Internacional

Hollande transforma a Francia en un auxiliar low-cost de la OTAN

El presidente socialdemócrata valida todas las orientaciones de Sarkozy y acentúa la reducción de capacidades autónomas del ejército francés

El presidente francés, François Hollande, ha dado este martes su visto bueno al muy esperado Libro Blanco de Defensa que debía reemplazar el elaborado hace cinco años por su predecesor, el ultraconservador Nicolas Sarkozy. En vez de cambiar las líneas directrices de la Defensa del país faro de la independencia europea, Hollande toma con el Libro Blanco el camino inverso: valida todas las orientaciones de Sarkozy y acentúa la reducción de capacidades autónomas del ejército francés, transformándolo en un auxiliar low cost de la OTAN.

En la línea de Sarkozy, Hollande prevé suprimir en cuatro años 24.000 nuevos puestos de funcionarios civiles y militares ligados al ejército francés, algo que ya ha roto la tradición francesa de defensa del territorio desde posiciones muy locales. El ejército republicano optaba tradicionalmente por cuarteles y bases muy presentes por todo el territorio, dispersas y ligadas a la vida social y económica local, cosa que ya no es el caso tras los cierres decretados por Sarkozy, y lo será aún menos tras las reformas Hollande.

Pero el punto que más críticas ha suscitado, desde la izquierda y desde la derecha soberanista heredera del gaullismo social, es el mantenimiento a pies juntillas de la presencia de Francia en la OTAN, un camino iniciado por Jacques Chirac e inscrito en letras de oro por el atlantista Sarkozy.

«Las capacidades de que dispone nuestro país hoy, y el esfuerzo que quiere proseguir para mantenerlas, le permiten asumir sus compromisos en materia de seguridad colectiva, especialmente en el marco del Tratado de Washington que instituye la Alianza Atlántica. Este compromiso pleno y completo en la OTAN es plenamente compatible con la preservación de la autonomía de decisión y de acción de Francia», reza el Libro Blanco de Defensa.

«Francia recupera su espacio en la OTAN»

Aunque en otro pasaje califica de «ilusoria» la tentación de «delegar a Estados Unidos y a la OTAN la preservación de nuestra seguridad futura», esa precaución semántica no oculta lo auténticamente decidido: el mantenimiento de Francia en el mando militar integrado de la OTAN. Los autores del Libro Blanco, que tienen placet de Hollande, incluso retoman la verborrea clásica del sarkozysmo. Afirman que con esa presencia en el mando integrado «Francia recupera todo su espacio en el funcionamiento» de la OTAN.

La reintegración de Francia en esa comandacia integrada, que tiene el rol de hacer co-responsables a todos de las decisiones tomadas bajo influjo de EEUU, fue anunciada por Sarkozy en 2007, y materializada a partir de 2008. Se rompía así la tradición iniciada por Charles de Gaulle en 1966, quien había tomado nota explícitamente,por escrito público, del rol de títeres que EEUU hacía jugar a los otros miembros de la OTAN.

Incluso en 1996, cuando el entonces primer ministro Alain Juppé ya militaba por la reintegración, los socialistas se habían opuesto. El Gobierno de izquierda plural de Lionel Jospin, que sucedió a los conservadores de Juppé en 1997 y hasta 2002, también bloqueó los pasos que se habían dado a la reintegración de Francia en la comandancia militar.

Curiosamente, con este visto bueno a la sumisión de Francia a la OTAN; Francia además colateralmente se aviene a la idea de Londres y de Berlín según la cual nunca habrá una defensa europea autónoma. París, pese a varias frases sobre la necesidad de esa defensa, toma nota de las «dificultades» para hacerla avanzar.

Austeridad, un peligro mortal

Una década después del éxito memorable de París en la batalla de la Vieja Europa contra la guerra de Irak deseada por el clan Bush y países conservadores europeos, Hollande, en lugar de aprovechar esa ventaja y profundizarla, reduce a Francia al rol de un miembro más de la OTAN, incapaz de impulsar la defensa europea.

En otro orden de cosas, el Libro Blanco de Defensa mantiene la política de disuasión nuclear francesa, país que posee el tercer arsenal atómico del planeta tras EEUU y Rusia. También retoma los latiguillos clásicos sobre la existencia de un arco de crisis que incluiría a los muy peligrosos «piratas de Somalia» dentro de una curiosa «periferia mediterránea» que iría desde «la cuenca mediterránea y una parte de Africa (desde el Sahel hasta Africa Ecuatorial)» y llegaría hasta «el Golfo Arabo-Pérsico y el Océano Indico». Era una de las obsesiones de Nicolas Sarkozy.

El Frente de Izquierdas, en boca de Jean-Luc Mélenchon y de Pierre Laurent, fulminó de inmediato lo que supone ese Libro Blanco de Defensa hollandista. Mélenchon señaló que la «austeridad y el atlantismo» forman un cóctel que constituye un «peligro mortal para la soberanía y la independencia de Francia». Propuso una fórmula alternativa constituida por una «defensa soberana y alterglobalista».

Laurent, secretario nacional del PCF, miembro del Frente de Izquierdas, «lamentó» que se inscriba en letras de oro la instauración en Francia de «un ejército profesional, bajo dominación de la OTAN, orientado hacia la intervención exterior, especialmente en Africa y en la cuenca mediterránea».

La publicación del Libro Blanco coincidió con el anuncio del fallecimiento del sexto soldado francés muerto en operaciones de la intervención francesa en Mali. Una intervención cuyo aplastante éxito militar contra los yihadistas no oculta que, ahora, el problema es cómo retirarse sin que los yihadistas vuelvan, y sin dejar el poder sin más en las manos del presidente Dioncounda Traoré, resultado del golpe de Estado de 2012, principal valedor de la intervención francesa.

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