Opinión
Leonor
La autora cuestiona la legislación que deja sin protección a los hijos de los maltratadores condenados por violencia de género. El pasado martes, Leonor, de seis años, fue presuntamente asesinada por su padre.
El martes, Leonor tenía que haber vuelto al cole, pero ya nunca conseguirá restar bien, bien, como le decía su profe. Tenía seis años y su padre la asesinó justo el día que tenía que devolverla a su madre, de la que estaba separado y a la que había maltratado, razón por la que tenía una condena de seis meses de prisión, que nunca llegó a cumplir por no tener antecedentes, así como una orden de alejamiento por dos años.
Condena a prisión y dos años de alejamiento de la madre y, sin embargo, ninguna protección para Leonor. Cuando se conoció el asesinato, Jesús Galeote, el alcalde de Campillos (Málaga), donde fue asesinada Leonor, dijo que estaba consternado y que el asesino era “un hombre tranquilo”, “un muchacho apocado”. Lo mismo que debieron pensar el juez, el fiscal, los equipos psicosociales… es decir, todas las personas que debían haber protegido la vida de Leonor y no lo hicieron.
El asesinato de Leonor causó un relámpago de tristeza y horror que igual que vino se fue. Dentro de unos días, salvo su familia y amigos nadie se acordará ya de ella y dentro de unos años, probablemente sólo sea un vago recuerdo excepto para su madre, a la que nadie ni nada quitarán el dolor de haber perdido a una hija. Quizá ni siquiera nadie consiga quitarle el sentimiento de culpa de que nunca debió dejar a su hija en manos de ese hombre. Sin embargo, esa madre estaba obligada a hacerlo. La Ley Integral contempla que ningún maltratador tenga la custodia de sus hijos pero utiliza el verbo “podrán” (los jueces suspender el régimen de visitas) en vez del “tendrán”.
Así, la mayoría de los maltratadores disfruta de sus hijos e hijas, con las visitas “normales” en una separación o divorcio y, por supuesto, con sus días de vacaciones. Un podrán le costó la vida a Leonor. Y una ceguera crónica en los juzgados que, aunque pueden, no quieren proteger a los menores de los violentos. Parece que ni siquiera en los juzgados encuentran contradicción alguna en ser un maltratador con condena y, al mismo tiempo, un hombre tranquilo y buen padre.
Es uno de los mitos intocables que aún sobreviven en nuestra cultura: un maltratador puede ser un buen padre, “nada tiene que ver lo que le haga a la madre con lo que le haga a los hijos”… Tan potente es el mito que incluso algunas mujeres maltratadas lo dicen y son ellas mismas las que no quieren solicitar la suspensión de las visitas porque “me da pena quitarle a su hijo” o “mi hijo se merece un padre” o, incluso, “a mí me machacaba pero es un buen padre”.
Un mito que le ha costado la vida a Leonor, a Ruth, a José, al crío de 11 años al que su padre estampó dentro del coche después de llamar a su madre por teléfono para decirle “asómate a la ventana y verás lo que te mereces”… Un mito que provoca escenas dantescas en los puntos de encuentro donde van a parar las criaturas que tienen horror a sus padres y a las que la justicia obliga a ver bajo vigilancia porque “no se puede romper el vínculo paterno-filial”, llegan a decir los jueces por escrito. No se me ocurre ningún centro de tortura mayor para un menor –en un país que no esté en guerra o situación de conflicto-, que un punto de encuentro que, traducido, significa un lugar donde se obliga a acudir a los menores víctimas de la violencia de sus padres a pasar unas horas con ellos. Todo esto, por supuesto, en beneficio del menor que es la coletilla habitual para cualquier aberración de este tipo.
Pero el mito no sólo no desaparece, está creciendo hasta convertirse en un monstruo. Cuando el desaparecido Ministerio de Igualdad propuso en noviembre de 2010 reformar el Código Civil para que la retirada de la custodia fuera automática para los imputados por malos tratos y que también se acabara con el régimen de visitas para maltratadores, se montó uno de los típicos follones que se liaban alrededor de todas las propuestas que salían de aquella casa. No se consiguió sacar la propuesta a pesar de que en los juzgados comenzaba a verse dos nuevas estrategias que han ido en aumento con el paso del tiempo: los maltratadores denuncian sistemáticamente a sus víctimas cuando son denunciados y se apela al conocido como SAP (Síndrome de Alienación Parental, es decir, la manipulación de los pequeños por parte de la madre –nunca se utiliza para el padre-, para indisponerlos y enfrentarlos con él) para evitar así cualquier intento de separar a los maltratadores de sus hijos.
El SAP no existe, no ha sido reconocido por ninguna sociedad científica y fue inventado por un tipo, Richard Gardner, un pederasta confeso que dejó escritas cosas como: «Debe ayudarse al niño a comprender que en nuestra sociedad tenemos una actitud exageradamente punitiva y moralista respecto al abuso sexual contra niños» (1992). «Los niños son naturalmente sexuales y pueden iniciar encuentros sexuales seduciendo a un adulto» (1986). «Hay algo de pederasta en cada uno de nosotros» (1991).
