Opinión

La RSC, un cuento chino

Las empresas apelan, a veces de manera hipócrita, a la Responsabilidad Social Corporativa como su contribución activa y voluntaria al mejoramiento social, económico y ambiental de la sociedad

La gobernanza es uno de esos conceptos happy elaborados a mayor gloria del pensamiento único en la era del capitalismo global, según el cual las interacciones entre los actores públicos y privados tienen por objetivo resolver los problemas de la sociedad. Qué bonito, ¿verdad? Pues sólo es el principio de un cuento de hadas en el que son protagonistas los actores privados que se autorregulan con los pomposamente llamados instrumentos de soft law, diseñados mediante redes de autoorganización, y por supuesto, no vinculantes. ¡Qué maravilla, la autorregulación hecha carne!

Uno de esos instrumentos de regulación suave, muy loado por los voceros del pensamiento dominante, es la Responsabilidad Social Corporativa (RSC) o Empresarial (RSE), definida como la contribución activa y voluntaria al mejoramiento social, económico y ambiental por parte de las empresas a la sociedad. Cuánta ternura, no nos digáis que no. Lástima que la actualidad informativa, en forma de derrumbe de talleres textiles en Bangladesh con más de 800 obreros muertos o en forma de un accidente de metro que sesgó la vida de 43 personas y dejó 47 heridos en València en 2006, nos haya recordado que hay otros conceptos que quizás expliquen mejor la naturaleza de estos supuestos angelitos, por ejemplo, el de plusvalía, que utilizó un barbudo malote de nombre Karl Marx para definir el valor que el trabajador crea por encima del valor (coste) de su fuerza de trabajo.

Y es que al mismo tiempo que El Corte Inglés se forraba con la confección de textiles en condiciones esclavistas a las afueras de Dacca, presumía, en su portal dedicado a la Responsabilidad Corporativa  de estar adherido al Pacto Mundial de las Naciones Unidas y de “asumir como propios los principios de respeto a los derechos humanos, laborales y medioambientales que integran este código ético internacional”. Una gran mentira que las etiquetas encontradas entre los escombros del edificio derrumbado han dejado al descubierto.

También ha salido a la luz últimamente el papel que H&M Sanchis, una consultora de comunicación valenciana hasta hace poco desconocida, jugó en la comisión de investigación del accidente del metro de València, aleccionando a los técnicos de Ferrocarrils de la Generalitat Valenciana para “transmitir a los miembros de la Comisión que lo ocurrido el día 3 entre las estaciones de Plaza España y Jesús en la línea 1, sobre las 13 horas, ha sido un accidente, cuya causa ha sido el exceso de velocidad y que este exceso de velocidad no puede ser atribuido a ninguna deficiencia técnica, ni a ninguna dejación de responsabilidades, ni a ningún incumplimiento de acuerdos”. Casualmente,  H&M Sanchis también cuenta con un apartado de RSC en su página web dirigido a las empresas para que estas vendan la burra, o dicho finamente: “que desde el diseño e implantación del Plan de Comunicación, así como en las acciones y planteamientos que el cliente realiza, se perciba el compromiso del proyecto con la RSC.”

No obstante, y por si todavía tuvierais alguna duda sobre que eso de la Responsabilidad Social Corporativa no es más que un cuento chino, os diremos que fue Rafael Blasco quien impulsó, en 2011, la Ley de Ciudadanía Corporativa, que contemplaba la integración voluntaria en la gestión de las empresas de prácticas de Responsabilidad Social Empresarial (RSE) y eso lo hacía mientras, presuntamente, participaba de una trama de corrupción que saqueó al menos seis millones de euros provenientes de subvenciones concedidas por la Generalitat Valenciana para proyectos de cooperación al desarrollo.

Y ahora sí, ya solo nos queda decir que colorín colorado, este cuento de la Responsabilidad Social Corporativa se ha acabado.

Marina Albiol Guzmán es Diputada de Esquerra Unida en Las Cortes Valencianas

 Aurora Mora Urbano es politóloga

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Comentarios
  1. Más que cuento chino. Que se lo pregunten si no a la Delegada Sindical de CNT y periodista de la UNED, que fue sancionada con cuatro años de «empleo y sueldo» por hacer una «pregunta incómoda» a un alto cargo de telefónica, en la presentación de «La Cátedra De Responsabilidad Social Corporativa» financiada como no por telefónica. Su caso, es el vivo ejemplo del «cuento chino» dónde se persigue lo que supuesamente se quiere «promocionar». !este caso es un claro ejemplo de persecución sindical y lamentable acción de «irresponsabilidad social corporativa». Daría para un excelente documental o una tesis doctoral el caso de esta compañera tan injustamente represaliada, y el calvario que tuvo que pasar suspendida de empleo y sueldo durante su primer embarazo. Menos mal que los tribunales pusieron al rector y al gerente en su sitio anulando de plano la injusta , ilegítima y desproporcionada sanción. !no sé si la UNED la ha recurrido o es ya firme la resoloción favorable a la sindicalista perseguida!

