstáculo, que sí está obstàculo dentro de las personas.

    • Es que esto no es un conflicto saharaui-marroquí. Esto es una ocupación ilegal de un territorio, que no ha sido reconocida ni por la ONU ni por ningún Estado del mundo. La unión africana sí reconoce a la RASD como miembro de pleno derecho, como a cualquier otro país africano. Es así de sencillo, no hay ningún conflicto, simplemente hay un ocupación y una opresión a un pueblo que ha sido invadido, un país a invadido a otro antes de que este accediera a su independencia y reprime con crueldad a sus habitantes, hay un opresor y un oprimido un invasor y un invadido, unos torturadores y unos torturados, hay una parte que sufre y otra no, una que reprime y la otra es reprimida. Yo a eso no lo llamo conflicto, lo llamo de otra manera.

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