Sin embargo, todos los días podemos leer sentencias como las siguientes. “Resulta más conveniente para el interés de los menores mantener la guarda paterna, señalando el propio informe que la custodia a la madre ‘podría ser peligrosa’ y con ‘riesgo de alienación parental’. No se concede la custodia compartida aunque exista un informe de la psicóloga favorable, puesto que tanto el Ministerio Fiscal como el padre se oponen a este régimen” (AP Alicante Sec 4ª, 13-5-2010). “Procede el cambio de guarda a favor del padre por el grave perjuicio que ocasiona a la hija la custodia materna hasta el punto de estar al inicio de un síndrome de alienación parental o injustificado rechazo a la figura del padre. La actitud perjudicial demostrada por la madre respecto a la hija y el grave riesgo de pérdida de la relación con su padre hace improcedente fijar un sistema de visitas para la madre” (AP Madrid. Sec.24, 23-4-2009).
Frente a esta pesadilla, el ministerio que dirige Ana Mato ha decidido que este año, por primera vez, los registros de víctimas de violencia machista incluyan también a los menores fallecidos. Yo no sé ustedes, pero yo no quiero seguir contando niños asesinados. Es hora ya de que el SAP desaparezca de los juzgados y de que en ningún caso los maltratadores puedan tener custodias ni régimen de visitas con sus hijos e hijas. Y esto sí que es «en interés del menor».
Quien lea su artículo podría pensar que la custodia compartida se concede automáticamente, como un derecho, a los padres, y que hay unas pobrecitas madres que no obtienen la custodia, por riesgo de alienación parental, cuando la realidad es JUSTAMENTE LA CONTRARIA. Las custodias compartidas NO se conceden como regla general, y es el padre el condenado a separarse de sus hijos y (esto es lo que seguramente les interesa a la mayoría de separadas) se ve obligado a pagar una pensión calculada muchas veces de forma injusta, una pensión que cobra la madre (presuntamente para sus hijos) pero de la que la madre no tiene que dar la más mínima cuenta de en qué se la ha gastado, y por si fuera poco, la madre usurpa la vivienda común, mientras el ex-marido tiene la obligación de seguir pagando la hipoteca. Todo esto independientemente de que el padre pueda comenzar una nueva vida, de que la madre disponga de otra vivienda donde podría vivir, etc.
La gran trampa de la ley de divorcio «sociata» de 2005 fue dar a entender a muchos padres que la custodia compartida existía. Cuando van a un abogado a tratar el divorcio, se llevan la sorpresa mayúscula de que no se la van a dar. Y de hecho, que es mejor que no la pida, por dinero y por tiempo, y porque es completamente inútil, salvo en Aragón y desde hace poco en Valencia.
Por artículos como éste es por lo que la izquierda ha perdido el apoyo que tenía. Por eso cerró Público y por eso al PSOE le quedan diez añitos o más de travesía en el desierto. Sin un divorcio justo no hay igualdad, y nunca tendrá usted, señora sociata, apoyo de la sociedad. Sólo de cuatro feministas deseosas de volver a recibir subvenciones.
tengo un hijo y a pesar de que el padre demuestra una violencia hacia mí declarada ante psicóloga del gabinete psicosocial, esta misma declara idónea la custodia compartida, a pesar de que ella refleja en el informe frases como: no la quitaré de en medio, a no ser que pase algo gordo con mi hijo…aún reflejando estas amenazas tan serias en el informe, ve favorable la custodia compartida. La justicia no está entendiendo esta lacra, pasan por delante de ellos y les dan la razón sistemáticamente, si no cómo es posible que declaraciones como esta las pase por alto una psicóloga? , la bien llamada «ley del padre» los ampara.
Gracias Eloise, mucho ánimo.
Delante de la orientadora psicológica del Centro de Atención a la Familia del Ayuntamiento de Madrid, el padre de mi hija después de reconocer insultos y agresiones verbales delante de la niña, llegó a decir frases como: «de la cárcel, se sale». «La cárcel está llena de hombres por culpa de mujeres como tú».
La orientadora únicamente se preocupó de recalcarme que «es su padre, que no puedo hacer nada (para evitar la exposición de la niña) y que una cosa es la «relación de pareja» y otra su derecho a estar con su hija. Que si no apoyo más visitas es que «entonces» no me importa «la felicidad de mi hija porque lo bueno para ella es que cuanto más vea a su padre mejor». Da igual cómo sea ese padre, cómo utiliza el padre a ese menor o los daños que pueda causarle.
En el 016 solo insisten en que vaya (YO) a terapia y que me despreocupe de lo que ocurre entre la niña y su padre. Ya se sabe, las maltratadas somos unas masocas patológicas (da igual la historia individual, o estar defendiéndote con uñas y dientes) y estamos sometidas a lazos de superprotección con nuestros hijos que lastran nuestra autonomía.
¿Es que ver a tu padre agredir, gritar, insultar a tu madre no es maltrato? Si el progenitor agredido solo debe preocuparse de salvar su propio pellejo ¿quién velará por la integridad y los derechos de ese menor????
Ante indicios de que esto pueda ocurrir, ¿nadie velará porque no se produzca, qué mecanismos existen de seguimiento de esas visitas, de esa relación, de la salud mental de ese progenitor potencialmente maltratador? NADA, ES EL DERECHO DEL PADRE. ¿Y ya está?, ¿ahí acaba el cuidado social de la infancia, de la igualdad de oportunidades desde el nacimiento?
Hasta que no se dispongan mecanismos sociales efectivos las progenitoras agredidas seguiremos viendo comprometida nuestra autonomía para proteger a esas niñas y niños de las que somos responsables afectiva y legalmente.
Ojalá estos hechos apareciesen más en los grandes medios de comunicación. Es un escándalo que cosas así ocurran. Menos mal que sí hay mujeres y hombres que dedican su labor periodística a esta causa.