    • Hola,

      Si ves este mensaje ¿podría esta compañera ponerse en contacto con nosotros? Queremos hacer un estudio sobre ese tema. @hhtelefonica huelgahambretelefonica [arroba] gmail [dot] com o bien por twitter @hhtelefonica

  2. La RSC no es un cuento chino sino un nuevo modelo de gestión hacia donde las empresas se verán obligadas a ir. La RSC no es un cuento chino, sino que en la actualidad se ha instrumentalizado como un objeto del que se consigue un beneficio reputacional. Sin embargo esta reputación se ve absolutamente manchada por situaciones como las de Bangladesh o aquí en España. No es cuestión de criticar la RSC sino de formar. Formar a aquellos que tienen que exigir un comporamiento diferente de las empresas, es decir, sus clientes. Estamos ante la situación que podemos encontrar fácilmente en otros secotres, cuando se estigmatiza la sanidad o educación públicas y se propone como solución acabar con ella. Eso no, no es la solución acabar con ellas, sino criticar el fraude que hay dentro y exigir un uso acorde a su filosofia. Exigir no tiene que ser eliminar, porque eliminar si que sería el juego que las empresas que la instrumentalizan querrían. Todo lo que tiene como objetivo cambiar el estado social de las cosas tiende a ser criticado, pero si realmente queremos tener instrumentos para poder cambiar las cosas, quizas sería criticar para hacer los instrumentos más fuertes y fiables, que no para destruirlos y esperar a qué salgan otros, para volver a hacer lo mismo.

    • Y digo yo, Eneko, estando de acuerdo en el poder del consumidor, ¿no sería más fácil y vinculante exigir a las empresas que vendan en España sus productos que estos se hayan producido atendiendo a las leyes laborales y ambientales de España?
      Y si digo España, digo la Unión Europea o el territorio que quieras, no es una cuestión nacional.
      Al fin y al cabo, para importar a la Unión Europea, se pide unos estándares de calidad que se reflejan en el sello UE. Pues lo mismo para condiciones laborales y ambientales.
      El problema es que entonces las camisetas de Zara no costarían 5-10 euros sino 15-20 euros. Y claro, mucha gente no podría vrenovar el vestuario con tant frecuencia y además la espiral de consumo en que se basa el capitalismo no funcionaría.
      En la misma línea, recomiendo este artículo de opinión:
      http://www.debatecallejero.com/vosotros-atlantistas-y-tu-mama-tambien/

      • Hola psicologo,

        Si, lo que propones es una iniciativa legislativa que podría aplicarse sin lugar a duda. Pero ten en cuenta que lo que estamos hablando es de RSC, que se circunscribe al ámbito de la empresa como entidad autónoma (aunque integrada) y con carcater netamente voluntario. Si se intentara legislar en temas de RSC, entonces habría que tener en cuenta que no sería RSC. Por ejemplo, dentro de los objetivos de la RSC no esta que la empresa española cumpla con las normativas laborales españolas, ya que esto ya esta una obligación. Lo mismo pasaría con temas medioambientales. La RSC nace desde la empresa para adecuarsa al entorno donde se desarrolla, pero no para adecuarse a unas normativas…

        Y sobre lo que dices de los clientes también tiene su comentario… ahora en un rato lo pongo

  3. Llevo muchos años investigando e interesándome por la RSC en España, en cómo la aplican las empresas. No se trata de si es un cuento chino, que lo es, o no. Sino de su voluntariedad. La RSC debería ser obligatoria para las empresas, y más aquellas que figuran grandes cuentas en paraísos fiscales (véase el último informe del Observatorio RSC). Ahora bien, recordemos que en lo referente a merchadising, perdón, RSC, son las grandes empresas las que les dan el uso que los grandes índices como MARCO aplauden. Son las pequeñas empresas y los consumidores los que realmente actuamos como meros empujadores hacía una RSC obligatoria, una que no sea un cuento chino, y ésto, sin el apoyo gubernamental será imposible.

    • Hola Rocio. Yo pienso que la RSC debia ser, como ahora, voluntaria. Peeeeeero, si se declara, deberia de ser obligatorio su control y su adscripcion al estandar que sea. Si no se hace asi, es la de Juan Palomo. Desde luego lo del ultimo informe del Observatorio, es de risa. Saludos,
      Alfredo

  4. Hombre, esto de la desregularizacion del sector empresarial privado, es como lo de «poner un lobo a vigilar al rebaño» , no hace falta darle tantas vueltas al asunto, ¿o es que nos hemos vuelto todos gilipollas? Quizas eso es precisamente lo que los poderosos querrian ¿no?

    • Pues yo creo que es casi al revés: pasar de la frase hecha al análisis serio (y acompañarlo de la acción) es lo importante, y es lo que nos puede hacer un poco más libre. Porque el análisis serio es lo que admite un examen, verificar si los datos que se aportan son reales, si los razonamientos son sólidos y por tanto las conclusiones fiables, e incluso ir trabajando en las diferentes soluciones posibles. En cambio, las frases hechas permiten que un lider carismático nos lleve por donde le interese.

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