Internacional
Matrimonio (homosexual) histórico en Montpellier
Bruno y Vincent son los primeros gays que se dan el sí en Francia // La aprobación del matrimonio homosexual ha superado la férrea oposición de la derecha y el integrismo católico
MONTPELLIER // Después de varios meses de debate en torno a la ley que extiende el matrimonio a todos los ciudadanos franceses, la primera unión homosexual del país se celebró ayer en la ciudad de Montpellier, oficiada por la alcaldesa de la ciudad, Hélène Mandroux.
Francia se convierte así en el décimocuarto Estado en reconocer el matrimonio para las parejas del mismo sexo. Vincent Autin, de 40 años, y Bruno Boileau, de 30, son los primeros gays en lucir una alianza de matrimonio en sus dedos «en lo bueno y en lo malo» en Francia.
Tras su matrimonio, un sentimiento de alivio ha invadido la República Francesa, que ha vivido un encendido debate que ha despertado las peores reacciones. Para empezar, en la escena política, donde Christiane Taubira, ministra de Justicia, se ha batido como una leona contra la derecha reaccionaria. También en la calle, donde integristas católicos y elementos de la extrema derecha han vociferado hombro con hombro.
Igualdad
A media tarde, centenares de personas se concentraban ante la entrada de la alcaldía para aclamar a los novios. Personas como Michel, de 65 años, y Jean-Claude, de 75 años, pareja desde hace 21 años. «Es maravilloso», exclama Michel. Y su compañero añade: «Esto reaviva el lema ‘igualdad’ de la divisa republicana». Ambos conocieron otra época, aquella en la que ser gay podía conducir a «acabar encerrado en un servicio de psiquiatría». Esta pareja tiene también el proyecto de casarse rodeados de los siete hijos de anteriores relaciones que cuentan entre los dos.
La primera boda homosexual en Francia estuvo marcada por el impresionante dispositivo mediático y de seguridad. Más de 200 periodistas estaban acreditados, incluso de medios chinos y ucranianos, para cubrir el acontecimiento. La comunicación fue la otra cara de este matrimonio.
Artículo publicado en L’Humanité